La ciudad se cubre de una gran nube blanca, batalla de polvos, para recibir a los de allá de vuelta acá, y todos bailaremos al ritmo del son, son, son. Caliente.
En un punto flotante del océano, a 25 de febrero del 2mil5.
Querida Inés:
la mañana ha sido,y es, extraña. Debe ser porque a madrugadas asesinas mañanas en babias, y es que el día me cogió sin haberme soltado la noche y la noche se adueñó de mí sin que el día me dejara partir. Los adioses son cabrones cuando van precedidos de madrugones insomnes acompañados de una simple taza de café negro sin azúcar y de una taza de café negro con dos, aunque ahora pienso, ¿¡qué mejor manera que comenzar el día que compartiendo dos cafés tan dispares!? En el camino de vuelta me acompañó la misma quietud y alguna que otra luz azul en la lejanía, y un "hay qué ver, ahora estás, ahora no estás", como cuando intentabas hacer magia, o jugabas al escondite o al quietoparao "undostrescaravanaes". Divago, sí, lo sé, pero mientras lo hago el día cae en la siesta, los canarios se dejan escuchar de tal manera que te hacen creer que andas por allá en plena primavera y a la vez me parece escuchar una voz salida que pregunta "¿qué hacés?" para acto seguido contar y contar y contar y contar...
Fruta de mi mañana, queso gustoso del medio día, mi aguacate picante, ya sabes, se dice palta en mi país, sopita caliente de mis noches canarias, mi café no podía ser amargo, estabas tú y los pájaros de tu vecina, alegrándome el corazón, en tu castillo, tranquilo, tan tranquilo, amable, y tu sillón apoltronado y comodón, donde dormí como una niña, sí, mi niña, feliz. Cómo decirte que los adiosos son cabrones cuando van precedidos de madrugones insomnes y acompañados de cafés dispares, sí pero que mejor manera de comenzar un viaje de regreso que compartiendo una mirada de amistad, un abrazo de verdadero encuentro. Te has portado como una hermana, sincera y generosa, colega, qué lo sepas. ¿Quién me va a decir ahora, ¡pero Inés, por favor!?
en un punto flotante del océano, a 26 de febrero del 2mil7
Querida Inés,
mal debía estar el otro día cuando te escribí, pues es ahora que me doy cuenta de la fecha que puse: 2mil5. ¿Pero qué pensará quién esto lea? Que retrocedió al pasado al entrar en tu espacio o que soy yo la que vive allá y se coló hasta aquí.
Hoy recordé que sí, que escribía cartas, al final será que todas hemos comenzado igual, pero un día dejé de hacerlo porque me jalaban del corazón, y éste latía por aquellas letras que llegaban desde más arriba de mi punto. Así que me deshice de folios, de sobres y de sellos, enterré un sueño para poder vivir la realidad. Y ahora te leo y me digo, "pero bueno, ¿es que está chiquilla se aprendió los decires de aquí?, pero "chacha..." tú está loca o qué es lo que te pasa?"
carmen.
pd: sepas que ayer me zampé el queso que quedaba y que las gambas aún viven en la nevera, ¡increible!
Para carnavales, los de antes. Ahí nos dábamos con todo, Inés. Ahora son carnavales de mariquitas.
ResponderEliminarEn un punto flotante del océano, a 25 de febrero del 2mil5.
ResponderEliminarQuerida Inés:
la mañana ha sido,y es, extraña. Debe ser porque a madrugadas asesinas mañanas en babias, y es que el día me cogió sin haberme soltado la noche y la noche se adueñó de mí sin que el día me dejara partir.
Los adioses son cabrones cuando van precedidos de madrugones insomnes acompañados de una simple taza de café negro sin azúcar y de una taza de café negro con dos, aunque ahora pienso, ¿¡qué mejor manera que comenzar el día que compartiendo dos cafés tan dispares!?
En el camino de vuelta me acompañó la misma quietud y alguna que otra luz azul en la lejanía, y un "hay qué ver, ahora estás, ahora no estás", como cuando intentabas hacer magia, o jugabas al escondite o al quietoparao "undostrescaravanaes".
Divago, sí, lo sé, pero mientras lo hago el día cae en la siesta, los canarios se dejan escuchar de tal manera que te hacen creer que andas por allá en plena primavera y a la vez me parece escuchar una voz salida que pregunta "¿qué hacés?" para acto seguido contar y contar y contar y contar...
carmen.
Fruta de mi mañana, queso gustoso del medio día, mi aguacate picante, ya sabes, se dice palta en mi país, sopita caliente de mis noches canarias, mi café no podía ser amargo, estabas tú y los pájaros de tu vecina, alegrándome el corazón, en tu castillo, tranquilo, tan tranquilo, amable, y tu sillón apoltronado y comodón, donde dormí como una niña, sí, mi niña, feliz. Cómo decirte que los adiosos son cabrones cuando van precedidos de madrugones insomnes y acompañados de cafés dispares, sí pero que mejor manera de comenzar un viaje de regreso que compartiendo una mirada de amistad, un abrazo de verdadero encuentro. Te has portado como una hermana, sincera y generosa, colega, qué lo sepas. ¿Quién me va a decir ahora, ¡pero Inés, por favor!?
ResponderEliminarMuchos besos, Carmen.
en un punto flotante del océano, a 26 de febrero del 2mil7
ResponderEliminarQuerida Inés,
mal debía estar el otro día cuando te escribí, pues es ahora que me doy cuenta de la fecha que puse: 2mil5. ¿Pero qué pensará quién esto lea? Que retrocedió al pasado al entrar en tu espacio o que soy yo la que vive allá y se coló hasta aquí.
Hoy recordé que sí, que escribía cartas, al final será que todas hemos comenzado igual, pero un día dejé de hacerlo porque me jalaban del corazón, y éste latía por aquellas letras que llegaban desde más arriba de mi punto. Así que me deshice de folios, de sobres y de sellos, enterré un sueño para poder vivir la realidad.
Y ahora te leo y me digo, "pero bueno, ¿es que está chiquilla se aprendió los decires de aquí?, pero "chacha..." tú está loca o qué es lo que te pasa?"
carmen.
pd: sepas que ayer me zampé el queso que quedaba y que las gambas aún viven en la nevera, ¡increible!