Envejecer no es tanto avanzar en edad, o sentir como el cuerpo se ablanda o endurece, la vista se vela, la memoria se bachea, y demás cambios en el tono de la piel y el pelo, no, aunque tampoco ayuden. Me parece que envejecer tiene que ver una postura más que nada, un no sé qué de sensibilidad que brota y se hilvana con respecto al mundo. Todo me parece tan espantoso, tan violentamente espantoso. Pensaría antes que el mundo tenía fuerza, mi fuerza, y la fuerza la daba la juventud. Sería que antes estaba en el mundo y ahora lo observo. Ese es el cambio. Ese pasito que he dado hacia atrás y que me agobia un poco. Estar menos en la vida, saber que pasa el tiempo y las cosas suceden sin que pueda intervenir. Sentir que el mundo se mueve mal, que la gente sufre y sentirme completamente impotente. Mirar y sufrir, eso es: no creer más en la redención... Me estoy sintiendo vieja estos días. Me duele el mundo, Haití, Japón, los países árabes de África, me duele la vida que pasa y donde ya no estoy.