miércoles, 22 de agosto de 2007

Ámbar y negra pensando en vos.


Estoy pensando en vos y sólo veo delante de mis ojos mariposas, volando, revolteando, libando con sus patitas plantas y flores, no, mi vida, no es cansancio o exceso de nada, es que desde que he llegado de Montreal, no puedo parar de pensar en ellas y en vos, en vos, en ellas, me enrollo, qué papelón: esta es una carta de amor. Cuando estaba en el jardín de la casa de campo de mi padre, --han hecho delante de la casa una huerta hermosa--, yo estaba sentada sobre la valla mirando a Carolyn trabajar, cuando pasó delante de mí, tienes que imaginarte días perezosos de pleno verano y un cierto estado de ánimo observador y tranquilo, una mariposa grande, ámbar y negra, preciosa, que me puse a perseguir. Nada en absoluto sé de los bichitos que pueblan mi planeta, nada sé de nada en realidad, sino que de tenerla en frente de mí, tan cercana, me gustó y pregunté en voz alta, ¿cómo se llamará esta mariposa mía... ? Ahí es que oigo desde a lo lejos la voz segura de Carolyn responder: "Monarca, es una mariposa Monarca, se está preparando para migrar a México". ¡México! ¿te das cuenta, con sus alitas y su fuerza de mariposa, irse allá al sur, solita o casi, mil millones de kilómetros por lo menos, sabiendo por donde ir, recorriendo cien kilómetros por día, a 20 kilómetros por hora, claro que no llegará pero la migración continuará con dejar sus huevos sobre las lechetreznas que encontrará en su camino antes de morirse, sus otras generaciones continuarán la migración, es que me fascina esta mariposa, qué querés que te diga, la miras así distraídamente y no dirías que existe en tal preciosidad tantas millas, en sus genes, y sí, todos los años se van a Michoacán, allá en el medio de México, y lo más gracioso es que llegan en octubre-noviembre, interesante ¿no? Y vuelven en la primavera al norte. La razón de que esta mariposa deba realizar semejante migración está en la maduración sexual, maduración sexual, me río, que sólo es alcanzada con el calor primaveral, leo en la enciclopedia de mi hijo y no puedo dejar de reírme. O sea que la primavera, ¡eh!, de México a Canadá. Una vez llegados los calores primaverales se reproducen y poco después emprenden su regreso hacia el norte, donde continúa el ciclo de vida. El ciclo de vida de la mariposa Monarca se llama metamorfosis, como yo, después de pensarte, de tocarte, de amarte. Un día comentaste que habíamos recorrido tanto camino que podríamos bien haber hecho la vuelta al mundo, algo debo tener de esta mariposa, tozuda y determinada como ella, en alcanzarte. Dicen que se la puede hallar en Canadá, en EE.UU, en México, en Canarias, en España, seguro que una se debe haber despistado en Francia porque se sabe de ellas en Inglaterra. Viven en Australia y Nueva Zelanda, también existen en Argentina con la misma migración de otoño primavera, esta vez desde Magdalena, costa Atlántica, hasta Salta, y cuando empiezan los fríos se regresan al sur, o al norte dependiendo de la estación. A.V. de mi alma, estaremos en el sur en la primavera y me dedicaré a buscarlas. Un día piropeándome me dijiste: "estoy seguro de que bailas mejor que yo: eres la mariposa. El problema es que también eres más bella y mereces ser la flor. Pero como eres generosa y me haces sentir mejor de lo que soy, tengo la arrogancia de imaginarme a veces mariposa discreta, a veces flor ebria. Jugamos a que me tomas la discreción del vuelo y yo te embriago con el licor de mi estambre. Jugamos a que soy la mariposa y me detengo necesitado en la flor, libando tu néctar, degustando lentamente la suavidad caliente de tus pétalos, recorriendo todos tus labios con mi lengua para sorber de ti el río dulce y el mar salado." De mariposas y de flores, pero es la mariposa que voy a seguir yo hasta el otro lado del mundo, hasta encontrarte a vos. Y soy un poco la flor sedienta de tus alas sobre mí, o es que me lío de nuevo. Te pienso esta noche, y solo veo aparecer mariposas delante de mí.

Tico tico, mi amor.

1 comentario:

  1. Ines, al volver con la cabeza llena de piratas, selvas, tiburones, fuegos y filibusteros fusilados en Honduras, me encuentro con tu invitacion de mariposas y la evocacion de unas palabras que de ningun modo nacieron con vocacion de piropo, tan solo querian reflejar lo obvio: tu belleza y la armonia de tus movimientos en un paisaje musical.

    Quiero contarte de la Taconuda, de la flor de la pitaya y las polillas. Creia que la Taconuda era una leyenda: estaba equivocado. Es una mujer muy alta, delgada, su pelo negro cae como una cortina hasta los tobillos, casi un telon del teatro de la noche y el cafe. No es un espectro y huele a vainilla, solo pueden verla los hombres pero las mujeres pueden oler su presencia. Se muestra por las noches en los cafetales, con un cinturon de hilo cerrado por una hebilla cuadrada, tacones altos, tacos de nictalope, parece bailar entre las cuchillas y el hombre que la ve pierde el sentido y, tal vez, la dignidad amaneciendo desnudo en una curva del camino con la boca llena de basura o ramas podridas. Su vision provoca fiebres, se pierde el don de la palabra entre temblores casi paludicos. Parece leyenda, no? Pero Ismael me conto que la Taconuda es real, su padre la vio al volver al cafetetal de Corinto buscando al chancho de la cena: bailaba, claro, pero solo podia verse su espalda, tan deliciosa como un paisaje con vertebras y cataratas. La definicion de lo imposible esa noche fue verle la cara a la mujer de pechos de lechuza, con melena de suave hierro negro y olor de polillas, si, de polillas. Polillas con cafe en el tropico. El padre de Ismael amanecio en la cuneta, febril y con la boca invadida por una mariposa inusual, la mariposa Sol, que al desplegar sus alas abre los parpados del gallo y despierta a la manana. Vuela la mariposa desde los labios demudados y los murcielagos se cobijan en la cueva de lava calida. Sea la luz como un aleteo amarillo con incrustaciones de vino tinto. Es de dia.

    Pero la pitaya aborrece la luz del dia, su flor blanca se abre en la oscuridad de la noche, es la flor lunar, o la reina de la noche, que mas da; solo las polillas, mariposas nocturnas y feas, degustan su nectar y polinizan el ciclo del cactus frutal. El jugo de pitaya sabe a vida y misterio apolillado, a noche comiendo colores y bebiendo el calor de la tierra dormida. Y cuando el sabor te abandona en el olvido de la lava y la sal, apareces tu, che, siempre estuviste alli. Y viene la primavera con promesas de ascensores y cumbres, mis manos sobre tu espalda, bajando lentas entre Valparaiso y tus nalgas, porque la geografia es el mapa de tu cuerpo y el mundo solo es verdad cuando la pitaya florece en el cafetal y de las bocas heridas nacen alas con color de vainilla y deseo de Ines. Que importan la noche con tacones, o el dia con las sombra de unas alas que recorren el circulo de tu cintura con la miel de tus ojos goteando deseo sobre el volcan y el lago esplendido de tu vientre. Cayote en mi boca, alas de polilla en tu pitaya.

    El Sur espera. No se que cosa sea el amor pero se de ti, bruja, loca, flor de pitaya, maga. La mariposa abre las alas, polilla, galluda, ambiciosa, entregada. Ines en el aroma de la vainilla entre la cordillera y el mar. Cruzaremos la frontera sobre aguas y relieves con el polen de la vida entre los ojos.

    Amor sin cartas de navegacion. Que la catastrofe nos sorprenda con mariposas en la boca y vainilla en el sexo.

    Tico, nica, tico, nica, Ines.

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