miércoles, 27 de mayo de 2009
viernes, 22 de mayo de 2009
Alive and kicking!
Mamá, cansada, sí, esclava, no.
Soy una mujer fuerte y valiente, lo escribo con un suspiro, ¡qué remedio! --los chicos quieren ver una sonrisa antes de ir al colegio--. Soy más que nada una mujer ocupada, tan ocupada, hasta el agotamiento la mayoría de los días, como muchas mujeres divorciadas que tienen hijos y trabajo. Levantada a las seis para poner el día en marcha, acostada a las once cuando al fin cierro los cuadernos, los ojos y la voluntad con desesperación de lo horizontal, el cuerpo y la mente rodeados de una multitud de notitas pegadas por el escritorio donde me siento para terminar el día: pagar el alquiler, llevar a Guy al dentista, no olvidarse de devolver libros a la biblioteca, pedirle a Benja que lleve el cheque para la escuela, pagar impuestos... Inés, desconectá, concentrate en tu libro, leé y viajá, salí, volá, descansá, soñá, sí, soñá... Soy una mujer desorganizada que se olvida de las fotocopias para los alumnos de la tarde sobre el escritorio, o las llaves del aula, que busca sin cesar las gafas de leer, la bolsa, la hoja de asistencia, que repasa mil veces sus cosas toqueteando todo alrededor, ¿tendré todo? Que sale a las disparadas hacia el metro pensando que tendrá que pasar por el almacén después de la jornada de trabajo para comprar yogur para el almuerzo de los chicos, o al banco, ponerle nafta al auto. No te olvidés, Inés. Por favor, no te olvidés. Soy una mujer coqueta que piensa delante del espejo, ay, Nena, hacé un esfuerzo, tendrás a cuarenta alumnos mirándote todo el día, ponete algo de maquillaje en los ojos, y que se mira el cuerpo, las piernas, los pechos y piensa lo bien que sería hacer algún tipo de ejercicio, en algún momento libre, tomar menos, comer mejor, dos veces al día, cosas como les sirvo a los chicos: verduras, carne y alguna dulzura para terminar la comida. Soy una mujer social que se ríe con los colegas y conversa comiendo el sándwich en los pocos minutos que tengo a la una, antes de volver al aula. Soy, según mis compinches del trabajo, parlanchina, rara y fauvista. ¡Las ocurrencias de Inés! Soy algo extraña para mis colegas quizás, pero eso solo me hace sonreír porque existe alguien especial que sí me entiende a media palabra. Soy una mujer que se siente muchas veces agobiada por cositas que surgen y no son esperadas, que se enoja al pedo con el ex que solo quiere organizar, respuestas y decisiones. También soy feliz, todos los días, una media hora cuando camino en el trayecto de la casa al metro y del metro al trabajo, donde, según los consejos de mi hija que hace yoga los lunes, intento respirar profundamente y relajar la espalda. Cuando vuelvo a casa y están todos allí desorganizando, pidiendo, y hambrientos: mamá... uy, qué lindo, por dios, cuando pienso en la suerte, mi suerte, en el trabajo, en la primavera... Soy hija y amiga, atenta a mi gente y deseando cumplir lo del cariño, porque cariño tengo, que rebosa. Soy madre, y ese rol lo llevo con vehemencia, deberes, encargos, diligencias, atención, conversación: contame, hijo, yo te escucho. Soy una mujer cansada que ya ha perdido el norte y el sur, que ya no piensa ni escribe, pero que tiene mil ideas que no acabará de poner sobre el papel porque los días son tan cortos, tan llenos, tan largas las horas en el trabajo, tan intenso el preparar, terminar... Soy una mujer fuerte y valiente, querida por un hombre que respeto y adoro, que me apoya y me desea, eso me digo cada día al despertar, con muchos suspiros y secándome las lágrimas de cansancio. A ver, Inés, como era: soy una mujer fuerte y valiente... cansada, enamorada, ocupada, feliz y viva, tan viva.
Ya podré descansar.
Soy una mujer fuerte y valiente, lo escribo con un suspiro, ¡qué remedio! --los chicos quieren ver una sonrisa antes de ir al colegio--. Soy más que nada una mujer ocupada, tan ocupada, hasta el agotamiento la mayoría de los días, como muchas mujeres divorciadas que tienen hijos y trabajo. Levantada a las seis para poner el día en marcha, acostada a las once cuando al fin cierro los cuadernos, los ojos y la voluntad con desesperación de lo horizontal, el cuerpo y la mente rodeados de una multitud de notitas pegadas por el escritorio donde me siento para terminar el día: pagar el alquiler, llevar a Guy al dentista, no olvidarse de devolver libros a la biblioteca, pedirle a Benja que lleve el cheque para la escuela, pagar impuestos... Inés, desconectá, concentrate en tu libro, leé y viajá, salí, volá, descansá, soñá, sí, soñá... Soy una mujer desorganizada que se olvida de las fotocopias para los alumnos de la tarde sobre el escritorio, o las llaves del aula, que busca sin cesar las gafas de leer, la bolsa, la hoja de asistencia, que repasa mil veces sus cosas toqueteando todo alrededor, ¿tendré todo? Que sale a las disparadas hacia el metro pensando que tendrá que pasar por el almacén después de la jornada de trabajo para comprar yogur para el almuerzo de los chicos, o al banco, ponerle nafta al auto. No te olvidés, Inés. Por favor, no te olvidés. Soy una mujer coqueta que piensa delante del espejo, ay, Nena, hacé un esfuerzo, tendrás a cuarenta alumnos mirándote todo el día, ponete algo de maquillaje en los ojos, y que se mira el cuerpo, las piernas, los pechos y piensa lo bien que sería hacer algún tipo de ejercicio, en algún momento libre, tomar menos, comer mejor, dos veces al día, cosas como les sirvo a los chicos: verduras, carne y alguna dulzura para terminar la comida. Soy una mujer social que se ríe con los colegas y conversa comiendo el sándwich en los pocos minutos que tengo a la una, antes de volver al aula. Soy, según mis compinches del trabajo, parlanchina, rara y fauvista. ¡Las ocurrencias de Inés! Soy algo extraña para mis colegas quizás, pero eso solo me hace sonreír porque existe alguien especial que sí me entiende a media palabra. Soy una mujer que se siente muchas veces agobiada por cositas que surgen y no son esperadas, que se enoja al pedo con el ex que solo quiere organizar, respuestas y decisiones. También soy feliz, todos los días, una media hora cuando camino en el trayecto de la casa al metro y del metro al trabajo, donde, según los consejos de mi hija que hace yoga los lunes, intento respirar profundamente y relajar la espalda. Cuando vuelvo a casa y están todos allí desorganizando, pidiendo, y hambrientos: mamá... uy, qué lindo, por dios, cuando pienso en la suerte, mi suerte, en el trabajo, en la primavera... Soy hija y amiga, atenta a mi gente y deseando cumplir lo del cariño, porque cariño tengo, que rebosa. Soy madre, y ese rol lo llevo con vehemencia, deberes, encargos, diligencias, atención, conversación: contame, hijo, yo te escucho. Soy una mujer cansada que ya ha perdido el norte y el sur, que ya no piensa ni escribe, pero que tiene mil ideas que no acabará de poner sobre el papel porque los días son tan cortos, tan llenos, tan largas las horas en el trabajo, tan intenso el preparar, terminar... Soy una mujer fuerte y valiente, querida por un hombre que respeto y adoro, que me apoya y me desea, eso me digo cada día al despertar, con muchos suspiros y secándome las lágrimas de cansancio. A ver, Inés, como era: soy una mujer fuerte y valiente... cansada, enamorada, ocupada, feliz y viva, tan viva.
Ya podré descansar.
jueves, 21 de mayo de 2009
Benedetti y lluvia de sábado con A. V.

TÁCTICA Y ESTRATEGIA
.
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
.
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
.
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
.
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
.
no haya telón
ni abismos
.
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
sábado, 9 de mayo de 2009
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