Delante del portón de la pensión tus labios comían los míos, tus manos me recorrían como yo había recorrido las arterias de tu ciudad, del centro hasta Tetuán esa misma tarde de sol, con paso seguro pasando por el mercado de Maravillas, sentándome delante de un cine con nombre francés: tu ciudad tiene reflejos dorados, los he visto al comenzar el verano, de tu mano, por el oeste, por sus parques, con olor a mandarina en las manos. Será el polvo, será el viento, será la unión de colores y del amor, no sé, no importa; esa noche vos me besabas, me susurrabas palabras de amor, acorralados contra el portal por las voces de los últimos bares, con su marcha interminable. Y ahí entendí que Madrid era rock and roll, su tempo elevado, su energía real, los espacios amplios y sus rincones ventosos; y en cada rincón se podían oír nuestros pasos, rápidos, de amantes anhelantes. Madrid no duerme, o muy poco, casi nada, pero sabe hablar de amor. De mucho mucho amor, a whole lotta love: recuerdos y sueños.
Siempre hay un sueño que se despierta en Madrid. J. Sabina.
Me gusta mucho leerte, por si no te lo había dicho antes...
ResponderEliminarRocío, a mí me gusta leerte a vos, muchas gracias por tus palabras, un abrazo poetisa.
ResponderEliminarInés