miércoles, 29 de agosto de 2007

Magia

"The floods is threat'ning my very life today.

Gimme, gimme shelter or I'm gonna fade away

...

Love, sister, it's just a kiss away, it's just a kiss away

it's just a kiss away, it's just a kiss away

It's just a kiss away, it's just a kiss away "

Gimme Shelter, The Rolling Stones

El mundo está lleno de magia esperando tranquila, pacientemente, que nuestra inteligencia se afile. O quizás el mundo es la magia, ángeles y demonios confundidos, el yin el yan, el sí y el no, signos que aparecen y hablan, conversan llegándonos como poemas anónimos, así diría Julio Cortázar, el músico de las letras, y le dan sentido a la vida, al pasado y a lo que acontecerá; papeles volando por la calle, junto a las paredes, contando cuentos y haciendo aparecer hilos conductores, irrefutable prueba de que, en mi vida, magia y realidad se entrecruzan constantemente, sin drama, con naturalidad. No es una cuestión de creer o no creer, es así: yo puedo caminar sobre el agua. Viendo dos películas aparecieron casualidades fecundas que las volvieron fantásticas y llenaron de color mi mente: The Departed, (Los Infiltrados) de Martin Scorsese, y C.R.A.Z.Y., de Jean-Marc Vallée, dos historias distintas pero enlazadas por la música, protagonista indiscutible, paisaje cambiante que les da peso o, más bien, una modulación particular a las realidades que acompaña; conectadas también por la búsqueda de la identidad que describen, el bien y el mal, como en la película de Scorsese, un cuento-ópera tragicómico y brutal, quizás la más scorsesiana de sus películas recientes, violenta, sangrienta, descarada, con la mafia irlandesa en el Boston de los últimos treinta años; o en C.R.A.Z.Y., donde un joven, el cuarto de cinco hijos en una familia trabajadora de Montreal, se busca en el Québec de los setenta intentando definirse en un mundo que se transforma a una velocidad determinada por la "revolución tranquila"; su identidad, su patria, su sexualidad; están también la figura del padre y la música, siempre la música de fondo, con la filigrana de Patsy Cline, ¡ah!, Patsy, vínculo inocente en mi experiencia de espectadora maravillada por los efectos electrizantes de su presencia, su huella por la trama de dos películas que me gustaron. Hablemos de casualidades y diferencias.

Scorsese y Vallée empiezan sus películas con una voz en off, dos principios memorables: un juego de luz, penumbra y, por supuesto, música. La silueta y, sobre todo, la voz de Jack Nicholson (Frank Costello), un jefe de la mafia irlandesa del sur de Boston, marca el tono de la película de Scorsese: aquí no hay ni bien ni mal, o tal vez sí, creo que es una fabula moderna; “hablemos del poder, de la voluntad, de la fuerza, dice Costello, que seas policía o criminal es irrelevante frente a un revolver cargado”. Este “poema” empieza con la intención de provocar, se trata de un thriller policíaco que describe la doble vida de dos jóvenes infiltrados, uno en el mundo del crimen y el otro en el departamento de policía, con el propósito opuesto de atrapar y proteger a Costello, y, en esa simetría de intenciones, van perdiendo la noción de quienes son, el reconocimiento de su lugar y de sus identidades, manejados por el personaje de Nicholson, histriónico y maravilloso, auténtico eje del relato. Los paralelismos entre los dos jóvenes dan a la historia una nota de falso equilibrio. La voz de Costello habla desde la sombra de ese mundo escondido de los gángsteres, contrapunto de la vida cotidiana en las calles de Boston. Los Infiltrados es un poema épico urbano, duro, terso, espléndido. Una película en la que no es importante que los elementos sean verosímiles, dirigida y editada con un ritmo tan palpitante y loco que consigue un efecto de suspense intenso y que el espectador entre en ese mundo hechizado por la construcción de los personajes.

"I don't want to be a product of my environment. I want my environment to be a product of me. Years ago we had the church. That was only a way of saying - we had each other. The Knights of Columbus were real head-breakers; true guineas. They took over their piece of the city. Twenty years after an Irishman couldn't get a fucking job, we had the presidency. May he rest in peace. That's what the niggers don't realize. If I got one thing against the black chappies, it's this - no one gives it to you. You have to take it.

Vallée, por su parte, comienza CRAZY con la voz de Zachary, el personaje principal, narrando su propio nacimiento y, de nuevo, es un pasaje desde la oscuridad hasta la luz: el 25 de Diciembre de 1960, Zachary Beaulieu nace y muere. Los médicos lo reaniman, vivirá y para todos, en particular para su madre, mujer mojigata y cariñosa, Zachary será especial, un regalo de Dios, tendrá el don de curar, con solo concentrarse podrá detener las hemorragias, así lo creerán todos y por un tiempo también lo creerá él. Con una intensidad emocionante, la cámara captura en un plano opaco la conmoción de su llegada a la vida en un Montreal que está cambiando, secularizándose, entrando rápidamente en la modernidad que estuvo contenida por las instituciones religiosas. "Je veux juste être comme tout le monde", dice, pero Zachary será diferente.

El director de C.RA.Z.Y. dijo en una entrevista que solo hubiera podido ambientar su película en Québec, quizás también en Boston. Cuidado, no cualquier Boston sino la ciudad irlandesa, la católica, la trabajadora: la misma Boston donde se desarrolla la película de Scorsese. Las provocaciones contra las instituciones católicas se multiplican en ambas películas. En la de Scorsese, Nicholson/Costello se burla y respeta al mismo tiempo – es parte de su cultura-, de curas y monjas; en la de Vallée, lo religioso representa la nota mágica, la única poesía en esa película anclada en lo real, porque está relacionado con el cariño maternal y tiene el extraordinario poder de la subjetividad. Las escenas en la iglesia con el joven Zachary alucinando son musicales, surrealistas, una forma de escapar de la realidad opresiva.

Se canta en la iglesia, se canta en la casa, se canta todo el tiempo: al padre de los cinco varones Beaulieu, le encanta cantar. « Emmenez-moi jusqu’au bout de la terre, emmenez-moi au pays des lumières ». Todos los años se repite el momento en que el padre, un hombre de fuerte presencia, espectacular, fanático de Aznavour, cantará su canción para la familia. Más allá del tema de la diferencia, C.R.A.Z.Y. es fundamentalmente una historia de amor entre un padre y su hijo. Un hijo que intenta conquistar ese amor, y cuando cree haberlo perdido rompe su disco preferido, CRAZY de Patsy Cline.

"Worry

Why do I let myself worry

Wond’rin’

What in the world did I do"

Del mismo modo, el policía “infiltrado” que trabaja para Costello, al llamar por teléfono al gángster para darle informaciones, utiliza la contraseña Hi Dad, Hola papá. Frank Costello se ocupó de ese joven huérfano, pagó sus estudios, encauzó su porvenir. Es una relación interesada pero, al mismo tiempo, la única relación que tuvo Colin Sullivan (Matt Damon) con alguien que se pareciera a un padre. Un padre filosófico y burlón, cruel y poderoso. Siempre excesivo.

Ambas películas tienen diálogos ágiles, punzantes, irónicos, cáusticos, y aquí terminan las semejanzas. Las historias reflejan dos mundos distintos: la una el crecimiento íntimo y personal durante la infancia y la juventud; la otra es un cuento social y moralmente desmedido. La música ocupa un lugar privilegiado pero de forma diferente; en Scorsese, acompaña a la imagen, la embellece, concede un tono a la realidad social, Patsy Cline con Sweet Dreams crea la atmósfera, modula la imagen dándole relieve.

"Sweet dreams of you

Every night I go through

Why can't I forget you and start my life anew

Instead of having sweet dreams about you"

En CRAZY, Vallée la usa como protagonista, es una parte de la historia, las mismas canciones resuenan constantemente, forman parte del paisaje. Hay una escena involvidable donde un Zachary adolescente canta y baila en su habitación Space Oddity al unísono con la voz de David Bowie procedente de un disco; en ese momento su estado de ánimo es la música, con la que se funde en comunión unificadora. El trabajo de los directores es magnífico y el excelente criterio con el que usan la música constituye, indudablemente, una de las riquezas de las películas. Igualmente, fue la música la que las reunió en mi mente con una extraña mezcla de emociones, vitalidad y personajes. Y si es verdad que la música puede darle alas al pensamiento, era solo cuestión de, libre e imprevisiblemente, dejarse llevar por ella. Más le prestamos atención a las coincidencias y más se producen, ¿no?

Zachary Beaulieu en C.R.A.Z.Y.

3 comentarios:

  1. No one gives it to you. You have to take it. Right! But, how much do you have to take?

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  2. Ya puse C.R.A.Z.Y. en la lista de pelis de Netflix. The Departed me encanto! (y ahora que reconozco lugares, mas todavia!). La que no pude encontrar es Caramel, esta en el cine todavia?
    Besos!

    Carola

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  3. Carola, Caramel acaba se salir en Francia, sí todavía pasa en los cines, es una película libano-francesa, me sorprendería mucho que le estén pasando por allá todavía. Se ambienta en Beirut, cinco mujeres viven su día a día entorno de una peluquería. Es la primera película de Nadine Labaki, también actriz en la cinta, y está muy bien hecha con mucha ternura, humor. Sí podés verla te vas a reír y llorar y pasar un momento muy emocionante.

    Besos

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