Para Olivia, la mejor tintorera del mundo y fuera del mundo.
Manuelita, Manuelita
Manuelita, donde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Miré el mapa de soslayo. Para salirse por la tangente, la mejor ruta era la diagonal; en Montreal la casa se llenó, o yo estaba demás, ya no sé, por eso decidí con entusiasmo ir a mi tintorería preferida, la de Arlington, Massachusetts, donde los bellos ojos azules y risueños, los dedos inquietos y ágiles, los brazos tiernos, la sonrisa y las lágrimas siempre presentes de mi "tintorera", me recibirían con interés y cariño. Hace demasiado frío para cruzar el mar, pensó Manuelita, y se tiró con su autito plateado por las rutas en dirección sureste, cruzando valles, montes hermosos, ríos, tomando café en Randolph, parada sola al lado de su auto, entre viento y nieve, 9 grados bajo cero marcaba el termómetro en uno de los numerosos puestos de descanso del Interstate 89, allá arriba en Vermont, mitad del camino. "Así no me va a quedar ni una arruga" declaró a contra viento en ese lugar desierto.
En la tintorería de París
la pintaron con barniz,
la plancharon en francés
del derecho y del revés,
le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Empecemos con el desodorante, dijo seria, después te lavo los dientes y te seco el pelo. Me pareció perfecto el plan. Se escapó, regresó con pintura de uñas y se dedicó caprichosamente a mejorar el aspecto de mis pies y el de la alfombra. Me puso, para terminar, una trabita en el pelo que me peinó y perfumó con agua de colonia. Quedé hermosa, para qué negarlo. Esa misma noche, durante la comida, mis plumas "coloradas" revoloteaban por la mesa, los ojos de los comensales-- finos ellos, les aseguro--lloraban de emoción.
Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo que podré yo hacer
Vieja no me va a querer
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.
Mi tortugo hubiera estado de acuerdo: estaba linda. Pero sobre todo estaba bien, como hace muchísimo tiempo no estaba bien. No solo por el talento creativo de mi peluquera favorita, sino porque echaba un vapor esa tintorería, un vapor denso y embriagador, casi una esencia que se podría conservar para respirar en los días inseguros, o grises, o antes de largarse a la calle a laburar. Un vapor -- en esa casa se quieren-- cuya fórmula secreta la conoce una amiga mía, una maga, y que hace mucho, pero mucho, bien.
PD: Olivia: tenés que cerrarte la campera, por favor.
¿Quieres jugar con yo? Sí, mi amor, cuando quieras.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
Un kilo para el señorrrrr. Un kiló...
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Shalom

Mamá, el texto corregido para vos. Con la ayuda de A.V.
Winston Churchill, el premio Nobel de literatura (sí, sí, Sir Winston Leonard Spencer-Churchill, que se le va a hacer, quince años con un inglés marcan), decía que el éxito es ir de fracaso en fracaso con entusiasmo. Ocurrente, el viejo loco éste. Digamos que el éxito fue llegando después del fracaso pero, no sé por qué, siempre me faltó el entusiasmo. Tampoco hubo placer en ningún momento aunque sí, al principio, un poco de curiosidad. Además de profesora de francés, soy irremediablemente curiosa. Los Hassidim constituyen una comunidad hermética; hablan Yiddish, se visten con atuendos del siglo XVIII, no tienen televisión en casa ni permiten libros escolares con imágenes de niñas en pantalones o arremangadas y, en pleno siglo XXI, los 12 000 miembros que constituyen la comunidad viven sin ningún tipo de interés en el mundo moderno y pasean por la ciudad sin mirar a los demás por la calle. Entrar en esta sociedad como si fuera una invitada fue interesante y exigente a la vez. Sin embargo, no era un trabajo para mí, así que seguiré el consejo de Monsieur Winston y continuaré fracasando en cualquier otra parte, siempre que haya entusiasmo, claro. Porque cuando hay entusiasmo hay vida y buena voluntad.
Shalom, Chaim, el de la bonita sonrisa, qué sigás fanfarroneando y tirando cosas por la ventana, esa habilidad quizás te sirva en algún momento, ¡ese movimiento de brazo! Dovid, si hacés sonar la alarma de incendios una vez más te van a expulsar, ah, es lo que querés, bueno, bueno. Yitzchock Meir, vos tan callado, creo que nunca he oído tu voz. Yitzy, ¿estás?, ¿huuum?, ¿habrás hecho tu ejercicio? o será el mismo "¿qué ejercicio?" de siempre. Shmaryahou, tan inteligente vos, procurá no aburrirte demasiado, que si te aburrís un segundo pegás gritos por la clase, te levantás y trepás hasta la ventana, peleás con Daniel que a su vez te devuelve la patada y acaban los dos tirándose al piso, en una refriega sin tregua, hasta que pase algo, y una profesora pierda la voz pidiéndoles que paren, y eso todos los días cansa, te lo digo yo. Eliezer de Alberta, ya sabemos que no sabés francés, pará de repetirlo y ponete a escuchar lo que dicen, quizás aprendás algo, y entonces ya no habrá "para qué", tu frase preferida. Yaakov, hermoso Yaakov, tenés mal carácter, controlalo un poco, y recordá que la clase dura más de veinte minutos, dale, un poco de ánimo, y no molestés tanto a los otros tirándoles elásticos a los ojos. Raphael, dibujar y no hacer nada es una estrategia, pero vos también vas a tener que trabajar, y cuando haya pelea, que la habrá, no te imaginés que sos un personaje de Asterix y que por solidaridad tenés que tirarte al suelo gritando con los otros chicos, "es una cuestión de principios" decías, pero no, Raphael, así no se puede: si te gusta ser solidario y participar hacelo, pero que sea con el cuaderno. Oh, ¡el cuaderno!: Shmuel, sí, Shmuel, todos los días hay que sacar el cuaderno, y no preguntés más qué cuaderno, es el mismo de siempre, ¡qué hostilidad!, ¡que agresivo te ponés!, no te negués de esa manera a estudiar, dejá a Shlomo tranquilo, que a veces pinta que algo va a suceder. ¡Shimon!, ¡Shimon!, vas a tener que poner un poco de orden en tus papeles, las fotocopias son para los ejercicios y no para limpiarse la suela de los zapatos, no me mirés así Shimon de ojos verdes, yo sé que te irá bien, pibe simpático, tu imaginación es de oro. Shalom, Yehudah, Yonah, Nechemiah, Daniel, Elyokum, Shelomo, que su odio por el francés no les amargue demasiado el cerebro, ya lo tienen bastante perezoso e indisciplinado; es como con todo, ya que están en el baile, dejen de llorar y ponganse a bailar. Hablando de llorar, Avrohom, no hay ninguna conspiración contra vos, todos tienen que sentarse en la silla, y poner un poco de atención, aprender, y cuando digo aprender no va para tanto la cosa, pero vos con tus quejas continuas… date cuenta de cuanto molestas a todos… ¡sí, son largos los horarios!, ¡ya lo sabemos!, si lo sabré yo que tuve que soportarlos, ¡estudiar hasta la seis de la tarde! … y cuanto más ruido haya en la clase más trabajo se les da, pensalo: si están callados, se tranquiliza la profe y descansás, eh. No, Yeshiva, no es una cárcel, todo podría ser más divertido si le dieras una oportunidad. Avrumi, pequeño, inquieto e inestable Avrumi; debe ser porque tengo un niño dramático en casa que supe detener tus cóleras legendarias: cuidate y ocupate bien de Yisroël, ayudalo porque no sabe como estudiar. Mordechai, mirá adelante de vez en cuando, te darás cuenta que la persona frente a vos está diciendo algo. Zundel, la clase de francés es dentro del aula y no en el pasillo, enterate, dejá de abrir y cerrar la puerta, no te levantés, dejá de mover el escritorio, pará de moverte, por favor, ya sé que no te gusta el francés, que el gobierno te obliga a aprenderlo, que no lo vas a usar en tu vida, nunca jamás, que te vas a ir a los EE.UU. y te casarás con una americana, pero de momento, Eliyahu Zundel, tenés que pasar un examen, así es. Y Gavriel, nadie te dará nada si hacés tu tarea, pará de pedir: dinero, recreo, menos trabajo, así no se puede funcionar. Chicos, Yehudah, Yehuda Daniel, Moshe, Yonatan, Yonatan Dos, Morty, Shaul, Daniel, Isaac, Yehoshua, Boruch... menos ruido chicos, no pierdan tanto tiempo fastidiando a la profesora que si se enoja, se envenena el ambiente y aparecen tensiones, rencores y otras cosas que no les van a gustar... estar juntos tantas horas así, qué horror ¿no? Ya no habrá guerra, pararon las hostilidades, no les daré más trabajo de francés, "demasiado" trabajo de francés, un francés que ni entienden ni les interesa, ya no habrá mas "buenos días, señoritos, ¿qué hacemos hoy?", y no contestarán "¡Nada!". Eso tenía su gracia al final. Suerte a todos, la van a necesitar. Será con otra profesora. Se me fue el entusiasmo, las ganas y, sobre todo, la paciencia. Solo quedó el cansancio y el deseo de estar en cualquier otro lugar. Pero, ya ven, al menos nos fuimos conociendo un poco, ¿no?, y a mí sí me saludarán por la calle cuando pase porque, ya que no el estudio del francés, paradójicamente empezó el cariño. Epa, supe que les encantaba cuando los imitaba en broma, sí, me lo dijo el Rabino. No, no le conté que hablábamos de religión, no se preocupen. Y respondo hoy a su pregunta constante: No.
Shalom, Chaim, el de la bonita sonrisa, qué sigás fanfarroneando y tirando cosas por la ventana, esa habilidad quizás te sirva en algún momento, ¡ese movimiento de brazo! Dovid, si hacés sonar la alarma de incendios una vez más te van a expulsar, ah, es lo que querés, bueno, bueno. Yitzchock Meir, vos tan callado, creo que nunca he oído tu voz. Yitzy, ¿estás?, ¿huuum?, ¿habrás hecho tu ejercicio? o será el mismo "¿qué ejercicio?" de siempre. Shmaryahou, tan inteligente vos, procurá no aburrirte demasiado, que si te aburrís un segundo pegás gritos por la clase, te levantás y trepás hasta la ventana, peleás con Daniel que a su vez te devuelve la patada y acaban los dos tirándose al piso, en una refriega sin tregua, hasta que pase algo, y una profesora pierda la voz pidiéndoles que paren, y eso todos los días cansa, te lo digo yo. Eliezer de Alberta, ya sabemos que no sabés francés, pará de repetirlo y ponete a escuchar lo que dicen, quizás aprendás algo, y entonces ya no habrá "para qué", tu frase preferida. Yaakov, hermoso Yaakov, tenés mal carácter, controlalo un poco, y recordá que la clase dura más de veinte minutos, dale, un poco de ánimo, y no molestés tanto a los otros tirándoles elásticos a los ojos. Raphael, dibujar y no hacer nada es una estrategia, pero vos también vas a tener que trabajar, y cuando haya pelea, que la habrá, no te imaginés que sos un personaje de Asterix y que por solidaridad tenés que tirarte al suelo gritando con los otros chicos, "es una cuestión de principios" decías, pero no, Raphael, así no se puede: si te gusta ser solidario y participar hacelo, pero que sea con el cuaderno. Oh, ¡el cuaderno!: Shmuel, sí, Shmuel, todos los días hay que sacar el cuaderno, y no preguntés más qué cuaderno, es el mismo de siempre, ¡qué hostilidad!, ¡que agresivo te ponés!, no te negués de esa manera a estudiar, dejá a Shlomo tranquilo, que a veces pinta que algo va a suceder. ¡Shimon!, ¡Shimon!, vas a tener que poner un poco de orden en tus papeles, las fotocopias son para los ejercicios y no para limpiarse la suela de los zapatos, no me mirés así Shimon de ojos verdes, yo sé que te irá bien, pibe simpático, tu imaginación es de oro. Shalom, Yehudah, Yonah, Nechemiah, Daniel, Elyokum, Shelomo, que su odio por el francés no les amargue demasiado el cerebro, ya lo tienen bastante perezoso e indisciplinado; es como con todo, ya que están en el baile, dejen de llorar y ponganse a bailar. Hablando de llorar, Avrohom, no hay ninguna conspiración contra vos, todos tienen que sentarse en la silla, y poner un poco de atención, aprender, y cuando digo aprender no va para tanto la cosa, pero vos con tus quejas continuas… date cuenta de cuanto molestas a todos… ¡sí, son largos los horarios!, ¡ya lo sabemos!, si lo sabré yo que tuve que soportarlos, ¡estudiar hasta la seis de la tarde! … y cuanto más ruido haya en la clase más trabajo se les da, pensalo: si están callados, se tranquiliza la profe y descansás, eh. No, Yeshiva, no es una cárcel, todo podría ser más divertido si le dieras una oportunidad. Avrumi, pequeño, inquieto e inestable Avrumi; debe ser porque tengo un niño dramático en casa que supe detener tus cóleras legendarias: cuidate y ocupate bien de Yisroël, ayudalo porque no sabe como estudiar. Mordechai, mirá adelante de vez en cuando, te darás cuenta que la persona frente a vos está diciendo algo. Zundel, la clase de francés es dentro del aula y no en el pasillo, enterate, dejá de abrir y cerrar la puerta, no te levantés, dejá de mover el escritorio, pará de moverte, por favor, ya sé que no te gusta el francés, que el gobierno te obliga a aprenderlo, que no lo vas a usar en tu vida, nunca jamás, que te vas a ir a los EE.UU. y te casarás con una americana, pero de momento, Eliyahu Zundel, tenés que pasar un examen, así es. Y Gavriel, nadie te dará nada si hacés tu tarea, pará de pedir: dinero, recreo, menos trabajo, así no se puede funcionar. Chicos, Yehudah, Yehuda Daniel, Moshe, Yonatan, Yonatan Dos, Morty, Shaul, Daniel, Isaac, Yehoshua, Boruch... menos ruido chicos, no pierdan tanto tiempo fastidiando a la profesora que si se enoja, se envenena el ambiente y aparecen tensiones, rencores y otras cosas que no les van a gustar... estar juntos tantas horas así, qué horror ¿no? Ya no habrá guerra, pararon las hostilidades, no les daré más trabajo de francés, "demasiado" trabajo de francés, un francés que ni entienden ni les interesa, ya no habrá mas "buenos días, señoritos, ¿qué hacemos hoy?", y no contestarán "¡Nada!". Eso tenía su gracia al final. Suerte a todos, la van a necesitar. Será con otra profesora. Se me fue el entusiasmo, las ganas y, sobre todo, la paciencia. Solo quedó el cansancio y el deseo de estar en cualquier otro lugar. Pero, ya ven, al menos nos fuimos conociendo un poco, ¿no?, y a mí sí me saludarán por la calle cuando pase porque, ya que no el estudio del francés, paradójicamente empezó el cariño. Epa, supe que les encantaba cuando los imitaba en broma, sí, me lo dijo el Rabino. No, no le conté que hablábamos de religión, no se preocupen. Y respondo hoy a su pregunta constante: No.

La frase de Churchill, ¿cómo iba? Ah, sí, de fracaso en fracaso con entusiasmo... bien.
martes, 4 de noviembre de 2008
Aire de otoño
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