sábado, 11 de octubre de 2008

Bon voyage!



Amsterdam and Cape Town sound wonderful, but nothing could be better than this Nop.

5 comentarios:

  1. Entre en Amsterdam con elegancia romana. Como Julio Cesar, llegue, vi, fume un cigarrillo y me fui. En Cape Town la mision ya esta cumplida; manana cerramos el chiringuito y me voy a doblar el Cabo de Buena Esperanza y saltar de isla en isla.

    Un beso.

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  2. -¿Mujer de marinero? repitió el tipo.
    -Marinero sudafricano, precisé. De esos que juegan al rugby y caminan por la calle con un revolver en el bolsillo, uno no se puede fiar... en el caso qué... Ya sabe otras costumbres allá. ¿No?
    -Y ¿está en alta mar?
    -No, no, aquí a la vuelta nomás, me espera que termine con estas compras...
    -Ah.
    -Si espera un minuto más quizás lo vea y lo conozca,... pero por qué se va... Ya está llegando... Oiga, que son simpáticos los sudafricanos... A mí me gustan mucho...

    Nota: marinero mío, marinero de alta mar, siga saltando de isla en isla que aquí se lo extraña, mucho, pero nos divierte la idea que nos lo contará con detalles.

    Su Penélope cocinera...

    Los salmones, las chauchas y el arroz, todo salió sabrosísimo.

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  3. Mi Penelope cocinera de chauchas:

    Lo bueno de comenzar un viaje es la certidumbre de que al final espera el hogar. Afortunadamente, no me acompana la maldicion de Hendrik van der Decken, el capitan del Flying Dutchman, El Holandes Errante, condenado a navegar en su bajel hasta el final de los tiempos, estos y los paralelos que no se atreven a pasearse por nuestras vidas. Doble el Cabo de Buena Esperanza con mejor suerte que el marino de las Tierras bajas; vientos poderosos que salpicaban el aire de rocio salado dandole al cielo un temblor tornasolado bajo la luz del ocaso. Antes de que reinara la noche avistamos False Bay, decepcionados de que no fueran aun las aguas del Indico, y siguiendo la linea de la costa atracamos en Simon’s Town. Tiempo de peces y vino en una taberna del puerto; despertamos el interes de los locales que preguntaban sobre nuestra procedencia, los comos, los cuandos y algun que otro por que. Como podia mas el alivio que el cansancio, despues de cenar sali a pasear recorriendo la orilla, por ver si llegaban ecos de sirenas o noticias del Norte. Entre rumor de olas, focas y pinguinos me encontre con un hombre que decia venir de Zimbabwe, un tallador de piedra que respondia al nombre de Ones Shosho. Y en medio de una noche tan negra como su piel me hablo de la belleza de las formas que aun no existen, de los perfiles que esperan tranquilos en el centro de la roca.

    -- Un hombre que pasea solo a estas horas tiene, forzosamente, una pena para olvidar o una mujer que recordar con nostalgia. Quien eres? Buscas el olvido o avivas el recuerdo?
    -- No, no busco el olvido. Viene conmigo la nostalgia.
    -- Una mujer. Cual es su nombre?
    -- Ines.
    -- Que nombre tan raro! Que significa?
    -- Es un acronimo de los puntos cardinales, sin Poniente. El misterio esta en la I. Es el centro y la plenitud.

    Shosho quedo pensativo, saco una piedra pequena de un bolson y se puso a trabajarla con un cincel y la fuerza de sus dedos, grandes, brutales, prodigiosos. Mientras trabajaba me conto que la cara del elefante es una mariposa, y de la piedra saco esa cara con alas y me la ofrecio para que te la entregara y recordaras la existencia de un hombre al que no has conocido. Ahora llevo una mariposa de piedra en el bolsillo y la mision y el deseo de ponerla entre tus manos. Quiera la Estrella de los Vientos que sea pronto!

    Por el Indico, hacia el Norte y buscando los sabores fuertes etiopes, un beso y una nota de sabiduria africana.

    El semen pusilanime no sirve para procrear (proverbio Nembe).

    a.v.

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  4. "He soñado una fuga. Un «para siempre»
    suspirado en la escala de una proa..."


    Medialuz, César Vallejo.

    Con un beso, amor.

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  5. Qué distinto el amor es junto al mar
    que en mi tierra nativa, cautiva, a la que siempre
    cantaré,
    a la orilla del temple de sus ríos,
    con su inocencia y su clarividencia,
    con esa compañía que estremece,
    viendo caer la verdadera lágrima
    del cielo
    cuando la noche es larga
    y el alba es clara.

    Nunca sé por qué siento
    compañero a mi cuerpo, que es augurio y refugio.
    Y ahora, frente al mar,
    qué urdimbre la del trigo,
    la del oleaje,
    qué hilatura, qué plena cosecha
    encajan, sueldan, curvan
    mi amor.

    El movimiento curvo de las olas,
    por la mañana ,
    tan distinto al nocturno,
    tan semejante al de los sembrados,
    se va entrando en
    el rumor misterioso de tu cuerpo,
    hoy que hay mareas vivas
    y el amor está gris perla, casi mate,
    como el color del álamo en octubre.

    El soñar es sencillo, pero no el contemplar.
    Y ahora, al amanecer, cuando conviene
    saber y obrar,
    cómo suena contigo esta desnuda costa.

    Cuando el amor y el mar
    son una sola marejada, sin que el viento nordeste
    pueda romper este recogimiento,
    esta semilla sobrecogedora,
    esta tierra, este agua
    aquí, en el puerto,
    donde ya no hay adiós, sino ancla pura.

    Claudio Rodriguez (Sin adiós).

    Austeros ambos, no hoscos.

    Desde la quietud cotidiana, un beso y un nudo marinero.

    a.v.

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