miércoles, 29 de agosto de 2007

Magia

"The floods is threat'ning my very life today.

Gimme, gimme shelter or I'm gonna fade away

...

Love, sister, it's just a kiss away, it's just a kiss away

it's just a kiss away, it's just a kiss away

It's just a kiss away, it's just a kiss away "

Gimme Shelter, The Rolling Stones

El mundo está lleno de magia esperando tranquila, pacientemente, que nuestra inteligencia se afile. O quizás el mundo es la magia, ángeles y demonios confundidos, el yin el yan, el sí y el no, signos que aparecen y hablan, conversan llegándonos como poemas anónimos, así diría Julio Cortázar, el músico de las letras, y le dan sentido a la vida, al pasado y a lo que acontecerá; papeles volando por la calle, junto a las paredes, contando cuentos y haciendo aparecer hilos conductores, irrefutable prueba de que, en mi vida, magia y realidad se entrecruzan constantemente, sin drama, con naturalidad. No es una cuestión de creer o no creer, es así: yo puedo caminar sobre el agua. Viendo dos películas aparecieron casualidades fecundas que las volvieron fantásticas y llenaron de color mi mente: The Departed, (Los Infiltrados) de Martin Scorsese, y C.R.A.Z.Y., de Jean-Marc Vallée, dos historias distintas pero enlazadas por la música, protagonista indiscutible, paisaje cambiante que les da peso o, más bien, una modulación particular a las realidades que acompaña; conectadas también por la búsqueda de la identidad que describen, el bien y el mal, como en la película de Scorsese, un cuento-ópera tragicómico y brutal, quizás la más scorsesiana de sus películas recientes, violenta, sangrienta, descarada, con la mafia irlandesa en el Boston de los últimos treinta años; o en C.R.A.Z.Y., donde un joven, el cuarto de cinco hijos en una familia trabajadora de Montreal, se busca en el Québec de los setenta intentando definirse en un mundo que se transforma a una velocidad determinada por la "revolución tranquila"; su identidad, su patria, su sexualidad; están también la figura del padre y la música, siempre la música de fondo, con la filigrana de Patsy Cline, ¡ah!, Patsy, vínculo inocente en mi experiencia de espectadora maravillada por los efectos electrizantes de su presencia, su huella por la trama de dos películas que me gustaron. Hablemos de casualidades y diferencias.

Scorsese y Vallée empiezan sus películas con una voz en off, dos principios memorables: un juego de luz, penumbra y, por supuesto, música. La silueta y, sobre todo, la voz de Jack Nicholson (Frank Costello), un jefe de la mafia irlandesa del sur de Boston, marca el tono de la película de Scorsese: aquí no hay ni bien ni mal, o tal vez sí, creo que es una fabula moderna; “hablemos del poder, de la voluntad, de la fuerza, dice Costello, que seas policía o criminal es irrelevante frente a un revolver cargado”. Este “poema” empieza con la intención de provocar, se trata de un thriller policíaco que describe la doble vida de dos jóvenes infiltrados, uno en el mundo del crimen y el otro en el departamento de policía, con el propósito opuesto de atrapar y proteger a Costello, y, en esa simetría de intenciones, van perdiendo la noción de quienes son, el reconocimiento de su lugar y de sus identidades, manejados por el personaje de Nicholson, histriónico y maravilloso, auténtico eje del relato. Los paralelismos entre los dos jóvenes dan a la historia una nota de falso equilibrio. La voz de Costello habla desde la sombra de ese mundo escondido de los gángsteres, contrapunto de la vida cotidiana en las calles de Boston. Los Infiltrados es un poema épico urbano, duro, terso, espléndido. Una película en la que no es importante que los elementos sean verosímiles, dirigida y editada con un ritmo tan palpitante y loco que consigue un efecto de suspense intenso y que el espectador entre en ese mundo hechizado por la construcción de los personajes.

"I don't want to be a product of my environment. I want my environment to be a product of me. Years ago we had the church. That was only a way of saying - we had each other. The Knights of Columbus were real head-breakers; true guineas. They took over their piece of the city. Twenty years after an Irishman couldn't get a fucking job, we had the presidency. May he rest in peace. That's what the niggers don't realize. If I got one thing against the black chappies, it's this - no one gives it to you. You have to take it.

Vallée, por su parte, comienza CRAZY con la voz de Zachary, el personaje principal, narrando su propio nacimiento y, de nuevo, es un pasaje desde la oscuridad hasta la luz: el 25 de Diciembre de 1960, Zachary Beaulieu nace y muere. Los médicos lo reaniman, vivirá y para todos, en particular para su madre, mujer mojigata y cariñosa, Zachary será especial, un regalo de Dios, tendrá el don de curar, con solo concentrarse podrá detener las hemorragias, así lo creerán todos y por un tiempo también lo creerá él. Con una intensidad emocionante, la cámara captura en un plano opaco la conmoción de su llegada a la vida en un Montreal que está cambiando, secularizándose, entrando rápidamente en la modernidad que estuvo contenida por las instituciones religiosas. "Je veux juste être comme tout le monde", dice, pero Zachary será diferente.

El director de C.RA.Z.Y. dijo en una entrevista que solo hubiera podido ambientar su película en Québec, quizás también en Boston. Cuidado, no cualquier Boston sino la ciudad irlandesa, la católica, la trabajadora: la misma Boston donde se desarrolla la película de Scorsese. Las provocaciones contra las instituciones católicas se multiplican en ambas películas. En la de Scorsese, Nicholson/Costello se burla y respeta al mismo tiempo – es parte de su cultura-, de curas y monjas; en la de Vallée, lo religioso representa la nota mágica, la única poesía en esa película anclada en lo real, porque está relacionado con el cariño maternal y tiene el extraordinario poder de la subjetividad. Las escenas en la iglesia con el joven Zachary alucinando son musicales, surrealistas, una forma de escapar de la realidad opresiva.

Se canta en la iglesia, se canta en la casa, se canta todo el tiempo: al padre de los cinco varones Beaulieu, le encanta cantar. « Emmenez-moi jusqu’au bout de la terre, emmenez-moi au pays des lumières ». Todos los años se repite el momento en que el padre, un hombre de fuerte presencia, espectacular, fanático de Aznavour, cantará su canción para la familia. Más allá del tema de la diferencia, C.R.A.Z.Y. es fundamentalmente una historia de amor entre un padre y su hijo. Un hijo que intenta conquistar ese amor, y cuando cree haberlo perdido rompe su disco preferido, CRAZY de Patsy Cline.

"Worry

Why do I let myself worry

Wond’rin’

What in the world did I do"

Del mismo modo, el policía “infiltrado” que trabaja para Costello, al llamar por teléfono al gángster para darle informaciones, utiliza la contraseña Hi Dad, Hola papá. Frank Costello se ocupó de ese joven huérfano, pagó sus estudios, encauzó su porvenir. Es una relación interesada pero, al mismo tiempo, la única relación que tuvo Colin Sullivan (Matt Damon) con alguien que se pareciera a un padre. Un padre filosófico y burlón, cruel y poderoso. Siempre excesivo.

Ambas películas tienen diálogos ágiles, punzantes, irónicos, cáusticos, y aquí terminan las semejanzas. Las historias reflejan dos mundos distintos: la una el crecimiento íntimo y personal durante la infancia y la juventud; la otra es un cuento social y moralmente desmedido. La música ocupa un lugar privilegiado pero de forma diferente; en Scorsese, acompaña a la imagen, la embellece, concede un tono a la realidad social, Patsy Cline con Sweet Dreams crea la atmósfera, modula la imagen dándole relieve.

"Sweet dreams of you

Every night I go through

Why can't I forget you and start my life anew

Instead of having sweet dreams about you"

En CRAZY, Vallée la usa como protagonista, es una parte de la historia, las mismas canciones resuenan constantemente, forman parte del paisaje. Hay una escena involvidable donde un Zachary adolescente canta y baila en su habitación Space Oddity al unísono con la voz de David Bowie procedente de un disco; en ese momento su estado de ánimo es la música, con la que se funde en comunión unificadora. El trabajo de los directores es magnífico y el excelente criterio con el que usan la música constituye, indudablemente, una de las riquezas de las películas. Igualmente, fue la música la que las reunió en mi mente con una extraña mezcla de emociones, vitalidad y personajes. Y si es verdad que la música puede darle alas al pensamiento, era solo cuestión de, libre e imprevisiblemente, dejarse llevar por ella. Más le prestamos atención a las coincidencias y más se producen, ¿no?

Zachary Beaulieu en C.R.A.Z.Y.

domingo, 26 de agosto de 2007

Shuu, ne le dis à personne.



Jeff Buckley, Lilac Wine

Hablando con una amiga, profesora de alemán que me encontré por el centro hoy, nos pusimos a hablar de las clases que están por comenzar, de alumnos; entre dos suspiros, le comenté que había tomado unas diez clases de ese idioma en mi vida. "Ah, qué bien me dijo, o sea que lo hablas un poco." No Lilian, no hablo nada de nada, pero parece que lo que digo lo digo bien porque...

El chico del tren tenía una mirada alegre, el pelo un poco largo, sobre todo el flequillo, todo: pelo y ojos era de color caramel; era alto y llevaba un suéter boliviano, unas zapatillas destruidas, me acuerdo como si fuera ayer porque lo he mirado durante muchas horas hablarme, sentado pero entusiasta, en el banco enfrente del mío, cruzar las piernas, usar las manos para ilustrar sus propósitos, a veces esperó una respuesta, contesté sí, a veces no, se levantó, trajo agua, me la convidó, le agradecí, me leyó partes de su libro, un libro gordo con las esquinas dobladas por el uso, una tapa gastada de Thomas Mann, creo que era Joseph und seine Brüder, ya no sé, le sonreí, asintiendo con la cabeza, para que siga. El chico del tren me contó su vida, sus sueños, su trabajo, sus cosas, despacio, a veces riéndose, a veces serio, bueno me lo imagino porque en ningún momento lo entendí: hablaba en alemán. Al entrar al tren y sentarnos, usé la extensión de mis conocimientos del idioma de Goethe--Hallo, hallo. Entschuldigung, wie heiss en sie? Ich bin Inés. Wie bitte? Mein name ist Inés. Ich komme aus Schweiz, Und sie? Ich komme aus Argentina--, se llamaba Frantz, trabajaba como guardagujas en un pueblo suizo de montaña, para que entienda eso tuvo que expresarse con mímicas, me hizo reír y a partir de ahí no paró de hablar. Se bajó en Estrasburgo y yo continué hasta París. Recuerdo también haber recibido una postal un par de meses más tarde, donde se podía leer "Liebe Inés... Herzliche Grüsse" y que tampoco entendí. Tschüss, me dijo bajándose, auf Wiedersehen Frantz, le contesté. Y ya, la única vez que "usé" el alemán.

sábado, 25 de agosto de 2007

Caramelo

Una película sobre las mujeres. Tierna, divertida, dulce y amarga, como el caramelo. Muy recomendable. Una verdadera declaración de amor. (Nadine Labaki, 2006)

viernes, 24 de agosto de 2007

Carta a Carola II: el bailarín.

Degas
Carolín, Carolán:

Le comenté a Alejandra que tenía una amiga que había ido a ver a Sarmiento en Boston, y le encantó saberlo; la mención de la obra de su mamá la puso nostálgica y se puso a contarme más de los amores que vivió Yvette con el bailarín. No, más bien me contó del bailarín, su historia, estábamos en el trabajo y mis alumnos tardaban en llegar, ojalá un día siga, y te contaré más. Me dijo que ella lo conoció y lo frecuentó sin saber que era su padre. Eso no tiene importancia, Alejandra tuvo una vida muy feliz, pero a los cuarenta enterarse de que aquel hombre talentoso y bello tenía algo que ver con su aparición al mundo la dejó un tanto soñadora e intrigada, además Carola, entre vos y yo, Alejandra se parece muchísimo a este señor, las fotos son indiscutibles. Ella guarda una foto de este señor que le dio su madre. Empiezo por donde empezó Alejandra... son sus palabras y algunas notas que me escribió luego mientras yo daba mis clases, que pongo aquí lo más fielmente posible.


Inés, la historia comienza en Budapest pero no por mucho tiempo. Ferenz Pinter a los 20 años se destacaba ya en su compañía de danza por su habilidad, su silueta ágil, larga, que a cada salto parecía alzarse como un pájaro hacia el cielo: L'Oiseau de feu. Tenía también muchas ansias de viajar, descubrir nuevos horizontes. Ferenz fue elegido para participar en una gira mundial con su compañía de ballet húngaro. ¡Roma, Barcelona, Casa Blanca, Río de Janeiro, Buenos Aires! En Buenos Aires, Ferenz se percata de que su gira se terminaba allí y al empacar su valija para tomar el barco que debía partir más tarde esa noche de regreso a Europa, su “desazón” fue inmensa. Para olvidar esa triste realidad y aceptar que había que regresar, salió del hotel a respirar el aire de la noche porteña por última vez. Caminó por la Avenida Corrientes. Entró en una cervecería, hacía calor, una música de tango resonaba como fondo, entrecortada con los resultados del fútbol, aromas porteños. Ferenz comió y bebió con gusto…Otra cerveza por favor, Señor!" Y entre un trago y el otro se quedó dormido sobre una mesa…

a las 5 de la mañana cuando comenzaban a limpiar los pisos poniendo las sillas sobre las mesas, lo despertó una mano dándole una palma sobre el hombro…

- Señor, cerramos, lo siento.

El barco había partido durante la noche. Ferenz, entre llantos y risas eufóricas saltó en el aire y el Pájaro de Fuego esta vez hizo un despliegue de alas y abrazó su destino.


-Mi Madre nacía esa mañana , el 18 de Diciembre de 1927 a las 11 horas.

Pasaron seis meses desde que Ferenz Pinter había salido de Hungría, y se preparaba a pasar su primera Navidad sin su familia, en esa ciudad tan grande y bulliciosa, en ese calor sofocante del verano de la ribera del Río de la Plata .


Sumergido en la nostalgia, todavía sin saber hablar el castellano, a parte de haber aprendido a decir : “ ¡Una cerveza por favor! ¡Gracias señorita! ¡Es usted muy bonita ! ¡Dónde puedo cambiar Forints por Pesos?.” Decidió no pasar las Navidades solo y se le ocurrió fijarse en la guía de teléfonos, con la esperanza de encontrar algún club u asociación húngara, así no se sentiría tan desarraigado. Encontró una dirección en la ciudad y decidió llamar por teléfono. Organizaban un baile de fin de Año para el 31,¡qué suerte! Para la noche de Noche Buena, fue a la misa en la catedral. Se quedó muy impresionado con la alegre atmósfera de la Misa de Gallo, ( villancicos, música de guitarra, herque, charango y bombo).

La música folklórica era tan distinta de la que él conocía, era una verdadera transgresión de culturas que inspiraba su curiosidad, se dejó envolver por el ritmo subyugante de los instrumentos y el compás del bombo resonaba en su pecho provocándole una necesidad esencial, dejarse absorber por esa música que llenaba su cuerpo y lo incitaba al movimiento. Claro que en medio de toda esa gente que asistía a la misa muy circunspecta no era fácil quedarse quieto en el recto banco de madera de la iglesia, salió hacia los costados y detrás de una gran columna dio libre albedrío a su cuerpo, imposible de resistir "al arrastre” de esa melodía que lo desafiaba y a la cual todo su ser se volvía permeable. Pensó que no tardaría mucho en adaptarse a este nuevo mundo. El lenguaje de la música y de la danza es universal. A la salida, unos jóvenes lo interpelaron preguntándole de dónde era .

- ¡Che !Vení a tomar un helado con nosotros ! la noche a penas comienza ! dijo uno de ellos.

- No problema ! Ferenz con su fuerte acento extranjero acepto con entusiasmo

Mirando la gente pasar se admiraba del ambiente festivo de las calles pasadas las doce de la noche, en su país estaría su familia alrededor de un fuego de chimenea tomando la famosa sopa de pescado húngara...

El 31 a la noche se puso su mejor traje y se fue al club húngaro.

“ Chokolom! Se ya! ……"


Se puso a bailar entre toda la gente siendo el gran centro de atracción , un joven alto, buenmozo, un bailarín recién llegado de un tour mundial con su compañía de danza, las chicas se peleaban para bailar con él. En un rincón, una chica, algo redondita de cara bonita estaba sentada tranquila observándolo tímidamente. Ferenz se acercó a ella para descansar. En su pobre castellano trató de entablar conversación;

- ¿Cómo llamas tu? ………….Fulana

- ¿Estás húngara? ………… Iguem!

A los dos meses se casaron, en los años que siguieron tuvieron dos hijas, Irma y Verónica, Verónica es la que me contó este cuento, más tarde llegó el varón, que llamaron Jorge. Ferenz Pinter abrió una escuela de danza, su trabajo era su pasión, le tomaba mucho tiempo

pero se sentía colmado y satisfecho de los resultados de sus esfuerzos . La escuela llegó a tener un gran renombre en la ciudad y también en las provincias, donde su compañía de ballet se producía en giras por las ciudades principales de Argentina. Desgraciadamente las ausencias prolongadas de Ferenz de su casa causaban el descontento de su mujer. Las escenas de celos se multiplicaban, y por consecuencia causaron el distanciamiento de la pareja. El matrimonio dejó de ser feliz. Ferenz sufría, amaba a su mujer pero ya no la deseaba.


Para su cumpleaños de sus 14 años, rodeada de su madre Valentine, la tía Lucie, sus hermanas Lucienne y Berthe, otros miembros de la familia y amigas del colegio. recibió como regalo, toda la familia participó para ofrecerle los famosos cursos de perfeccionamiento en la tan reputada escuela de danza clásica el “Instituto Ferenz Pinter”. El primer día de clase, Yvette muy emocionada y feliz, pero con una enorme aprehensión subió las escaleras amplias de mármol del instituto. Las piernas le temblaban, se agarró de la baranda para darse fuerza y llegando al segundo piso entro en la sala de cursos tímidamente. Había un grupo de chicas esperando, sentadas en el suelo, todas parecían mayores que ella. El track era inconmensurable ! De un momento a otro el maestro Pinter entraría en la sala, Yvette había oído hablar de él pero no lo había visto nunca en persona... La sala estaba fría pero gotas de sudor recorrían su cuerpo.

- No te aflijas! Dijo una de ellas

- ¿Sos nueva? Yo me llamo Mabel y vos?

- Yyyveette…….con una vocecita temblorosa .

- ¡Ya vas a ver! El profesor es un amor! … No tengas miedo.

Hubo un silencio, y como cuando una obra de teatro esta por comenzar , tres golpes resonaron detrás de un denso cortinado rojo que había hacia un extremo de la sala. La sensación que la función debía comenzar y que el telón se levantaría de un momento a otro. Ruidos de discos de vinilo precedieron la música de piano suave y embrujadora que no obstante invadió el cuerpo de Yvette.

Una mano larga y expresiva apareció apartando el cortinado sin dejar aparecer aún la figura a quien pertenecía.

La ansiedad de la pequeña adolescente llegó a su punto culminante. Trato de levantarse pero sus piernas no respondieron, estaba clavada en el suelo.

- No puedo ¡ me voy ! ¡comenzaré otro día!

Pero no tuvo tiempo de escaparse cuando , como por arte de magia , apareció la figura liviana y volátil del Maestro, quien se desplazó hasta el centro de la sala apenas rozando el piso con la punta de sus pies descalzos.

- Ariba muchachas! Todas a correr alrededor de la sala para aflojar !

- Un,dos,un,dos,un ,dos

- Debemos entrar en calor antes de comenzar los ejercicios

- Un,dos,un,dos

Yvette se levanto y comenzó a seguir a las otras, trotando detrás de Mabel, esperando no hacerse notar por el Maestro.

- Bien, … ya esta bastante ! ……..ahora a la bara ! ( la doble rr de barra le es imposible de

pronunciar, igualmente diferenciar el Ser y Estar, error muy común que cometen los extranjeros)

- Primera posicioooooon………..es bien.

- Segunda posicioooooon……….es bien

- Tercera Posiciooooooon……….es bien

El Maestro se acercó a Yvette y ligeramente tomando el brazo de la niña para corregir la posición dijo:

- Ah !Usted chiquilla está nueva ?

- Sí profesor, contestó Yvette

- ¿Cómo se llama ?

- Yvette Compagnion

- Ah, está un nombre francés! Parlez-vous français?

- Oui Monsieur.

- ¡Me alegro de recibir una nueva muchacha en mi clase! Soyez la bienvenue !

Así fue el encuentro, si hubiéramos tenido más tiempo, no te digo lo que te estaría contando ahora, Carola mía, ¡a que tengo amigas divertidas! Con esto, un beso.




miércoles, 22 de agosto de 2007

Ámbar y negra pensando en vos.


Estoy pensando en vos y sólo veo delante de mis ojos mariposas, volando, revolteando, libando con sus patitas plantas y flores, no, mi vida, no es cansancio o exceso de nada, es que desde que he llegado de Montreal, no puedo parar de pensar en ellas y en vos, en vos, en ellas, me enrollo, qué papelón: esta es una carta de amor. Cuando estaba en el jardín de la casa de campo de mi padre, --han hecho delante de la casa una huerta hermosa--, yo estaba sentada sobre la valla mirando a Carolyn trabajar, cuando pasó delante de mí, tienes que imaginarte días perezosos de pleno verano y un cierto estado de ánimo observador y tranquilo, una mariposa grande, ámbar y negra, preciosa, que me puse a perseguir. Nada en absoluto sé de los bichitos que pueblan mi planeta, nada sé de nada en realidad, sino que de tenerla en frente de mí, tan cercana, me gustó y pregunté en voz alta, ¿cómo se llamará esta mariposa mía... ? Ahí es que oigo desde a lo lejos la voz segura de Carolyn responder: "Monarca, es una mariposa Monarca, se está preparando para migrar a México". ¡México! ¿te das cuenta, con sus alitas y su fuerza de mariposa, irse allá al sur, solita o casi, mil millones de kilómetros por lo menos, sabiendo por donde ir, recorriendo cien kilómetros por día, a 20 kilómetros por hora, claro que no llegará pero la migración continuará con dejar sus huevos sobre las lechetreznas que encontrará en su camino antes de morirse, sus otras generaciones continuarán la migración, es que me fascina esta mariposa, qué querés que te diga, la miras así distraídamente y no dirías que existe en tal preciosidad tantas millas, en sus genes, y sí, todos los años se van a Michoacán, allá en el medio de México, y lo más gracioso es que llegan en octubre-noviembre, interesante ¿no? Y vuelven en la primavera al norte. La razón de que esta mariposa deba realizar semejante migración está en la maduración sexual, maduración sexual, me río, que sólo es alcanzada con el calor primaveral, leo en la enciclopedia de mi hijo y no puedo dejar de reírme. O sea que la primavera, ¡eh!, de México a Canadá. Una vez llegados los calores primaverales se reproducen y poco después emprenden su regreso hacia el norte, donde continúa el ciclo de vida. El ciclo de vida de la mariposa Monarca se llama metamorfosis, como yo, después de pensarte, de tocarte, de amarte. Un día comentaste que habíamos recorrido tanto camino que podríamos bien haber hecho la vuelta al mundo, algo debo tener de esta mariposa, tozuda y determinada como ella, en alcanzarte. Dicen que se la puede hallar en Canadá, en EE.UU, en México, en Canarias, en España, seguro que una se debe haber despistado en Francia porque se sabe de ellas en Inglaterra. Viven en Australia y Nueva Zelanda, también existen en Argentina con la misma migración de otoño primavera, esta vez desde Magdalena, costa Atlántica, hasta Salta, y cuando empiezan los fríos se regresan al sur, o al norte dependiendo de la estación. A.V. de mi alma, estaremos en el sur en la primavera y me dedicaré a buscarlas. Un día piropeándome me dijiste: "estoy seguro de que bailas mejor que yo: eres la mariposa. El problema es que también eres más bella y mereces ser la flor. Pero como eres generosa y me haces sentir mejor de lo que soy, tengo la arrogancia de imaginarme a veces mariposa discreta, a veces flor ebria. Jugamos a que me tomas la discreción del vuelo y yo te embriago con el licor de mi estambre. Jugamos a que soy la mariposa y me detengo necesitado en la flor, libando tu néctar, degustando lentamente la suavidad caliente de tus pétalos, recorriendo todos tus labios con mi lengua para sorber de ti el río dulce y el mar salado." De mariposas y de flores, pero es la mariposa que voy a seguir yo hasta el otro lado del mundo, hasta encontrarte a vos. Y soy un poco la flor sedienta de tus alas sobre mí, o es que me lío de nuevo. Te pienso esta noche, y solo veo aparecer mariposas delante de mí.

Tico tico, mi amor.

lunes, 20 de agosto de 2007

Poema nicaragüense

SIGNOS

Es el amor; tendré que ocultarme o huir.
Jorge Luis Borges
Fernando Saravia
Lento,
violento,
romoroso
temblor
de hojas
en la intrincada selva de mis espinas.
Invasión de ternura en los huesos.
Ola dulce de agua
reventándome en el fondo del pecho,
encrespándose
y volviendo a extenderse
espuma
sobre mi corazón.

Es el amor con su viento cálido,
lamiendo insistente la playa sola de mi noche.
Es el amor con su largo ropaje de algas,
enredándome el nombre, el juicio, los imposibles.
Es el amor salitre, húmedo,
descargándose contra la roca de mi ayer impávida dureza.
Es la marea subiendo lentamente
las esquinas de piedra de mis manos.
Es el espacio con su frío
y el vientre de mi madre palpitando su vida en el silencio.
Es el grupo de árboles en el atardecer,
el ocaso rojo de azul,
la luna colgada como fruta en el cielo.
Es el miedo terrible,
el pavor de abrir la puerta
y unirse a la caravana
de estrellas persiguiendo la luz
como nocturnas, erráticas mariposas.
Es la tiniebla absoluta
o la más terrible y blanca nova del Universo.
Es tu voz como soplo
o el ruido de días ignorando los rumbos de tu existencia.
Es esa palabra conjuro de todas las magias,
látigo sobre mi espalda tendida al filo del sol,
desencajando el tiempo con sus letras recónditas,
desprendida del azar y de la lógica,
loca palabra, espada,
torbellino revolviéndome tibias memorias
apaciblemente guardadas en el desván de los sueños,
estatuas que de pronto se levantan y hablan,
duendes morados saliendo de todas las flores,
silbando música de tambor de guerra,
terribles con sus largos zapatos puntudos,
burlándose de mí
que, inútilmente,
cavo tenaz, enfurecida, incapaz,
llorando en mi espanto,
esta última trinchera.

Gioconda Belli

jueves, 9 de agosto de 2007

Mont Royal



“¿Por qué lo llaman el lago de los castores si no hay castores?, mami entre tú y yo, aquí nunca los hubo”, me dice mi hija reflexiva, “además eso de llamarlo lago, no te parece algo exagerado, apenas es un estanque.”

Y así se sacuden las referencias de la infancia.

Delante de mí se abre el parque más célebre de Montreal, el Mont Royal, que escaló Jacques Cartier, en 1535, guiado por los indios del Hochelaga, como se llamaba Montreal en la época. Fue la razón de cambiar el nombre de la ciudad de Villa María a Montreal, un monte de unos trescientos metros, bueno, exagero, quizás un poquito menos, con tres colinas, la de Westmount, la de Outremont, y la petite montagne. Trescientos años más tarde, las autoridades de Quebec decidieron hacer de la "montaña" como la llamamos nosotros, un parque público, pidiéndole al planificador paisajista de central park en Nueva York, Frederick Olmsted, de convertir las doscientas hectáreas en un sitio arbolado y variado dándole su aspecto actual. Un parque en pleno centro, grande pues, con dos miradores, donde me escondí para besar a mis novios, donde intenté hacer jogging con unas amigas algunos domingos a la mañana, puedo oír la risa de mi amiga Ana mirándome correr; que también crucé para ir a la universidad, todos los días, adónde se sube para ver el festival de los fuegos artificiales en verano, que he visto de noche, de día, en verano, primavera, otoño, invierno. En sus vertientes está el hospital donde nació mi hija, la universidad donde estudié, el cementerio donde están muchos queridos míos, y por donde pasa el cruce para ir a Outremont desde Westmount, lo habré tomado ese camino, por dios, y por supuesto el muy famoso lago de los castores dónde enseñé a mi hermanita a patinar sobre hielo. Hermanita, te pienso, hoy.









“Más allá, están las hamacas Emilia, ya vas a ver, es una zona de juegos grande, más allá, detrás de los árboles. Ve, corre, ya verás”. Y detrás de los árboles estaba el parque, casi un matorral desolado, vacío, viejo y abandonado. Las hamacas chuecas, despintadas, parecía un parque fantasma descuidado con arena y mala hierba por todas partes. Mis hijos me miraron con cara perpleja. "Mamá, para serte francos, hemos visto lugares menos tristes". Qué deteriorado estaba todo, la parte salvaje no, claro, son caminos y árboles, pero en fin. Será porque había sol y humedad, estábamos aplastados buscando sombra. No sé. Triste estaba yo, mirando a mi parque, mi monte, descuidado. "Saben chicos, les dije ya sin mucho entusiasmo, si nos vamos para allá del otro lado veremos donde se reúne la gente a tocar los tam-tam, y bailaremos al ritmo del djembé", pero para allá los tam-tam no estaban y nos fuimos a Park Avenue a comprar Bagels y volver a casa.

sábado, 4 de agosto de 2007

Pensando en vos

Mi piel tiene memorias de tus manos
recorriendo el desnudo de mi entrega
tiene tu aroma,
tu costado,
tu aliento,
tu sabor,
tu triunfo,
mis derrotas.
Mi piel tiene sonidos de ternuras
vibrando;
cada encuentro en la penumbra
tiene tus restos y tus rastros,
la luz opaca del deseo
y el rostro del amor
amaneciendo.


Ana María Mayol, Memorias de mi piel.

jueves, 2 de agosto de 2007