
« Ah! comme la neige a neigé!
Ma vitre est un jardin de givre.
Ah! comme la neige a neigé!
Qu'est-ce que le spasme de vivre
A la douleur que j'ai, que j'ai. »
Por las calles pasan más camiones que coches. Están yendo y viniendo, ruidosos y enormes, preparándose para levantar la nieve. Es un baile particular con sus códigos y costumbres. Se los ve llegar en fila, uno tras el otro, con una luz naranja guíando y se sabe que mañana estará la calle un poco más despejada, si no limpia. Un cortejo lento e imponente, que empieza al atardecer… Y como el poeta también me pongo a pensar en aliteraciones en g.
Tout ses espoirs gisent gelés :
Je suis la nouvelle Norvège
D'où les blonds ciels s'en sont allés.
Desde hace casi dos semanas, estamos en Noruega, mi ventana "un jardín de escarcha"— Sobre la calle Victoria, el paisaje es blanco y negro, entre bultos de nieve, las calles peligrosas, resbaladizas, cubiertas de un fino polvo que se cuela a los pies. Delante de casa está la pala, ahí nomás, cerquita y lista, por si acaso se acuerda mi hijo mayor o yo me animo a limpiar la entrada, otra vez. Cada vez que saco nieve pienso que hay gente que paga para ir al gimnasio, y me río. Con caminar en la nieve pegajosa hasta la farmacia o el correo, ¡¿quién necesita ejercicio!?, digo yo, que camino cuidadosamente de arriba abajo la calle varias veces al día. ¿Si no caminara podría ver los árboles helados?
Y hoy pensé: voy a comprar madera, y poner en marcha la chimenea, juntarnos con los chicos a ver las llamas disparar, y en esas paso por una casa en la calle comercial, una casa con luces de Navidad y música y oigo:
Norwegian Wood de los Beatles, y pensé, ah, la magia de las coincidencias, Emile Nelligan revisted por Lennon, qué bueno. Me volví a casa contenta, sin árbol de navidad, ni madera para el fuego, con un solo regalo, pero con la sensación de que como el invierno canadiense no existe nada igual en ninguna parte.
Si, si existe: el invierno noruego o sueco. Te cuento manana, o me cuentas y lo discutimos frente al fuego, despues de palear la nieve de la entrada.
ResponderEliminarYa llego. Un regalo y una cena.
a.v.
¿Quién es¿
ResponderEliminarel cartero
¿trae carta?...
Síííííííi... me trajo una postal preciosísima desde Canadá. Es preciosa, llena de colores vivos y cálidos. Y dentro me trajo unos bomobnes de Guy, de emilia, de ben y de inés (aunque no sé si el nombre los bombones lo he pronunciado bien)
Felices fiestas desde las canarias, donde dicen que siempre luce el sol, pero donde no ha parado de llover en estos días.
Besos a todos
Carmen
Justo en la novela que estoy leyendo empieza a sonar la canción de los Melenudos de Liverpool en el avión.
ResponderEliminarQue celebres las fiestas de fin de año a tu gusto.
Un abrazo desde la Tumba de los Reyes Magos.
(Dicen que sus huesos descansan en la catedral de Colonia. Como no soy creyente ni había nacido entonces, no lo puedo consignar.)
Me has hecho recordar también que unos amigos charapas (de Iquitos, selva del Perú) no tenían ningún empacho en armar el bailongo en plena Navidad. ¡Era verano en Lima! Los demás nos acercábamos con cierto recelo. Y nos quedábamos hasta la madrugada, claro.
ResponderEliminarQue se cumplan por lo menos 5 de tu larga lista de deseos para el próximo año. Salud y espíritu limpio van de mi parte.
Un abrazo desde la Tumba de los Reyes Magos (dicen que sus osamentas están en la catedral de Colonia)