El mejor método para reconocer al artista es entrar en la sala y dejar que el ojo indolente pasee sobre los cuadros, que acaricie los retratos y cuando de forma (casi inconsciente) se capta una
mirada cálida, una tela que vibra, una arruga que fascina; cuando el cuadro
habla, muestra vida, experiencia, luz, emoción y movimiento entonces es
Rembrandt.
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