sábado, 25 de abril de 2015
viernes, 24 de abril de 2015
miércoles, 22 de abril de 2015
lunes, 6 de abril de 2015
Mareo
La naranja viene de China. Lo sé por haber leído un libro de pequeña que me dio el hijo de Jacques Ferron, Olivier, cuyo padre era un médico escritor quebequense amigo de mi padre, una vez que estuve en su casa y que no sabía qué hacer conmigo, niña aburrida, en una tarde de verano en la cual los adultos me dejaron a su cargo: pobre chico apenas mayor que yo... Un libro de dibujos chinos, hermoso, que me llevé a la Argentina cuando mis padres se separaron por primera vez. Lo leía en la siesta cuando en Tucumán todos dormían. Ocurre que China es mi apodo, no porque tenga los ojos achinados o de extraño color, sino porque en quichua significa joven hembra; quichua, no quechua, la versión argentina del idioma del Perú. China o chinita, decía mi papá. Pero al caso, la china es la fruta en Puerto Rico de la cual se hace jugo de naranja, tan dulce al despertar. !Cuanto me sorprendió oírlo! de la boca caribeña de un Stewart en un avión yendo a la isla. Tiene su lógica, ¿no es cierto? De hecho, la naranja también crece en Tucumán, donde nací pero se la come con azúcar por ser amarga. La naranja fruta del azahar, tan rico perfume, tan entrañable. De niña, mi madre decía que era yo una reencarnación de una china de la China y no Inca como se podría suponer, ya que soy tucumana. Ni tampoco nada que ver con lo dulce o amargo, sino con la fascinación que mostraba yo con ese pueblo. Naranja viene del árabe, anteriormente del persa y antes del sanscrito, pero su origen es definitivamente la China. ¿Entiendes?
No…Bueno, no importa. Tomate el jugo nomás.
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