domingo, 1 de junio de 2025

Du coin de l'oeil

 ¿Qué es eso que brilla?

El piso gris me confunde.

A ver, ¡oh, es un ganchito de papel!, un clip metálico en el piso. ¡Tan chiquitito y abandonado!

Las cosas se me pierden, es algo que domino, casi profesional; soy proclive a sufrir pequeños olvidos, a concentrarme en un pensamiento y dejar que las manos realicen acciones inconexas; la atención la tengo en mil cosas y en absoluto en la ejecución de una tarea, eso es seguro. Vivo en mi cabeza sin mirar el exterior. Además, con la vista cada vez peor, eso de desprenderme del mundo externo, está más normal que nunca. He visto en alguna parte que la gente pasa todos los días diez minutos buscando cosas.  También, he leído que podría ser genético, joder lorito, algunos distraídos seríamos del T y otros de C. Por mi parte, pienso que…

¿Qué estará haciendo ahí? ¿Cómo se habrá caído? ¿Se habrá pegado a la suela de un zapato?, pero entonces, ¿por qué tan alejado en esa esquina? Al hacer un gesto con los brazos, ¿habrá saltado de un bolsillo?; al abrir un bolso, se ¿habrá escapado como la Reina Batata? La persona lo tendría en las manos y distraída, se le habrá deslizado. ¿Cuánto tiempo hará que esté ahí perdido, ajeno a su función, entreverado entre la mugre del suelo y del color del piso? Pienso también que una persona se habrá puesto a leer, desprendiendo sin querer el clip que se cayó al piso y …

Aunque discreto y pequeño, yo lo vi y lo estoy observando, y ahora pensado en su recorrido, calculando posibilidades.

Me intriga ese clip tan fuera de lugar. Observo el piso, es lo único que esté en ese piso que deben limpiar a menudo.

-Oiga, ¿falta mucho?

-No, no, ya salgo


Souvenir


domingo, 4 de mayo de 2025

Le pont Monk

 Por mi profesión, suelo tener todo planeado, entonces  a veces, en un acto de rebeldía, me voy por las ramas, literalmente, solo para probar en sentido opuesto, por sopetón, el desbarajuste de las posibilidades. Me dejo guiar por la luz, el viento, un crujido que me aparece como una puerta inesperada y oportuna. 

No soy aventurera, me falta tiempo para eso, sino que curiosa sí, eso sí. Entonces, una que otra vez, me meto y veo. Tampoco soy muy espontanea, el impulso me parece a veces sobrevalorado. No obstante, la otra noche, en el cruce de dos caminos, con un cielo poco iluminado, por el canal, giro de repente a la izquierda en vez de la derecha que sería el camino correcto. No sé que me pasó. 

En mi bicicleta, sin luz delantera, me puse a pedalear alejándome de mi casa hacia un camino intuido más que elegido. Por una salida desconocida, me adelanto, me equivoco, luego creo reconocer el oeste sombrío de mi barrio, respiro lentamente y subo una calle empinada. La bici hace un ruido sospechoso, me bajo, miro en mi entorno y me encuentro delante de una puerta iluminada debajo de unas escaleras estrechas. Pasan por mi lado dos jóvenes y entran. Aparco la bici, abro la puerta y me encuentro en una sala grande con mesas de maderas grandes estilo picnic con manteles de plástico y delante de todas ellas, un escenario pequeño donde toca una banda de hillbilly blues. Unos cuantos muchachas y muchachos aparentemente anglófonos bailan con coreografías bien ensayadas, el ambiente tiene un aire de otro tiempo, no sé bien donde estoy. Me siento a una mesa del fondo para no molestar y en ese momento uno de los músicos se pone a cantar. La sensación de haber regresado hacia los años 70 es fuerte. Las lucecitas de color verde, rojo y amarillo parpadeando a lo largo del bar de madera, las sillas altas recubiertas de un material sintético y pegajoso. Las cortinas rojas pesadas, no sé, de hoy, no era el lugar.

Me quedé un momento a contemplar y escuchar, luego, ya era tarde, luego más ubicada, pude regresar a mi casa. En realidad, no estaba lejos totalmente, sino que lo vivido me pareció un viaje inesperado.




jueves, 1 de mayo de 2025

10 años


Madre de abril que te moriste en mayo. Volvió mayo,  volvió el otoño allá en los tucumanes, lluvioso, me entero y una primavera caprichosa aquí, cerca de tu canal.  Todo vuelve y sin embargo tu voz, tu atención, tu risa, tu humor, tu conversación, tus indignaciones, tus temores, tu amistad indefectible, tu amor por nosotras, redondo, honesto, incontestable, no vuelve : se transforma; se incorpora a mi cuerpo, a mis mañas, a mis gestos, a mis palabras. Estás cada vez más dentro de mí que en el recuerdo. Con esa cara mía que es de la mi padre, me estoy pareciendo a vos, cada vez más. Lo veo en mi boca y en la mirada.

Diez años de crecer para los hijos míos. Están hermosos, felices, estarías encantada con ellos. Diez años de tranquilidad para mí. Diez años de cambios para Paulina, y otro diez más desastrosos para el mundo que siempre fue una porquería. Ahora lo noto más. Diez años y sigo pensando lo lindo que sería  conversar una vez más de todo y de nada como lo hacíamos siempre, hablar con vos.