
Un verano caluroso en Montreal, cuando era chica, viviendo con unos familiares mientras esperábamos tener casa propia, o irnos, ya no sé, íbamos al cine. La ciudad estaba vacía, el mes de Julio demasiado caliente para estar fuera, o sea que todos los changos, éramos cinco chicos, nos íbamos ahí nomás, cerca, al cine del barrio, pagábamos la entrada en la primera función del día, nos instalábamos en la sala oscura con pantalla gigantesca, y ahí pasábamos la sesión del mediodía, de las dos, de las cuatro solo para volver a casa, con hambre, a la tardecita cuando ya se podía nuevamente respirar. Veíamos la misma película tres o cuatro veces seguidas, no nos levantábamos por miedo que nos vengan a buscar, nos echen o nos pidan más plata, pero por suerte no ocurrió, nadie nunca vino, nadie apareció, y muchas veces fuimos los únicos espectadores en la sala. Yo puedo ver una película muchas veces sin cansarme, sin siquiera moverme, hasta el día de hoy. No sé cuando exactamente me entró pasión por el cine, ya en esa época estaba completamente enamorada de la sala oscura, y también, claro de las fotos, los paisajes, los decorados, los actores, y la música. ¡Ah!, mirar una historia con fondo musical, ¿habrá algo más divertido? Y esas actrices, bellas, malas, o divertidas, los actores fuertes y elegantes, hábiles, saltando, bailando, disparando, dialogando sólo para vos, las veces que quieras oírlos. Guiones, cámaras, interpretación, claro después en la adolescencia me interesé en el cine con mirada más crítica, y por supuesto que en la intimidad de la falta de luz, habré dejado que un festejante me acaricie la rodilla o ponga su mano sobre mi hombro, no digo que no, pero la felicidad que sentí todo ese verano con aire acondicionado, pochoclo y Terence Hill, nadie me la quita.
Feliz día, mamá, en tu noche de media luna.
Sonaba Dréxler en la radio y me acordé de ti, de nuestra estancia en tu casa de París, de tantos buenos recuerdos...
ResponderEliminarQue tengas un cotidiano día feliz.
Un abrazo.
Eh, ¡Hank, tanto tiempo! Sí, en una época me gustaba Drexler. Sí, en una época viví en París, sabes la casa fue completamente transformada, no la reconocerías. Han roto paredes, han puesto cosas, la entrada tan espaciosa y agradable tiene cielorraso, y bueno la casa es de otros.
ResponderEliminarGracias Hank, en serio estoy bien. Estoy desde marzo muy bien. Un trabajo divertido, y las cosas yendo como quiero. Sí, un abrazo grande.
Inés
El cine, igual que la literatura, ha sido para muchos de nosotros una ventana permanente por la que ver modelos de vida, a pesar de que en el cine todo es mentira. En ocasiones sufres permanentemente la falsedad de la vida y entonces consideras la posibilidad de refugiarte en la "falsa verdad" del cine.
ResponderEliminarHe puesto una foto de un cine en Tucumán aunque el texto hable de Montreal. Me gustó la foto, conozco el cine; el cine al que iba en Montreal no existe más. Aquí los cines de barrios cerraron poco a poco, fueron reconvertidos o derrumbados simplemente. El cine Candilejas muestra chicos contentos saliendo por la puerta: la imagen la colgué porque me gustó. Me recordó mi propio estado de ánimo. Eso, una precisión ante la posible confusión que he creado.
ResponderEliminarBesos a todos,
Inés