viernes, 25 de agosto de 2006

Acumulando explicaciones

Anoche me hablaste de esta película que vimos ambos tres veces, ya te vale preguntarme cosas a las tres de la mañana, aquí te entrego una parte de la respuesta.

Voyager: c'est naître et mourir à chaque instant
V. Hugo (Les misérables)

Tout est permis en dedans
Céline (Voyage au bout de la nuit)

Al final de cuentas, viajar es una cuestión de actitud, es decidir irse, cerrar la puerta de su casa pensando: me voy, y mandarse a mudar, largarse, alejarse, partir, y ya...
Por supuesto me gusta el movimiento, el traslado, el camino, pero yo lo que busco, más que ausentarme, más aún que cambiar de decorado, olores, sabores, piso, cielo, en fin, es salpicar el curso inexorable de los días por digresiones, a veces deslumbrantes, que con suerte pasan--a veces no--, cuando se está dispuesto, o corresponde el momento con el ánimo también de paseo; digresiones que alteran y enriquecen la topología de mi realidad; en el tiempo, un viaje es un intervalo que tiene su lógica propia ligada, mucho más que en otras ocasiones, a nuestro mundo interior. Hay tantos viajes posibles. Regresar a un lugar conocido añorado puede resultar un periplo, jeje. Y ahí está el peligro para mí, cuando una brecha se abre y el hueco queda y no se colma. Cuando uno piensa hacer un viaje y pasa que es el viaje que nos hace o deshace. En ese caso el regreso me deja desencajada, por un tiempo. Últimamente busco interludios de voces, incursiones en un idioma, necesito percibir, sentir los latidos de la lengua española en todas sus variaciones, sus sutilezas, sus matices. ¿Te sorprende que viaje por el habla? Más que ver, yo soy de oír. Vuelvo a mi pago y el viaje es doble. A veces triple. Viajo en el espacio, en la memoria, en el cariño. Cuando salgo a España, qué poco me interesan las calles, pero sí cómo se las camina, el ruido de los pasos, los comentarios del caminante, busco encuentros con la expresión de una cultura. El mundo de la palabra. Será una fase en mi vida, una falta, un desequilibrio, ya pasará y podré emprender otros viajes, lejanos, curiosa y abierta.
Acabo de regresar de España, lo sabes y ¿en este momento? Estoy en Kabul, viviendo con la familia de Sultan Khan, su mujer Sharifa y su segunda mujer Sonya, sus numerosos hijos y sobrinos, hermanos, son once a vivir en la casa del librero. Me acompaña Åsne Seierstad, una periodista noruega. Nos sentamos las dos en el salón con las mujeres, dormimos en el piso sobre un tapiz al lado de la abuela, comemos arroz, a veces cordero, Kabul soleado, caliente, paseamos con burkas por las calles destrozadas de la ciudad. Viajamos a veces y nos encontramos con mucha gente. Ah, de ese tipo de viaje todavía no te hablé, el de los libros... será para una otra vez. Si no te dije que habían muchas formas de viajar...

6 comentarios:

  1. Con mi tata hablábamos mucho de los viajes. Llegamos a la conclusión de que el paso perfecto para viajar era el del caballo, porque el alma se iba acostumbrando al nuevo paisaje. No puede ser que subas a un ómnibus en Santiago, te duermas una siesta y ya estés en Tucumán, decía. Además el caballo, si bien también cansa, permite la conversación y, por la altura, una visión más abarcadora del paisaje. Solamente una vez viajamos juntos de a caballo, los tres, con Eufemiano. Fuimos de Sol de Mayo, el campo de mi abuelo materno, a La Verde, la estancia de un amigo rico de Buenos Aires. Salimos el 5 de enero del 73, después del mediodía de la casa de mi abuelo y llegamos al día siguiente, Reyes, justo cuando el porteño estaba por comenzar a comer un asado. Si vieras la cara de sorpresa que puso el tipo. Al día siguiente, a la madrugada, salimos de vuelta y llegamos a Sol de Mayo a eso de las 7 de la tarde. Alguna vez contaré ese viaje más en detalle. Pero hoy te quise avisar nomás, lo que me despertó tu escrito.

    Saludos de tu primó.

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  2. Yo creo que tu papá era sabio. Y yo sé por qué te quiero tanto.

    Un beso, primo del alma.

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  3. Me acordê que tu tata, fue de Santiago a Tucumán en bicicleta, más loco tu papá, llegaba a Yerba buena, como un lord inglés, y se ponía manos abajo, patas para arriba sobre la pared de la casa, se le caían las monedas, y cuando los changos, nos tirábamos al piso a recogerlas, tu papá se reía, protestando. Me lo hiciste recordar. Tu tía Marta recordó, tu tía Noemí, lo andan extrañando, che.

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  4. Qué delicia viajar a lomos de tus letras Inés. Qué dulce.

    Y qué delicia también leer a tu querido primo. Es un auténtico placer estar en vuestra agradable charla.

    Un besazo enorme para los dos.

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  5. También se fue a Catamarca, en bicicleta, a la fiesta de la Virgen. Eso sí, te aclaraba, que lo más alto del cerro, como unos veinte kilómetros, los hizo de a pie, porque no podía pedalear. Y ya tenía 70 años.

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  6. Un buen viaje, en los que se parte y a veces no se regresa.

    ;)

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