domingo, 26 de febrero de 2017

Toni Erdmann

Sentada al lado de una señora impasible, miro la sala oscura echando un ojo curioso sobre la gente presente. No suelo venir a menudo a este cine. Estoy del lado francófono de la ciudad y la energía acá es algo diferente de la que conozco. Supongo que es dado a que el barrio es universitatio y los espectadores parecen más jóvenes que del lado oeste de la isla.

Toni Erdmann es una película alemana muy comentada por la prensa y la sala está llena. Empieza la película con una escena absurda, larga, lenta y a mi ver, extremadamente graciosa, sin embargo nadie se ríe; a mi vecina no se le mueve una arruga, mira seria la pantalla. Quiero reír pero nadie hace ruido, y no me animo a romper el silencio  formal de la sala. De repente, se oye una risa ahogada y sincera, mi amiga a mi derecha, se regocija, y poco a poco esa risa extraordinaria, se  derrama en la sala oscura, transmitiendo una onda de risa que se parece a un ataque de risa controlado. Todos reímos y no pararemos de reír hasta el final.

La historia de esos dos alemanes en Bucarest y de la relación entre el padre y su hija, de las situaciones absurdas y de los momentos tiernos, complicados y realmente cómicos, me convenció que es una de las películas del año.






No hay comentarios:

Publicar un comentario