lunes, 25 de septiembre de 2006

Le lit impossible. (Imagen de Marcel Duchamp)


Mi cama es tan grande que parece infinita. Cuando estoy acostada no llego a ver donde termina, se extiende para un lado, se extiende para el otro, y yo en el medio floto, iba a poner serena, pero no, perdonen, no puedo. Azul mi edredón, azul el cielo que entra por la ventana. Cierro los ojos y siento los rayos del sol que caen justo sobre mi rostro por la mañana de este sábado, sábado bendito que me da una hora más de descanso antes de ir a trabajar, y oigo llegar, pasitos cortos por el pasillo, mi hija menor, abrir la puerta y meterse en la cama, sin una palabra, luego el segundo, gruñón, el primero por último, con pasos más fuertes y menos discreción. Se meten todos y hacen olas, olas con los pies, y con ellas me llega el calor de la noche, de sus cuerpos recién amanecidos. Olores de niños, de piel, de sueños. Entonces abro los ojos y sé que mi cama es el mar, y nos ponemos a jugar, de mi mar salen risas y caricias, abrazos mañaneros. Antes de irme a duchar, entro por debajo de las colchas y me convierto en tiburón, buscando deditos, porque no es cuestión que ellos estén ahí zambullidos y yo partiendo al laburo, una mañana de otoño, un sábado feliz.

domingo, 24 de septiembre de 2006

Preguntas del domingo

¿Qué pasa cuando estás sentada en un café parisino lleno de gente una linda tarde de domingo, sola, comiendo algo antes de entrar en el cine, y la gente de al lado, la mesa pegada a la tuya, conversa, y vos sin querer realmente, oís todo lo que dicen y te das cuenta que se ponen a hablar de cosas de las que vos sabés obviamente más que ellos? No han entendido como va la cosa, no es así ¿Qué pasa cuando surge una pregunta y vos conocés la respuesta?, ¿Intervenís? ¿te metés?, ¿contestás?, ¿te aguantás?, ¿no decís nada?, ¿comés con la respuesta quemándote la lengua?, hay más, ¿qué ocurre cuando alguien contesta, otro, un vecino sentado del otro lado, que se mete en la conversación con menos reparos y contesta mal. Responde errado. ¿Qué hacés?, ¿tragás atravesado el croque madame?, ¿te ahogás con la cerveza?, ¿te ponés a toser colorada por el deseo de aclarar y el miedo de molestar?, por timidez tal vez, o ¿le pedís al mozo la cuenta? Quizás pase que no puedas resistir las ganas de comentar y dejes sobre una servilleta, una nota, la respuesta y salgas disparando. No sé, ¿qué opinás?

martes, 19 de septiembre de 2006

Dos tucumanos en París

Tengo un don. Tengo el don de ubicación temporal. Queda bonito así, ¿no? En realidad es una habilidad, inútil, que me permite sentir el tiempo pasar. Como si tuviera un reloj interno. Tic tac, tic tac, percibo los minutos transcurrir con exactitud: media hora, una, dos, soy verdaderamente estupenda para eso. Lo malo es que no sirve para nada, o quizás en clase, y hasta por ahí nomás ya que estamos rodeados de referencias, relojes, móviles, campanas, sí, suenan las campanas en Francia, es imposible escaparle al tiempo. En mi caso me sirve sobre todo para darme cuenta cuando voy a llegar tarde, de la demora del bus, o de cuanto tarda Guy para hacer los deberes, calculo las esperas con una precisión matemática, uf. Lo que en realidad me hubiera gustado tener es el don de ubicación espacial, mucho más interesante, práctico y eficiente. Ahí perdería menos tiempo, ese tiempo que tengo adentro. Y causaría menos disgustos a los amigos. Saber donde voy, ¡caray!

-Te aseguro que la plaza Sta Marta queda por aquí, estamos cerca.
-¿Estás segura que existe?
- Sí, sí, es aquí nomás, pero no entiendo porque no la veo.
-Tranquila Inés, todo bien, tenemos tiempo.

Y meta a recorrer las calles parisinas, bellísimas siempre, de centro a este, de este a norte, creo, ya ni sé, al principio con sol y despreocupación, conversando alegres, mi amigo y yo; me gusta tanto cuando vienen a visitarme, así me hago la parisina bacana, la que debiera conocer. Al comenzar el paseo estuvimos siguiendo unos enormes camiones que echaban música electrónica y un montón de chicos bailando alrededor, camiones que se seguían a poca distancia con músicas discordantes, atronadoras, y mucho buen humor. Un París de fiesta, un sábado, una fiesta extraña, no me pregunten por qué, no sé.

-Perdone señor, ¿sabe dónde queda la Plaza Sta Marta?
-No, nunca la he sentido hablar.
(dando vuelta la cara hacia mi amigo)
-No me mires así, te juro que existe, yo ya fui dos veces, es cuadrada, tiene un café en una esquina, simpática, divina, comeremos rico, ¿estás con hambre?
-Es que ya es tarde.
-Uy, estás con hambre, ya, ya mismo llegamos, ya verás. Por algún lugar debe estar. ¡Oh! el canal, sí que estamos cerca. Ya, falta poco.

Mil veces miramos los planos, preguntamos, anduvimos de acá para allá, les podría decir cuanto tiempo caminamos pero me da un poco de vergüenza, hicimos tantos kilómetros que ya no quedó más que un momento para comer antes del espectáculo que estaba, claro, del otro lado del mundo, allá al sur oeste de París. Y nosotros sin ver siquiera la plaza.

-Perdona, no sé, es como si hubiera desaparecido. Parece un chiste de mal gusto. Tenemos que irnos.
-En cuanto llegue a casa la encontraré con el Google Earth.

¿Google Earth? A eso tienen que resolver mis amigos cuando vienen a visitarme en París. Pobre de mí. Les cuento llegamos a hora al espectáculo, por suerte. A la hora justa, en punto. Sí, bueno, no comment.

domingo, 17 de septiembre de 2006

Panam, Panam toujours Panam





« ...Un refrain courait dans la rue,
Bousculant les passants,
Qui s'faufilait dans la cohue
D'un p'tit air engageant.
Les gens sur son passage,
Se regardaient l'air surpris,
Cessaient leurs bavardages :
"Quel est donc ce malappris ?"
Oui, mais l'air était entraînant
Et les mots engageants
Et surtout, il y avait dedans
Du rire à bout portant... »


Piaf

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Descubriendo Nunca Jamás





"Los niños nunca deberían ir a la cama, cuando despiertan son un día más mayores"





Crónica de fin de verano

Le han salido ronchas a la gorda, al atardecer, la víspera de ir a la escuela, primer día del primer grado del resto de su vida. Se retorcía, le picaba tanto que no podía parar de rascarse, me pareció una reacción alérgica a la picadura de algún mosquito. Las ronchas crecían a medida que se las miraba. Más se agitaba más le picaba, claro. Mi niña, Emi, tranquila amor, ya, cierra los ojos y pasará, ¿ves? te pongo agua sobre el escozor, date vuelta que necesitás un masaje de mamá, mimos, besos (y valor para mañana pensaba yo). Tanto le dice la gente, y yo en una cierta medida, que es grande, que está grande, que es una señorita, que ya alcanzará a los hermanos, qué aprenderá a leer y escribir, y será definitivamente grande que le vinieron ronchas, gordas, rojas, y muy incómodas a mi hija ... que ya va a la escuela, y será grande y sabrá leer y escribir y ...
¿Mamá?
Dime hija
¿Cuándo me podré casar?
¿Casar? ¿ya te quieres casar?
Llevo una vida esperando, mamá.
Empecemos por la escuela Emilia, ¿qué te parece?
Buenas noches, mamá
Buenas noches, mi vida.

Benjie no puede dormir. Dice que se ha desacostumbrado. No le sale. Se da vuelta en la cama, piensa en un millón de cosas y le entra calor. Le pesan las sábanas, lo escucha al hermano respirar y se desespera. Mira el reloj y pasan los minutos, faltan siete horas para la mañana. Seis horas y cincuenta minutos. Le viene sed, va al baño, toma agua, ¿mamá? Benja ¿qué pasa? No hay caso, lo he intentado todo. Uy hijo es tardísimo, ¿has tratado cerrar los ojos? soñá con que ganas en el fútbol, un gol, pensá en un gol espectacular, tus amigos mañana hinchando en el patio de la escuela, los cuadernos nuevos que estrenarás, qué sé yo, Benja a dormir por favor. Sí mamá, buenas noches. Buenas noches mi vida.

¿Y Guy? Por el momento Guy duerme, duerme profundo, tan fuerte duerme que mañana será un nuevo día, completamente, y no se acordará que hay escuela, qué entra en la secundaria, que cambia de colegio, qué tendrá que irse en bus, que no regresará a casa para almorzar, que tendrá seis o siete materias, que tendrá deberes hasta la coronilla, pero no hay que preocuparse, Emilia y Benja lo hacen en su lugar. Mañana empieza el colegio.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Cuando el silencio se vuelve locuaz, la mirada: vida, y la vida anécdotas, tristes, buenas, improvisadas, necesarias, trágicas, sorprendentes ...