miércoles, 27 de agosto de 2014

Miroslav Penkov

Il arrive parfois que l’on ouvre un livre et que dès les premières pages, que dis-je, les premières lignes, l’absolue évidence d’avoir entre les mains un bijou s’impose et nous étreint la gorge. Un ton, un style, une écriture, mais plus encore : un regard tendre et intelligent sur les gens, sur la vie, sur l’histoire, nous remue au plus profond. Le livre de Miroslav Penkov auteur du recueil À l’Est de l’Ouest, publié en 2011 est de ceux-là.

Ce jeune Bulgare installé aux États-Unis depuis 2001, a écrit un livre tout bonnement remarquable; il nous propose un recueil de huit nouvelles savoureuses qui parlent de sa Bulgarie natale, de l’histoire, de personnages pittoresques, de l’exil, d’un peuple balkanique balloté d’une guerre à l’autre, d’un régime à l’autre, de comment ces événements affectent les gens individuellement, mais aussi, il parle fondamentalement de nous, de nous tous face à la vie, avec nostalgie, humour, émotion, cruauté, vérité, et qui nous renvoie vers l’intérieur, là où dansent à côté des histoires créées par Penkov, parfois sensibles souvent burlesques, nos souvenirs, là où palpite notre cœur et, où résonnent ses phrases justes, formidables, qui nous suivent pendant des jours, qui altèrent l’univers autour de nous, qui réapparaissent tout d’un coup au milieu de la journée. N’est-ce pas le signe d’un écrivain universel, celui qui arrive à approfondir notre regard sur les choses, qui donne une dimension nouvelle à notre perception du réel?

Deux cousins qui s’aiment et ne peuvent se voir que tous les cinq ans à la rivière qui divise leur village entre Ouest et Est. Un grand-père devenu jaloux d’un soldat mort au début du siècle en retrouvant dans un coffret les lettres de l’amant à sa femme; un petit-fils qui achète sur eBay le corps embaumé de Lénine et l’envoie à son grand-père communiste : comment ne pas frémir en se rappelant de ce dialogue génial et émouvant de la conversation téléphonique entre le vieux et son petit-fils; un jeune-homme prodige qui vole une croix en or à une église orthodoxe, autant de perles dans cet ouvrage, qui ne se ressemblent pas mais qui, au fond, forment un tout merveilleux, qui évoque l’âme d’un pays martyrisé par l’histoire, et le désir de ce jeune auteur de faire devoir de mémoire.

Il arrive parfois que l’on ouvre un livre et que nos yeux se brouillent bouleversés et heureux, et que surgisse l’absolue conviction qu’un grand auteur est né.

martes, 26 de agosto de 2014

100 Julito Florencio

  • "¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?."

martes, 19 de agosto de 2014

Me hizo reír Claudio Bertoni

Me gustaría ser un nido si fueras un pajarito 
me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío 
si fueras música yo sería un oído 
si fueras agua yo sería un vaso 
si fueras luz yo sería un ojo 
si fueras pie yo sería un calcetín 
si fueras el mar yo sería una playa 
y si fueras todavía el mar yo sería un pez y nadaría por ti 
y si fueras el mar yo sería sal 
y si yo fuera sal tú serías una lechuga 
una palta 
o al menos un huevo frito 
y si tú fueras un huevo frito yo sería un pedazo de pan 
y si yo fuera un pedazo de pan tú serías mantequilla o mermelada 
y si tú fueras mermelada yo sería el durazno de la mermelada 
y si yo fuera un durazno tú serías un árbol 
y si tú fueras un árbol yo sería tu savia 
y correría por tus brazos como sangre 
y si yo fuera sangre viviría en tu corazón. 

jueves, 14 de agosto de 2014

El parque al lado de casa



Los árboles alrededor están desmenelados, verdes y vivos. Es un día de verano pleno, maduro y claro, a pesar de ser de tarde, hace calor. La gente rodeándome pivoteando, arrastrando los pies, baila sabiendo bailar y los miro con algo parecido a la envidia, aunque sea más del órden del deseo. Estoy en los brazos del aquél, vehemente y él al sentirlo se ríe, "tranquila, nena que el tango es una cuestión de conexión", me dice, "sentime, y dejate llevar", pero yo lo que quiero es saber. Rápido pibe, dale, bailemos, explicame, que aprenda de una vez.

Me estremezco con cada frase musical. Lo conozco a ese tango, es uno de los viejos. La letra me aturde. No, no llores, muchacha... la música tocando fuerte, me envuelve. Intento relajarme. "Presiona  mis hombros con tus manos, como si me rechazaras un poquito. Tenés que seguirme, me dice de otra manera no podemos bailar". Qué difícil es para mí. Nunca he bailado a dos, sino cuando chica con mi hermana, rock and roll. Yo no sé, y él de repetir, yo propongo y espero tu respuesta, luego viene el baile, tu pecho prendido al mío". Me concentro sobre la presión, la música. Los ocho pasos de base. Es tango. Bailando afuera con un desconocido, bajo la luna gorda, una tarde calurosa de verano,  estoy feliz que haya habido gente bailando  en el parque y que yo haya estado pasando por ahí.




jueves, 7 de agosto de 2014

Alfredo, querido.

VIII

No podrás morir.
Debajo de la tierra
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne,
sin harina, sin higos,
no podrás morir.
Sin mujer y sin hijos
no podrás morir.
Debajo de la vida
no podrás morir.
En tu tanque de tierra
no podrás morir.
En tu caja de muerto
no podrás morir.
En tus venas sin sangre
no podrás morir.
En tu pecho vacío
no podrás morir.
En tu boca sin fuego
no podrás morir.
En tus ojos sin nadie
no podrás morir.
En tu carne sin llanto
no podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
Enterramos tu traje,
tus zapatos, el cáncer;
no podrás morir.
Tu silencio enterramos.
Tu cuerpo con candados.
Tus canas finas,
tu dolor clausurado.
No podrás morir.

Sabines