miércoles, 14 de agosto de 2019

martes, 30 de abril de 2019

Éblouissement

Para Miguel


Parada en la negrura total, intento guardar algo de dignidad pasando una mano materna sobre mi vestido, alisándolo, sintiendo mi cuerpo que no veo: algo así como una caricia de apoyo a mi misma. Al mismo tiempo, intento respirar, estoy en un especie de estado de choc, sorprendida por la falta de luz en el teatro, por las tinieblas en mi alrededor, oscuridad que siento como una presencia física que me limita en mi espacio y en mis movimientos. Sorprendida y nerviosa con un foco puntual de 1000 volts (por lo menos) creando un haz de luz sobre mi cara y cegándome por completo.  Es un horror. Lógicamente, sé que puedo moverme, pero estoy prisionera de esa luz intensa de la sala de espectáculo. Ah no, esas son las cortinas, joder lorito. No veo nada. También me percato de que me miran, los que hace unos días me pidieron que lea un texto para el espectáculo de tango de mi academia y que me hicieron confianza. Es más, me hablan y me piden que empiece a hablar, pero ya no se nada de nada, el texto no me lo conozco y ni me gusta ya que no lo escribí y no lo entiendo del todo con su estilo enrevesado. Además, nunca tuve memoria, ¿por qué habré aceptado ese compromiso si no me tomé el tiempo para aprender el texto correctamente? Habré pensado que podría leer, no puedo leer en estas condiciones. ¿Improvisar? Claro que yo improviso todos los días con mi alumnos y puedo hablar cuatro horas seguidas sin problema, pero aquí no veo a nadie y suelo sacar la energía de los que me miran, necesito la mirada ajena para respirar.  Respira, Inés. Estoy parada sobre el escenario de un teatro en el ensayo general sabiendo que prontito vendrá gente a asistir al espectáculo, a oírme y aquí estoy deslumbrada tal un zorrito perdido por el camino de un bosque canadiense, por los faros de un auto salido de ninguna parte Y sí, estoy hecha une renarde. La renarde, así la llamaban a Pauline Julien, la cantante québécoise. Tan intensa ella, así como yo en este momento con ganas de se apaguen las luces y pueda ver con quién hablo. Que le spectacle commence!



domingo, 31 de marzo de 2019

domingo, 10 de febrero de 2019

Le balcon

Mère des souvenirs, maîtresse des maîtresses,
Ô toi, tous mes plaisirs ! ô toi, tous mes devoirs !
Tu te rappelleras la beauté des caresses,
La douceur du foyer et le charme des soirs,
Mère des souvenirs, maîtresse des maîtresses !

Les soirs illuminés par l'ardeur du charbon,
Et les soirs au balcon, voilés de vapeurs roses.
Que ton sein m'était doux ! que ton cœur m'était bon !
Nous avons dit souvent d'impérissables choses
Les soirs illuminés par l'ardeur du charbon.

Que les soleils sont beaux dans les chaudes soirées !
Que l'espace est profond ! que le cœur est puissant !
En me penchant vers toi, reine des adorées,
Je croyais respirer le parfum de ton sang.
Que les soleils sont beaux dans les chaudes soirées !

La nuit s'épaississait ainsi qu'une cloison,
Et mes yeux dans le noir devinaient tes prunelles,
Et je buvais ton souffle, ô douceur ! ô poison !
Et tes pieds s'endormaient dans mes mains fraternelles.
La nuit s'épaississait ainsi qu'une cloison.

Je sais l'art d'évoquer les minutes heureuses,
Et revis mon passé blotti dans tes genoux.
Car à quoi bon chercher tes beautés langoureuses
Ailleurs qu'en ton cher corps et qu'en ton coeur si doux ?
Je sais l'art d'évoquer les minutes heureuses ! 

Ces serments, ces parfums, ces baisers infinis,
Renaîtront-il d'un gouffre interdit à nos sondes,
Comme montent au ciel les soleils rajeunis
Après s'être lavés au fond des mers profondes ?
- Ô serments ! ô parfums ! ô baisers infinis !