miércoles, 30 de mayo de 2007

ASÍ SEA

El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.

El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.

No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,
que fue un día.

Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de fiesta.

Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.

Blanca Varela

viernes, 25 de mayo de 2007

Chile (Norte)




Fotos de Paulina Negrete.

Para A. V.




Y sin embargo cada mañana

invento el absurdo fulgor que me despierta.




(“Es más veloz el tiempo” Blanca Varela).

The earth beneath my feet

-Entre
-Gracias doctor, ¿cómo le va?
-¿Yo? Bien, gracias, pase, pase.
-Me siento mal.
-¿Visión borrosa?
-Oh sí
-¿Cansancio?
-No todo el tiempo, me agarra de golpe, me quiero literalmente tirar al piso y acostarme.
-¿Cómo?
-Siento que me atrae la tierra, no puedo levantarme más
-Ya no la entiendo.
-Mareos de alta mar
-...
-Me levanto de golpe y veo todo en negro, y me caigo, me empieza a doler la cabeza.
-Por el golpe supongo
-claro, ¡cómo sabe!, ¿se cae usted?
-No, yo no. ¿Hace mucho que siente eso?
-Unas tres semanas más o menos, pero hoy vengo a verlo porque ya no puedo funcionar.
-Por la caídas.
-No, por el piso que me traga
-¿Angustias?
-Crónicas, quizás con olitas más frecuentes
-¿Dificultad para concentrarse?
-Solo contestaré delante de mi abogado.
-¿Depresión?
-Tristeza nao tem fim, felicidade sim
-No hablo portugués
-Ah, es una canción melancólica ... No. No estoy deprimida.
-¿El corazón?
- Ah ¡el corazón!
-¿Late?
-Ah, eso es lo que quería decir. Sí late de lo más bien.
-¿Tiroides?
-Mal, muy mal, historia de familia. Si le contara...
-¿Estará embarazada?
-¿Yo?
-Sí, usted
-No doctor, no
-¿Está segura?
-Sí.
-¿Por qué se ríe entonces?
-Por la ocurrencia doctor, nada más
-¿Come?
-Y bebo con entusiasmo propio de allí (¡adentro!)
-Saque la lengua
-Ahhhhhh
-No, aquí está todo bien. A ver los ojos...
-¿Ahhhhh Ahh Ahhhhh?
-Shuuuu,entre la lengua, ya, le estoy tomando el pulso
-Doctor.....
-Hipotensión, en realidad tiene la tensión muy muy baja.
-Doctor, ¡eso lo sabía!
-Ah ¿entonces?
-Quiero saber por qué.
-Por qué, por qué, todos con la misma pregunta en la boca, qué sé yo, por qué, ¿la pregunta no le es suficiente?
-No se aflige doctor, estoy sintiéndome mejor.
-Pase sin embargo por el laboratorio en ayunas mañana para un examen de sangre.
-¿Necesario?
-Sí
-Hacía mucho que no lo veía doctor, parece estar en forma.
-Sí, en realidad, estoy bien.
-Me alegro.
-Inés, tenga cuidado cuando se caiga por ahí.
-Oh, doctor, no se preocupe, soy muy flexible.
-Ya se va a sentir mejor.
-Gracias doctor.

sábado, 19 de mayo de 2007

Desayuno


Mientras amanecía, comí mis primeras cerezas. De allá venía el sol. Por allú se iba. Esas cosas del este y el oeste. Las cerezas estaban rojas y jugosas y en la boca, sabían igualito a besos mañaneros, o palabras de amor. Sí, palabras de amor. Ay, ¡qué rico el desayuno!

miércoles, 16 de mayo de 2007

La entrevista

"Cómo tener confianza en una mujer que le dice a uno su verdadera edad. Una mujer capaz de decir esto es capaz de decirlo todo." Oscar Wilde.


-¿Cómo te ha ido?
-Hola, Paul, bien. Creo. Ya no sé, fue raro.
-¿Cómo raro? Explicame, Inés
-Empezamos con lo habitual, o no, con más ánimo, dijo que me llamó porque le diste mi número, y le dije que eso lo sabía, en fin, esa introducción más íntima me ayudó a no sentirme tan nerviosa. Estaba calma. Hablamos una hora y pico de mi trabajo actual, las experiencias en Londres, lo que sé hacer, entendés, una entrevista normal, tiene una mirada intensa tu colega. Bueno, después del CV hablamos de lo que esperaba, quería, podía, esas cosas.
-Sí, es verdad el tipo es intenso, bueno, en particular con las mujeres, le debiste gustar. Estabas preparada ¿no? ¿Repasaste en tu cabeza las preguntas que te di?
-Sí, sí Paul, hablamos perfectamente bien, muy profesionalmente, además me hizo preguntas interesantes.
-Es un tipo inteligente, Inés, hace diez años que lo conozco. Pero, ¿qué pasó al final?
-Explicarlo es difícil, creo que lo arruiné todo.
-Inés, ¿cómo es eso?
-No grites. La que pasaba la entrevista fui yo.
-Inés, no grito, solo te quiero ayudar. Me parece que ese tipo tiene influencia, y yo quiero que estés bien. O no bien, mejor. Contame, por favor.
-Paul, aprecio tu apoyo y mediación. Sos un buen amigo. Gracias por esta posibilidad. Sinceramente me parece que lo estropeé. Sabes, estábamos despidiéndonos cuando al final me hizo una última pregunta.
-Me ponés nervioso Inés. ¿Cómo podés haberlo estropeado?, sos una tipa excelente. Tenés experiencia, capacidades. Inés, decime ¿qué pasó?
-Ay, Paul... callate. Bueno, me estaba levantando cuando me miró, con esos ojos que tiene él. Me había adelantado para darle la mano, cuando de repente dijo: ¿es usted una mujer púdica?
-¿Perdón?
-¿Es usted una mujer púdica? Eso preguntó, Paul. Sabes, en ese momento, sentí que me había arrancado la blusa blanca que llevaba y me estaba mirando desnuda frente a él. ¿Púdica? repetí. Sí, me dijo. Me volví a sentar. Me callé unos segundos, tragué con dificultad. Me sentí muy avergonzada. Y con rabia. ¿Qué tenía que ver para el trabajo que fuera o no fuera púdica? Pensé que era una pregunta tramposa. Era como si me preguntara si hago el amor en la mañana o de noche con AV. ¿Entendés? Me cayó muy mal. Al mismo tiempo sentí que era una prueba. Entonces le dije, mintiendo, que era reservada con mi vida, con mis pedidos, pero que cuando necesitaba saber, buscaba la respuesta. Lo que pasa Paul, es que no entendí. Mi mente estuvo mareada unos segundos, quise saber que quería con esa pregunta. Me dejó muy perpleja.
-Quizá haya querido saber si eras honesta, Inés
-¿Se le pregunta a uno si es honesto, Paul? Haceme el favor, quiso otra cosa, y no entiendo bien qué. Quiso desestabilizarme. Y lo logró. Sabes por qué, porque soy perfectamente púdica. Completamente. Culturalmente, y por un montón de razones más. Me jodió. Y me dejó pensando. Me levanté de nuevo. Lo miré a los ojos, y con mucha desvergüenza le pregunté: ¿hay algo impúdico que quiere saber?
-Ay, Inés.
-Es que soy púdica, Paul. Soy púdica y entonces lógicamente capaz de impudicia. Lo siento. Me parece que lo arruiné todo.

lunes, 14 de mayo de 2007

Lili

Una película delicada, sutil y muy conmovedora. Actores justos. Lo no dicho, los sobreentendidos, vivir, querer, desaparecer, y dejar un silencio lleno de murmullos,crecer. Una película sencilla que sabe tocar. O seré yo que ando sensible.
(De Philippe Lioret, 2006)

sábado, 12 de mayo de 2007

RADIO (viaje a Suiza)

...

On pourrait s'amuser vraiment,
Et se faire croire qu'on est dans des anges.
On pourrait s'ennivrer tout le temps,
Pour retrouver la clé des champs.
Ca fait rire les enfants,
De nous voir impatients.

On pourrait s'assoir plus souvent,
Et regarder siffler le vent.
Mais on fait tout à l'envers,
A chaque jour suffis sa guerre.
Alors,
On essaye d'être fort,
Dehors,
Tout est multicolore,
Mais les hommes se dévorent.

...

(Mick est tout seul.)





L'averse



Mais que ce ciel est gris
On finira trempés
Mouillés jusqu’au cou
Il nous faudra ramer

Mais que ce ciel est gris
Et sauver notre peau
L’averse renverse, épuise
Sortir la tête de l’eau

Mais que ce ciel est gris
Etre monté si haut
Et nous retrouver là
Là où le plomb coule à flot

Mais que ce ciel est gris

J’aurais aimé te voir un peu moins fière
J’aurais aimé te connaître un peu moins en enfer
J’aurais voulu juste un peu de lumière,
Quelques secondes avant, juste avant l’averse

J’aurais aimé te voir un peu moins fière
J’aurais aimé te connaître un peu moins en enfer
J’aurais voulu juste un peu de lumière,
Quelques secondes avant, juste avant l’averse.


Mais que ce ciel est, mais que ce ciel est gris,
Juste au dessus de nous
On pourrait le toucher du doigt,
Il faudra se mettre à genoux


Espérer qu’il finisse
Qu’il ne nous termine pas
Après tout on s’en fout,
On ne reviendra pas

Mais que ce ciel est gris

J’aurais aimé te voir un peu moins fière
J’aurais aimé te connaître un peu moins en enfer
J’aurais voulu juste un peu de lumière,
Quelques secondes avant, juste avant l’averse.

J’aurais aimé te voir un peu moins fière
J’aurais aimé te connaître un peu moins en enfer
J’aurais voulu juste un peu de lumière,
Quelques secondes avant, juste avant l’averse.

J’aurais aimé te voir un peu moins fière
J’aurais aimé te connaître un peu moins en enfer
J’aurais voulu juste un peu de lumière,
Quelques secondes avant, juste avant l’averse.


Mais que ce ciel est,
Mais que ce ciel est,
Mais que ce ciel est gris.

Manu Da Silva

martes, 8 de mayo de 2007

La vuelta

¿Cómo que no te gusta manejar? A mí no se me ocurriría pensar una cosa así cuando se está prácticamente solo sobre las autopistas divinas de Francia y que la tierra se abre de par en par para dejarme pasar a toda velocidad con mi autito que vibra sobre el asfalto. Mirá qué bello es esto. Me encanta ver las curvas de las colinas rodearme y seguirme, adelantarme, los campos cuidados, pequeños, cuadraditos perfectos arados y coloridos, moverse tal olas de mar, con verdes, amarillos, los colores de la tierra francesa a esta velocidad. De repente aparece una aldea, un bosque, un castillo a lo lejos, una estación servicio y pienso que nos toca tomarnos un café, descansar la nuca y estirar las piernas. Me gusta avanzar, conquistar territorio, moverme, me gusta el movimiento así de fácil, mis manos sobre el volante, la música a todo lo que da, mi cabeza en mil sitios diferentes, ¿cómo que no te gusta viajar en coche?, ¿qué no lo estamos pasando requete genial? Debe ser porque se achican las cosas, y los dos estamos acá grandes sobre la tierra, hablando mientras todo fluye, se mueve, y además son condiciones ideales, día de sol y calorcito, poquísimos autos y un camino fácil. Lugano París, derechito hacia el Norte, tendré que cambiar de autopista en Bourgogne, doblar un poco más hacia el Oeste, y nada más. Me gustan otras cosas por supuesto. Descubrir un campo de amapolas coloradas, los árboles caídos, tu voz, las hojas que vuelan por el aire, las aves juntitas en ve por el cielo, o pisar descalza la tierra húmeda de mi jardín por la mañana, encontrar inmediatamente el libro del que te estoy hablando, abrir la página y hallar la cita, el sabor del primer café, cuando me llamas bruja y luego me dices: amor. La ducha caliente sobre mis ojos cerrados y mi espalda, las cosquillas, el sol de primavera, el cuerpo caliente de Emilia cuando entro en la cama y que se vino sin hacer ruido hasta mi cuarto, chuparme los dedos después de comer una naranja jugosa, el olor de la naranja, su color. Tu mirada. Me gusta el camino al trabajo, siempre el mismo, reconocer, saberlo tan perfectamente bien, que se hace corto y fácil y encantador. Hablar de cualquier cosa y pasarlo bien, que sea de los empleados del correo en EEUU y de su propensión a perder la razón o de Salinas. Me gustan tus ces y tus zetas. Me gustan los viernes, la siesta que le robo al día, en el silencio de mi casa, o también entrar el miércoles después de las clases de la tarde, abrir la puerta de casa a las apuradas, llegar siempre un poco tarde y arrojar el maletín al suelo, casi cargarme una maceta, reírme de mi torpeza y largar: “hola, chicos, ¿cómo están mis amores?” dirigirme a la cocina, levantarme el pelo en un rodete, ponerme un delantal y empezar a cocinar. Cuando dices, Inés. Los abrazos de Emilia. La risa de mi madre. Llorar escuchando Bossa Nova. Bailar, bailar y bailar. Atender el teléfono y que seas vos. El aire reservado de Guy. La clase del jueves con mis tres alumnos preferidos. Tu humor. Los piropos en la calle cuando me pongo mi sombrero australiano. Me gusta saber la letra de las canciones que me gustan, nunca me las sé, cuando me las sé, me pongo muy contenta. Acordarme con tiempo de mis citas y mis cosas. Salir al balcón y pensarte mirando el cielo. Las estrellas. Los rayos del sol que me despiertan en la mañana. Las mañanas. El silencio de las mañanas. La tranquilidad de las mañanas. Mi llavero de perlas que suena dentro de mi cartera. Que pase mi vecina y me invite al concierto. París. París de día, París de noche, París en un restaurante de mariscos, lleno, apretado y delicioso, París en un café. París sobre un puente, París perdida, todo París. Encontrar el sitio que busco. Me gusta el color de los ojos de Emilia. Conversar con Benja. El mes de Junio. El sonido de una guitarra acústica, cantar con amigos. Vos, cuando me invitas a tu cama. Viajar. ¡Cómo que pare!, si no he terminado, todavía falta la música... Carrer Aragó en Barcelona, el mar, el vino francés... el cerro tucumano, los sánguches de Chacho, la primera nevada montrealense, la calle Argüellos en Buenos Aires, los acantilados, las islas, el mate santiagueño, el acento de.. uy... algunas cositas más...

lunes, 7 de mayo de 2007

Trabajando

Estoy haciendo traducción y les voy a admitir que siempre me ha costado mucho. Los Luthiers, ellos sí que saben. Los vi en París hace mucho tiempo. Me acordé de este.


domingo, 6 de mayo de 2007

Para María Justa




Ballin Mundson: Gilda, are you decent?
Gilda: Me?
[long pause]
Gilda: Sure. I'm decent.

Quand tu souris tout s'illumine, ta beauté est un éblouissement renouvellé, peut-être est-ce vrai que tu n'arrrives pas à te prendre complètement au sérieux, nous ne sommes pas de ceux-là, y crois-tu seulement? Si dans tes yeux, timorés maintenant, apparait une ombre, c'est la vie et ses égratignures: ton âme est un puzzle aussi compliqué qu'entrecoupé de parcelles de vies et de désillusions. Mais si tu le voulais, si tu le voulais vraiment, avec ta fraicheur qui éclabousse quand tu la laisses jaillir, le monde serait à tes pieds. Ma petite soeur, si tu te voyais.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Cosquillas

Mi abuela salía todos los días de su casa para ir a la casa de su madre, que quedaba a una cuadra, a la tarde, de visita. Mi abuelo le preguntaba a qué hora volvería, a las ocho le contestaba, a las ocho menos cinco estaba él esperándola en la puerta. Mi madre tenía nueve años cuando murió su papá. Yo era chiquita cuando murió Miquita. Apenas tengo algunos recuerdos inciertos, algo me queda de su voz y de su mirada. Mucho no. Y sobre todo ninguna conversación con ella. Yo era muy bebé cuando murió. Lo que sé me viene de mi madre y de su cariño por sus padres. Y es así que durante mi juventud me contó de como mi abuelo quería a mi abuela. Siete hijos tuvieron y se amaron hasta el último día. Mamá dice que su papá miraba a su mamá como si fuera la mujer la más bella del mundo, la escuchaba como si fuera la mujer la más inteligente del mundo, todo lo que decía tenía su importancia, y por supuesto, todo lo que hacía estaba bien. Ella, lo adoraba. Mi abuelo tocaba la guitarra y cantaba, y cuando lo hacía asegura mi madre, lo hacía para ella, en casa, en familia, avergonzándolas a las más pequeñas de las hijas por las miradas que se mandaban. También se escapaban al atardecer los dos, al fondo del patio, solos, a sentarse donde estaba el árbol caído, sosteniéndose de la mano. Mi madre, como lo dije, perdió a su papá jovencita, pero recuerda a su padre como un hombre enamorado de su mamá. Muchas cosas se han dicho de mi abuelo, se habló de su carácter, su orgullo, su inflexibilidad para muchas cosas. Era todo un personaje. No lo conocí, quedan desparramadas por las casas de los hijos, algunas fotos de otro tiempo donde se lo ve vestido y serio, con esa frente abierta de los Aragón, y la verdad es que lo único que puedo reconocer es la misma mirada de mi mamá, muy difícil de explicar, una mezcla de orgullo, generosidad y desafío, y ¿por qué te cuento yo esto? No sé, no sé, será por algo que siento cuando me miras.