

“El sol sale desde el valle Brillante, se baña en la poza de Xian, y descansa en el árbol Fusang. A esto se llama la ‘luz del alba’. Subiendo del árbol Fusang, el sol entonces comienza su viaje. A esto se llama el ‘destello emergente’. (Huainanzi, 3, XXV: 18A:10)
“Sobre el valle de Tang está el árbol Fusang. Ese valle es donde se bañan los diez soles… En sus aguas hay un árbol gigantesco. En sus ramas bajas alojan nueve árboles. Un sol en su rama más alta.” (Shanghaijing, 9/97a-b) “Cuando un sol llega, otro sol sale, todos ellos llevados por pájaros.” (Shanghaijing 14/65a-b)(Dinastía Han)
El fusang es la morera (Morus alba), el árbol del gusano de seda.
La Morus Alba, ademas de ser benefactora de la seda, es un ingrediente fundamental en las farmacopeas de Catay y del Poniente europeo. En Hunan, la esencia de morera era utilizada para tratar la enfermedad de las cosas rojas, mal terrible que se extendio por Europa encontrando acomodo en Carmona. Vease:
ResponderEliminar-“Sepa vuesa merced - respondio Don Pedro – que la enfermedad de las cosas rojas no es de tal condicion que atraiga la fiebre ni haga ferida en el cuerpo, pues es de mas sutil naturaleza, facil diagnostico, curiosa etiologia y no menos curioso remedio. Un caso della hubo en la alegre villa de Carmona y quiso el cielo que huesped de tan extrano mal fuese una nina de pizpireta mirada, respingona nariz y traviesos modales. Pues sabed, senor caballero, que la enfermedad se manifiesta de tal modo que el que la sufre no puede comer fresas, rabanos, tomates, cerezas, granadas ni cosa alguna de rojo color. Sabed tambien que en el caso de la nina de Carmona, fueron llamados a consulta barberos, sangradores, sacamuelas y matasanos, y que, ya uno por uno, ya todos juntos en ruidosa cofradia, nadie fue capaz de de conocer la razon del mal y aun menos de ponerle remedio. En vista desto hizose venir al cura, por ser persona que sabia leer, escribir y aun tres o cuatro latines en orden no del todo zafio, pero todo lo que supo hacer el hombre fue pluguir al alto cielo y demas cerimonias dese estilo que pronto demostraronse inutiles y de poco talento, de donde deduzco, y asi os lo digo, que si el tiempo es oro, en lo que importa no hay que malgastarlo con ministros, ya lo sean de la Iglesia o de Esculapio.”
Ines, el mal de las cosas rojas tambien medro en las orillas del Rodano. La botica del palacio papal de Avignon conservaba el tarro con esencia de morera junto al polvo de cuerno de rinoceronte y las sales argentinas. En el Valentinois, Antoine de Cervere, Conde de Chateauneuf, introdujo la esencia de morera en la preparacion de un brebaje que despertaba amores delicados en quien lo bebia. La receta de este filtro del amor a base de morera cruzo el Atlantico en el bolsillo de un aventurero, fue enterrada a la sombra de un Mulberry, en la Tierra de Maria, y aguarda la llegada de la primavera para volver a la vida sobre los labios de quien no tema las heridas del amor.
Sera cosa de verlo, Ines.
Sí, A.V., pero dejame contarte a ti que a partir del momento en que debajo de una morera, descansando de haberla abrazado tanto, la emperatriz Leizu, intentó sacar de su taza de té el capullo del gusano de la seda donde se había caído, y que al tomarlo entre sus dedos este se fue desvanando milagrosamente, el hilo precioso se fue estirando y estirando hasta llegar a Italia, donde, dicen, que un noble emprendedor, audaz y atrevido, Angelo Val di Camoni, produjo maravillas en la ciudad de Lucca en Toscana, o sería más al Norte, ya no sé exactamente, y todo por el amor de una francesa Madame Agnès comtesse de Gally, señora de fuerte presencia y de atuendos extravagantes. Sin embargo un celoso, avaro, Sieur d'Allan en 1494, robó el hilo que enrollaba a los amantes y plantó en la Drome, la primera Morus Alba francesa. Sin efecto alguno sobre la pasión de nuestros enamorados tengo que precisar. Éstos continuaron a amarse, arruinados sí, pero felices. El hilo de Lyon llegó a París, fue su época de gloria, el fruto del árbol también, y es conocido que en los salones frecuentados por d'Alembert y Diderot se estimaba que la jalea de mora, en combinación con el café, tenía además de las propiedades astringentes conocidas la fama de curar el asma, los "nervios" de algunas mujeres frágiles y el mal de amor. Pero hablábamos de la seda, esa seda suave, el hilo que unió a dos continentes, que fue capaz de originar fortunas, pasiones, lujo, que finalmente declinó, enferma y cara, la seda viene de China. Y allá se considera a la morera como el árbol del día y de la noche, representando el Qi, el "pulso energético", el "aliento vital" "la emanación ligera y sutil", además de pensarse ser la residencia de Huang Di, el mítico Emperador Amarillo y padre legendario de la medicina tradicional china, cuyo libro, el Huang Di nei jing su wen, (Libro de medicina interna del Emperador Amarillo) es hasta hoy texto de lectura obligado de todo terapeuta tradicional chino. ¿Sabías que cada bombyx produce de 300 a 1 500 metros de seda? Con solo algunos capullos llegamos hasta... qué sé yo, ¡América! ¿Te das cuenta? Fascinante, simplemente.
ResponderEliminarCiertamente, el tiempo es mas elastico que la seda. El Quercus pubescens arbol que cobija la semilla de la mandragora, es conocido en la tradicion toscana como el arbol del tiempo; sus hojas asisten inmutables al paso de las estaciones y su fruto de trama amarilla, olor intenso y sabor decepcionante concede a quien lo come el poder de visitar el pasado y encauzar el futuro. Fue bajo la copa uberrima del arbol del tiempo donde Angelo Val di Camoni planeo, con la intencion de llevarla al futuro, el rapto de la extravagantemente vestida Condesa de Gally. Hay que decir aqui que, segun tus palabras, Ines, Angelo era hombre noble, emprendedor, audaz y atrevido, a lo que debo anadir habilidoso en el manejo del florete, apasionado en los altos y los bajos, intensamente enamorado y con el sentido de la orientacion de una alcayata oxidada. Con estas alforjas, Angelo se puso en camino hacia Valence, donde vivia Madame Agnes, la de la fuerte presencia, pero con tan mala fortuna que acabo en Annonay que, aunque queda cerca, no es el mismo sitio: esto no es la Drome, esto es L’Ardeche y Agnes, fuertemente vestida, esta, digamos, ausente. Pero la Buena Fortuna sonrie a las alcayatas oxidadas, y esta vez la Buena Fortuna se presento con forma de mujer, por nombre era Brigitte, por apellido Morfin, y Brigitte Morfin, rubia de cabellos y mofletes de seda, bailarina con muletas, dama plebeya con labios de fruta, prodigio curvo de corazon menstruante, ofrecio al caballero Angelo Val di Camoni una ensalada con frutas de trama amarilla, olor intenso y sabor que no es necesario mencionar. Angelo comio, Angelo vio el pasado reciente, Angelo detuvo la flecha del tiempo y moldeo el futuro a su imagen y voluntad. Y su imagen no era otra que la de la extravagantemente vestida Agnes, y su voluntad era encontrarla y amarla en el globo aerostatico de los hermanos Montgolfier. Y aqui, Ines, reaparece la seda, porque de seda eran no solo los cabellos y mofletes de Brigitte, de seda eran las cuerdas que unian la cesta y la vela del globo. Y flotando en el azul, sujetos al calor del aire por seda trenzada, Angelo y Agnes respiraron aliento de moras, se besaron con bocas sedientas, todo era saliva, manos y pubis, todo era un temblor lento que recreaba el acto de la Creacion, como el Universo, como el orgasmo de un dios que se ha hecho humano, como la paz que gotea, chof, chof, gotas de mercurio sobre la piel del cielo azul y protector. Agnes y Angelo bebieron el licor intenso de los cuerpos desnudos mientras el Sol ascendia por las ramas del Fusang y era transportado por pajaros. Aleteo de pajaros fue la ola, de condor fueron la convulsion y la risa que estalla.
ResponderEliminarAbajo, mirando al globo alejarse, estaba Brigitte leyendo el Huang Di nei jing su wen, Diderot escribia “Jacques le Fataliste et son maître”, D’Alambert enciclopediaba. Son escenas del pasado que sucedieron bajo la copa de un Quercus pubescens.
Ines, he oido que el globo vuela hacia America. El hilo de seda une Cafayate con las ondulaciones verdes de Providence. Y no hay que olvidar la receta enterrada bajo el Mulberry