jueves, 16 de agosto de 2012


Bar "La Calesita"

Es el fondo de un bar. Es un lugar parecido a una
cueva donde uno se sienta, bebe y ve pasar a
hombres enrarecidos por distintos problemas. Es una
gran linterna mágica.

Es una gruta retirada del mundo que cobija a sus
criaturas. Uno se siente allí ferozmente feliz.

Acaba de aparecer el primer hombre, apenas ha
aprendido a caminar, aún no sabe defenderse.

El hombre sonríe y llora y sigue la fiesta
(Paco Urondo)



La mirada clavada hacia dos puertas automáticas que se abren y cierran dejando pasar a pasajeros desembarcando del avión, la multitud espera; van saliendo grupos de gente, esta vez, una pareja se asoma con su valija de ruedas individual, despacio y sonriendo, otra vez, una familia llega empujando un carrito con un montón de maletas apiladas, avanzan se paran, siguen, un hombre apurado sale dando zancadas amplias, se alisa con una mano la corbata, de la otra manipula un celular, lleva su bolso sobre el hombro, proyecta hacia el fondo una mirada seria, nadie lo espera, se dirige como una bala hacia la puerta de salida; en la afluencia, las manos se agitan por no tener nada que hacer, los cuerpos y la atención se tienden a cada abertura de puertas, estoy, estamos del otro lado, a la espera de los que llegan, de los que han viajado: hay tal despliegue de afectividad que estos momentos robados son un verdadero show, un fascinante espectáculo de momentos cortos, intensos y surreales. Pienso sonriendo que si a esta muchedumbre le llegara alguien a su casa, tocara el timbre, no ocurriría ese exacerbación de emoción; una mujer sale por las puertas, inquieta, cansada, y de repente se le ilumina la cara, una niña se abalanza, la mujer cierra los ojos mientras apoya su cara sobre la frente de la niña que la abraza. La rodean de cerca los otros, dos niños más, un poco atrás un hombre espera su momento. La mujer levanta la cara, se queda un momento mirando al hombre, los chicos la empujan pero ella lentamente se acerca de su cara y le da un beso. Se la nota conmovida, el rictus de su boca entre llanto y alegría. Me río feliz de estar ahí, testiga dichosa del teatro de la vida, encapsulado en dosis ultra potentes.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho lo de "El teatro de la vida encapsulado en dosis ultra potentes".

    Cápsulas cuyo efecto ha llegado hasta Colonia. Gracias.

    Saludos lejanos
    HjV

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