Esta cantante me acompañó durante mi primer viaje a Europa, fue regalo de mi amigo Gastón, que me hacía casetes divinos para hacerme reír y llorar. Divino. Un tango mexicano...
Para Antonio,
Era un día de calor en Montreal, hace muchos años. Mi madre rodeada, rondada por unos amigos míos, conversaba. Oía yo las risas y las voces a lo lejos mientras entraba y salía de la cocina a la terraza de mi casa donde estaban sentados. Remigio dijo: "Marta, tienes que vivir en Zacatecas", ¿de qué iba la conversación?, del calor supongo, no sé, sino que quedó zumbando la palabra en el oído. Zacatecas. Hay palabras sonantes, que esconden misterios y aventuras detrás de sus letras y sonido.....¿De qué hablan chicos? Preguntaba yo curiosa. En el centro de México, existe una ciudad bella, en cuyo sitio sería perfecto vivir sin calor ni frío en aquel clima seco de las alturas de las sierras mexicanas.
Hasta hace dos años no conocía México más allá de los libros, las películas, los boleros y las voces de los mexicanos con los que me encontré a lo largo de mi vida. Hace dos años, sin embargo, entró México en mi vida de una forma resolutiva.
Siguiendo con el tema del calor, estoy caminando por Mérida, un verano ardiente, buscando estatuas a lo largo del Pasaje Montejo, arteria paqueta de la capital colonial del Yucatán, cuando de la mano me hacen entrar en un museo con aire acondicionado--alivio cultural y antropológico de esa tarde calurosa. El Palacio Cantón presentaba además de su exposición permanente, en el segundo piso, una muestra de fotografías impresionantes; el fotógrafo: el señor Romualdo García de Guanajuato. Así decía un cartelito discreto sobre la pared: Guanajuata. Quedó pegada la palabra a mis pupilas. Existen palabras que retratan en el aire historias, revoluciones, polvo y calor, angelitos vestidos, padres endomingados, las facciones duras, la mirada triste, la muerte rondando, reproducidos con tacto y belleza.
Y hace poco volví a México, otra vez al DF, esta vez buscando calor, en aquella ciudad mágica donde desaparecen árboles en los bosques de Chapultepec, ciudad intensa, enorme, vibrante, musical, sucia, hermosa, que recorrí a pie y de la mano del que me la puso en el mapa y cuando buscamos donde dormir, el hotel no tenía calle, estaba enfrente de una plaza, entre Zacatecas y Guanajuato. Dos calles de la colonia Roma, al sur. Ahí viví el amor, ese que aísla a los amorosos del resto de la humanidad y recibí el año.

La próxima vez iré a Zacatecas y a Guanajuato.
HOLA INES!!
ResponderEliminar...la escuché por primera y única vez, en mi primera y no única visita a Montreal, y como con muchas de las cosas que viví allí, sonrío en el momento en que la recuerdo .
un beso.
Feliz 2010
EJE barcelona
Eduardo, sí me acuerdo perfectamente haberte hecho escuchar el casete, pero era en París, amigo mío, dónde también me viniste a visitar. Varias veces.
ResponderEliminarSomos un par de risueños, vos y yo.
Te dejo unos besos y unos saludos para tu banda, que quiero y extraño.
Feliz 2010
Inés
Lo nuestro, Ines, es que desaparezcan las cosas. Caminando por el Paseo de Montejo, en Merida, las esculturas habian huido del calor, esa atmosfera de corazon de volcan que nos llevo a mirar las fotos de Romualdo Garcia. Eran retratos de familia con motivo de la muerte de un hijo; los padres endomingados y seriamente tiernos, con la tristeza resignada de quien confia en otra vida que nadie ha visto, y el cadaver del hijo engalanado como una marioneta que quiere ser un angel. El caracter angelical de los ninos muertos.
ResponderEliminarAl salir del Palacio Canton, sentados frente al monumento de color incomprensible (es verde?, es naranja?), comprendi adonde se habian ido las esculturas que no estaban: al DF. El DF es una ciudad sin mas limites que sus estatuas y, como un arbol encuentra escondite en un bosque, alli se fueron las figuras del Paseo de Montejo.
Pero fuimos a DF y el arbol tambien habia desaparecido. Era el bosque de Chapultepec menos uno. Y sin arbol ni esculturas, tambien se nos perdio el hotel de la calle Madrid y acabamos entre Zacatecas y Guanajuato. No hay que sorprenderse: perdimos un cine en Paris, hasta carteles habia diciendo “El cine no esta aqui”, desaparecio la calle Guemes en Bariloche, la orientacion de un taxista en Valparaiso y, el colmo, en Avila desaparecio la muralla! Pero aunque desaparezcan algunas cosas, otras se dejan descubrir. Y en la colonia Roma, entre Pushkin y Juan Rulfo, Obregon trazo una linea recta para poblarla de libros y todas las esculturas que habian huido de Merida: Davides sin filiar, un discobolo pensativo y un San Sebastian malmatado que languidecia entres diosas desnudas, tritones y basura. En la perpendicular cantaba Cifuentes entre tequilas derechos y virgenes prisioneras en la reja de un balcon. Era la plaza donde gondolas cargadas de mariachis navegaban para darle una serenata de rancheras y boleros al Cristo del veneno, y la Senora Mari improvisaba un monologo que Scherazade habria envidiado.
Comenzaba el 2010 entre Zacatecas y Guanajuato. Y entre Zacatecas y Guanajuato solo, dulcemente, tu. Gata con botas, Ines.
a.v.