La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo (Jean-Louis Barault)
Cuanto más se envejece más se parece la tarta de cumpleaños a un desfile de antorchas. (Katherine Hepburn)
-¿Y?
-No podía
sonreír, tuve que ponerme el pelo detrás de las orejas… tomar un aire solemne.
-¿Y?
-Cómo que ¡y!,
¿qué dices?, salió la foto y parezco una convicta con cara de amargada, una
escapada de Alcatraz triste.
-¡Qué
exagerada!
-La vejez,
amiga, la vejez… Sin poder sonreír, sin poder arreglarme y esconderme con el pelo,
veo esa cara alargada y patética, parezco un retrato del Greco.
-Estás muy
bien, no digas macanas.
-La dureza
de la expresión me asustó. Pero, no es solo eso. La vejez, niña, … al salir de
la tienda, me puse el gorro, la bufanda, me cerré el tapado hasta el mentón. Me
puse los guantes. En la calle, habían salido del colegio un grupito de chicas
con uniforme y tenían la falda enroscada para que se les vean las piernas, el
abrigo abierto, sin gorro. Caminaban alegres. Pasé al lado como un Yeti
apretujada de ropas: una verdadera salchicha nórdica. Había estado tentada de ponerme
las suelas antideslizantes que tengo para el hielo… y me acordé de que todavía
no tenía 65 años… No, si no te digo, la vejez. Estoy hecha un mamarracho. Cara
patética y carácter aprensivo. Uf
-Sos
precavida.
-Qué
precavida ni que mierda, soy vieja y tengo que aceptarlo. Ahora, lo que tengo
que hacer es intentar envejecer con más elegancia.
-¿Y eso? ¿Te
vas a abrir el abrigo en la calle?
-No,
tontita.
-¿Te vas a
rodear de gente mayor para que te digan lo bien que estás?
-Tampoco.
-Entonces,
¿qué?
-Me voy a
quitar los lentes de contacto, eso de ver la realidad está sobrevalorado. Sin
los lentes de contacto, todo está preferible, la gente más bonita y la memoria
a buen uso. Además, no pararé de sonreír, está clarísimo que quedo mucho mejor.
-Ya, más
loca que la mierda, vos, ¿no?
Y sí, ya se sabe.
Ay, Néné me hiciste reír. Merci ma belle.
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