lunes, 29 de mayo de 2017

Domingo


Paseando con Emilia por la calle hoy, día maravilloso y claro, yendo a un restaurante griego para cenar, allá al oeste, sin prisa, con sol en la cara y en los brazos y en la sonrisa, sol oblicuo de tardecita, después de haber bailado cuatro horas como todos los domingos, y, también que me hayan dicho, con tono sincero: "qué agradable es bailar con vos", así livianita y feliz como en verano, consciente de la dicha de este día  porque mañana lloverá como ha llovido desde el principio del mes de mayo, entré en una librería de segunda mano cerca de casa y la vi. Ahí estaba en su estuche marron claro, perfecta. La vi y se me clavó la mirada. Mandé a que la sacaran  de su mostrador, la ensayé, y sí, a pesar de su edad, funcionaba. Joder lorito, pensé, la compro y la compré. Una locura de cuarenta pesos.

Me la llevé a casa después de la cena, claro, y con gusto la instalé en la mesa del comedor. Le arreglé el papel, y empecé a escribir.

Las palabras salían con ritmo y música. Fue un placer reencontrado volver a sentir el golpeteo de mis dedos sobre las teclas, qué felicidad lo de oír mis pensamiendo imprimirse sobre el papel a medida que mis dedos escribían y sonaban tac tac tac.  Fue como comer un dulce de la infancia y volver a sentir el momento del estremecimiento de la piel al contacto de la miel o el airecito  respirado en aquellos tiempos. Es un capricho, pero como estoy a la edad de hacer lo que se me da la gana, ... ,  ahí sigue sobre la mesa, esperándome.  La usaré para escribir cartas a mis amigos, primos, tía, cartas de verdad, con noticias buenas y malas. Qué buena idea, qué divertido. Habrá que ir a buscar direcciones.

Commodore  modelo 650 del año 1962

miércoles, 17 de mayo de 2017

Respirar

Qui trop embrasse mal étreint

Intentaré tomar más tiempo o ocuparlo mejor porque en este momento estoy agobiada de laburo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Claudia Piñeiro: entrevista

"Hay una cosa que yo pondría como común denominador, y es el suspenso. Me gusta manejarlo, ir llevando al lector para que me acompañe en esta historia que quiero contar. Es una suerte de homenaje a la narración oral. Hay gente que cuenta algo más o menos interesante, y uno escucha atento, esperando a que llegue al final. Me gusta ese tipo de relato, en el que uno cuenta una historia y el otro espera que sigas. Puede pasar en un policial, o, también, en una novela psicológica como ésta (Una suerte pequeña). Me gusta dosificar la información, usando un lenguaje de determinada manera, para que el otro me quiera acompañar en esa historia que estoy contando."

lunes, 1 de mayo de 2017

2 años

puedo aun sentir latir su vida en mi mano cuando apretaba sus largos dedos finos en lo que sería su último día, puedo aun sentir su calor, lo tengo en la mano y en el recuerdo; agradecida estoy de haberla besado y saber que vivía tenuamente, y que me oía, lo sé. 
Recordándola y echándola de menos hoy día de descanso del trabajador. El mes de mayo florido en Montreal tiene tu pulso, mamá.