Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
El viento fuerte de marzo trajo luz, una luz que se arrastra por las tardes en sombras doradas, trajo aire soleado y azul, trajo aliento, e ilusión. Todavía no ha llegado la primavera pero algo en el cielo augura días más verdes. Oh, verde, cuánto me gusta el color verde, y mientras observo los torbellinos por ahí arriba, rezo que me lo traigan de vuelta, sí, quiero el color, la lozanía; porque verde es la promesa de los árboles, las hojas, el césped; verde el color de los ojos de mi chico, y aceituna el color de tu tez, gitana, frondosa tu voz, verde la de él; verde los cambios; marzo rafagoso, afloja los bancos de hielo y nieve que parecían eternos. Todo sigue blanco pero la nieve va menguando, dejando que los olores y la humedad de la tierra ensucie el camino de vida. Mes de cambios vistos a la luz del día, acelerados. Cambios buenos. Ya verás, Paulina, este año estará bien. Ya verás, en tu provincia lejana y fría también tu mes hermoso de pequeños terremotos, lo cambiará todo, y abril será una brisa. Ya verás como el viento renovará el aire pesado del invierno, rejuveneciéndote. Hoy, como siempre, hermana, pensaré en vos, toda cubierta de verde envuelta de aire de marzo. Feliz, feliz... ya sabés.
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