sábado, 29 de marzo de 2008

Vuelo Nocturno

París, 1910, inundado de lluvia y por el Sena.

De repente apareció Antoine por la avenida d'Iéna hasta el puente del Alma y nos acompañó hasta África y por las riberas del Sena. Era principio de Febrero cuando celebrábamos mi cumpleaños, hace dos meses. Ese día París se juntó a Madrid y se podían oír los aviones militares, los bombardeos, sobre un pequeño hotel en el centro durante la guerra civil, ¿te acuerdas?, contabas vos. "Voyez-vous dans la vie, il n'y a pas de solutions. Il y a des forces en marche : il faut les créer, et les solutions les suivent." (Vol de Nuit), contaba yo. Saint Exupéry nos dejó solos un momento; el barullo de la guerra quedó atrás por la avenida parisina casi desierta, la huella de su avión de "L'Aéropostale" surcando los cielos entre Francia y Argentina, encima de nosotros. Nos dejó tiempo de comer pato y dar una vuelta por la figura cimbreante de Josefina; volvió más tarde, esa misma noche, y nos llevó hasta Etoile felices y empapados de lluvia de invierno. Era mi cumpleaños y caminábamos juntos fuera del mundo, por el mundo. Hoy es tu día, y esta noche se oyen los aviones partir, llegar, pasar por las estrellas y los miro desde abajo, desde mi balcón: falta muy poco para que aprenda a volar, y por allá arriba andaré, mientras tanto, te deseo un día feliz, un día bonito, un día lleno. Felicidades, amor. Feliz día.

1 comentario:

  1. “Espagne. Cet enfant joue. À partir de quel instant a-t-il des opinions qui vaillent la mort?”
    (A.S.E. Carnets)


    Fue Antoine, adornado de coraje y discrecion, quien unio Paris y Madrid esa noche bajo la lluvia. Era el Hotel Florida, en la Gran Via madrilena, y la proximidad del edificio de la Telefonica, blanco de la artilleria fascista desde donde Arturo Barea radiaba informacion del bando republicano, lo convertia en un lugar peligroso. Fue un despertar de sangre fria con pomelos. Lo cuenta Josephine Herbst en “The starched blue sky of Spain”; el bombardeo artillero desperto a los corresponsales de guerra que se hospedaban en el hotel, un obus impacto en el edificio y las paredes sonaban como si mil ratas corrieran buscando la salida. En medio del panico, en los pasillos, surgio la figura de un hombre tranquilo con un albornoz de seda azul ofreciendo cortesmente a las damas una bandeja con gajos de pomelo, Voulez vous une pamplemousse, Madame? Era Saint Exupery, un hombre de accion que tuvo la muerte que hubiera deseado ese fraude que hacia llamarse Ernest Hemingway, quien queriendo ser heroe en el amor y el riesgo no paso de la categoria de turista y, para su desgracia, tambien se encontraba en el Florida la manana de citricos y explosiones. Y la presencia amistosa de Antoine nos acompanaba esa noche de invierno en Paris, conduciendo nuestra imaginacion a Africa y al pasado, retirandose discretamente a la hora de llenar una copa de vino o pronunciar palabras con gestos solo para dos.

    Los dias pueden ser bonitos, pero para que sean felices tengo que borrar el Atlantico.

    Tiempo de aviones.

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