jueves, 16 de noviembre de 2006

Paulina, la primera parte

¿Quiere pasillo o ventanilla, señorita? ¿Cómo hubiera podido darse cuenta la chica del mostrador en el aeropuerto mirándome a los ojos que estaba mal mi pasaporte, que no tenía chip electrónico? Imposible, todo mi cuerpo, mi cara exultaba voluntad, deseo, júbilo por irme a un país que verdaderamente quería conocer, al que tenía ganas por dentro, por fuera: México: será mío una semana, y me lo comeré vivo. ¡Buen viaje! murmuró sonriendo la joven. Casi la beso por encima de la tarjeta de embarque. "Sí sí, será hermoso". Los detectives salvajes de Roberto Bolaño me acompañan, AV en el bolsillo, quiero atravesar el cielo con los ojos abiertos, quiero verlo todo, quiero viajar. Irme. Sinceramente, ella no tenía ninguna posibilidad.

Dallas International Airport, USA
-Miss, could you please follow me.
-¿Habla español?
-Sígame por favor
-¿Dónde me lleva? ¿Juan? Se llama Juan.
-Sí. Dentro de un momento un oficial se ocupará de usted.
-¿Qué pasa? Suelteme el brazo.
-Entre aquí, ya la atendemos.
-Tengo una conexión a México dentro de veinte minutos, la estoy perdiendo ¿no? Dígame, Juan, ¿qué voy a hacer?
-Por favor, entre y siéntase, ya dentro de un momento nos ocuparemos de usted.
-Espere, tengo que hacer una llamada
-No puede hacerla, señorita.
-¿Cómo?

Barbara (US American Federal Immigration Officer), no veo su appellido, no tienen apellidos los americanos, la observo sentada a unos metros de mí, debe tener diez años menos que yo, parece incómoda en su uniforme azul oscuro, sus formas de mujer latina demasiado ajustadas en ese corsé oficial, se rasca la cara, tiene unos ojos negros profundos, ¿será de origen mexicano? pasa a la computadora con dos dedos rápidamente la entrevista que me hizo, me mira de vez en cuando con simpatía, estamos juntas desde hace seis horas, tengo hambre, quiero ir al baño, quiero hablar por teléfono, hizo todo lo que pudo para ayudarme, la multa, no puede evitarlo, el papel que firmo: "ilegal". Me quiere poner en el próximo vuelo a la ciudad de México. Faltan mis huellas digitales, me aprieta cada dedo concienzudamente y ya, podré salir. Vi desfilar a tanta gente, con pasaportes sospechosos, visas vencidas, y otros problemas. Mucha gente. ¿Está más tranquila? Sé que quiere sonreír y no se anima. Más que nerviosa estoy cansada, ya es muy tarde para mí, nunca imaginé este retraso inesperado. Le digo: sí menos nerviosa. Póngame en ese avión y estaré bien. La verdad es que estoy preocupada, llegaré a México a la una y pico de la mañana. Y yo sin conocer, sin saber, sin haber dormido, con el bolso amarillo, pesado, mi mochila, la cartera. Bah, pienso, no te angusties antes de tiempo, ya verás cuando llegues. Llegar.

Aeropuerto Lic. Benito Juárez, cd de México, DF. MEX.
No creo en la suerte, no, creo sí, en la mirada de ese taxista prendida a la mía en el retrovisor, al que hablé despacio contándole mi situación, negociando precios, ¿me lleva a Observatorio? "No, no puedo dejarla allá hay mucho peligro, ¿dónde vamos? "La llevo". Después, él poco a poco, hablándome a mí de su vida, Carlos, es abuelo de un chiquito hermoso desde hace unas semanas, se alegra al hablarme de su nieto, y yo oigo su voz mexicana, viendo desfilar las calles brumosas del DF, "ha llovido", constaté, "desde las cuatro señorita, sí mucho." ¿Qué día es?", le pregunto, me siento desorientada, "toda mi familia vive en los EEUU" me comenta, y "por qué no se va", dejo caer con poca convicción: "porque acá, me di cuenta, soy libre". Me callo, libre, me dice, sí, yo me siento más libre en México, más libre que en Francia, EEUU, con toda la ciudad del DF que se estira bajo mis pies, pero mi libertad es otra, es interna, no puedo comentarle, lo miro y lo escucho mientras subimos y subimos, una colina tortuosa y linda al oeste, cada vez más verde y oscura, y detrás del taxi, vibran las luces de la capital, me doy vuelta y diviso la inmesidad de la capital mexicana estirarse al infinito en la noche fría de ese fin de mes de octubre. "Oh qué verde, ¿dónde estamos?, parecen bosques", "Toluca, ahorita llegamos, acá hace frío, ¿trae abrigo?, "ajá sí traigo de todo". Tengo el número del edificio errado, el teléfono suena y suena y nadie contesta. Son las tres y media de la mañana, casi casi he llegado. Falta poco. Quiero dormir. Atiende, pienso, anda.

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