sábado, 16 de agosto de 2025
sábado, 9 de agosto de 2025
domingo, 1 de junio de 2025
Du coin de l'oeil
¿Qué es eso que brilla?
El piso
gris me confunde.
A ver, ¡oh,
es un ganchito de papel!, un clip metálico en el piso. ¡Tan chiquitito y
abandonado!
Las cosas
se me pierden, es algo que domino, casi profesional; soy proclive a sufrir
pequeños olvidos, a concentrarme en un pensamiento y dejar que las manos realicen
acciones inconexas; la atención la tengo en mil cosas y en absoluto en la
ejecución de una tarea, eso es seguro. Vivo en mi cabeza sin mirar el exterior.
Además, con la vista cada vez peor, eso de desprenderme del mundo externo, está
más normal que nunca. He visto en alguna parte que la gente pasa todos los días diez minutos
buscando cosas. También, he leído que podría
ser genético, joder lorito, algunos distraídos seríamos del T y otros de C. Por
mi parte, pienso que…
¿Qué estará
haciendo ahí? ¿Cómo se habrá caído? ¿Se habrá pegado a la suela de un zapato?,
pero entonces, ¿por qué tan alejado en esa esquina? Al hacer un gesto con los
brazos, ¿habrá saltado de un bolsillo?; al abrir un bolso, se ¿habrá escapado
como la Reina Batata? La persona lo tendría en las manos y distraída, se le
habrá deslizado. ¿Cuánto tiempo hará que esté ahí perdido, ajeno a su función,
entreverado entre la mugre del suelo y del color del piso? Pienso también que una
persona se habrá puesto a leer, desprendiendo sin querer el clip que se cayó al
piso y …
Aunque
discreto y pequeño, yo lo vi y lo estoy observando, y ahora pensado en su
recorrido, calculando posibilidades.
Me intriga
ese clip tan fuera de lugar. Observo el piso, es lo único que esté en ese piso
que deben limpiar a menudo.
-Oiga, ¿falta
mucho?
-No, no, ya
salgo
domingo, 4 de mayo de 2025
Le pont Monk
Por mi profesión, suelo tener todo planeado, entonces a veces, en un acto de rebeldía, me voy por las ramas, literalmente, solo para probar en sentido opuesto, por sopetón, el desbarajuste de las posibilidades. Me dejo guiar por la luz, el viento, un crujido que me aparece como una puerta inesperada y oportuna.
No soy aventurera, me falta tiempo para eso, sino que curiosa sí, eso sí. Entonces, una que otra vez, me meto y veo. Tampoco soy muy espontanea, el impulso me parece a veces sobrevalorado. No obstante, la otra noche, en el cruce de dos caminos, con un cielo poco iluminado, por el canal, giro de repente a la izquierda en vez de la derecha que sería el camino correcto. No sé que me pasó.
En mi bicicleta, sin luz delantera, me puse a pedalear alejándome de mi casa hacia un camino intuido más que elegido. Por una salida desconocida, me adelanto, me equivoco, luego creo reconocer el oeste sombrío de mi barrio, respiro lentamente y subo una calle empinada. La bici hace un ruido sospechoso, me bajo, miro en mi entorno y me encuentro delante de una puerta iluminada debajo de unas escaleras estrechas. Pasan por mi lado dos jóvenes y entran. Aparco la bici, abro la puerta y me encuentro en una sala grande con mesas de maderas grandes estilo picnic con manteles de plástico y delante de todas ellas, un escenario pequeño donde toca una banda de hillbilly blues. Unos cuantos muchachas y muchachos aparentemente anglófonos bailan con coreografías bien ensayadas, el ambiente tiene un aire de otro tiempo, no sé bien donde estoy. Me siento a una mesa del fondo para no molestar y en ese momento uno de los músicos se pone a cantar. La sensación de haber regresado hacia los años 70 es fuerte. Las lucecitas de color verde, rojo y amarillo parpadeando a lo largo del bar de madera, las sillas altas recubiertas de un material sintético y pegajoso. Las cortinas rojas pesadas, no sé, de hoy, no era el lugar.
Me quedé un momento a contemplar y escuchar, luego, ya era tarde, luego más ubicada, pude regresar a mi casa. En realidad, no estaba lejos totalmente, sino que lo vivido me pareció un viaje inesperado.
jueves, 1 de mayo de 2025
10 años
Madre de abril que te moriste en mayo. Volvió mayo, volvió el otoño allá en los tucumanes, lluvioso, me entero y una primavera caprichosa aquí, cerca de tu canal. Todo vuelve y sin embargo tu voz, tu atención, tu risa, tu humor, tu conversación, tus indignaciones, tus temores, tu amistad indefectible, tu amor por nosotras, redondo, honesto, incontestable, no vuelve : se transforma; se incorpora a mi cuerpo, a mis mañas, a mis gestos, a mis palabras. Estás cada vez más dentro de mí que en el recuerdo. Con esa cara mía que es de la mi padre, me estoy pareciendo a vos, cada vez más. Lo veo en mi boca y en la mirada.
domingo, 9 de marzo de 2025
Antipática
-Creo que lo voy a dejar.
-Uy, pero me parecía a mí que estaban bien, ¿hace cuanto ya: un año, dos?
-Sí, sí, nos
va bien, pero ...
-Pero ¿qué? Piénsalo antes de hacer macanas.
-Empecé a
notarle los defectos.
-Todos los
tenemos.
-Sí, pero
sus cualidades compensaban sus defectos, y ahora sus defectos resaltan más que
sus cualidades.
-Lo conozco
poco, pero me parece un tipo compañero, amable, fiel, recto, con un alto
sentido de la justicia.
-Sí, es
verdad, todas esas cosas son verdad, es más, no es ni egoísta, ni cruel, ni
irresponsable, esas cosas feas. Todo lo contrario. Es un hombre tranquilo y muy
bien, trabajador…
-¿Entonces?
-Me aburro.
-¡Ah!
-Y, sí.
-Oh, ¡sos de
terror vos! ¿no?
-Ya.
sábado, 8 de marzo de 2025
Tournicoton
El universo está lleno de magia y espera, pacientemente, que nuestra inteligencia se afine. Así es, lo creo y lo vivo.
Me suelen pasar las
cosas de forma abultada, me explico: no me llaman por varios días y cuando digo
varios… de repente, suena el teléfono y es mi hermana, al mismo tiempo suena un
bip alertándome que hay dos personas en la línea, ¿otra persona? ¿de verdad?, y
sí, y ahí no se acaba: aparece un texto de mi hijo, para terminar con esto en
el Facebook me mandan un video. En un espacio de 15 minutos he recibido las comunicaciones
de las dos próximas semanas y cuando digo dos… Así como la nieve que cayó aquí:
la cantidad de medio invierno en dos días. ¿Es de extrañarse, no es cierto? Me
regalan para mi cumple un jabón, es un ejemplo, pasa que sé que recibiré ese
año varios jabones. Concurrencia de intenciones. Me llega una factura, ay, ay, ay, ese día
tendré que pagar un montón de otras cosas. Y no piensen que es porque empieza el mes, y
es normal que se paguen las facturas, no, pasa que ese día se amontonaron la
cosas, eso es. Yo lo llamo conspiración cósmica. El cielo conspira, sí señor,
me llueven las cosas, un día es comunicación, el otro es finanzas, el otro se
atropellan las citas, convocaciones, a veces es el silencio. Nadie viene, nadie
me llama, etc. Ni hablar de los accidentes. Vivo bajo un cielo caprichoso. Las
energías inestables, excéntricas, desproporcionadas. Pensaba que siempre era
molesto, pero no siempre.
1.
Bajando
la calle Saint Laurent desde el estudio de tango hacia la calle Mont-Royal,
paso por unas tiendas donde diviso un local con ventanales, un lugar agradable
donde se ve a personas haciendo cerámica agachados sobre un torno, las manos en
la arcilla. Pensé que le gustaría a Charlie.
2.
En
el momento que llegué a la milonga solo cuatro bailarines estaban allí. Me voy o
espero. Será el cumpleaños de varios me anuncian. Mucho he caminado o sea que me
quedo; bailo con un desconocido, me cuenta que es ceramista.
3.
Ya sé,
para el cumpleaños de Charlie, lo inscribo en un taller de cerámica, le va a
gustar.
4.
Charlie,
¿te gustaría participar en una clase de iniciación al torno de alfarero conmigo.
¡Oh, me dice, siempre he querido hacerlo!
5.
Llamo
a varios lugares, uno de ellos tiene una fecha que nos conviene. ¡Adivinen! Es
el local divisado unos días antes por casualidad.
6.
Ya,
vivan los bultos, las conspiraciones, la magia, los vínculos misteriosos que no
se entienden. A tornear iremos.
jueves, 13 de febrero de 2025
la foto
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo (Jean-Louis Barault)
Cuanto más se envejece más se parece la tarta de cumpleaños a un desfile de antorchas. (Katherine Hepburn)
-¿Y?
-No podía
sonreír, tuve que ponerme el pelo detrás de las orejas… tomar un aire solemne.
-¿Y?
-Cómo que ¡y!,
¿qué dices?, salió la foto y parezco una convicta con cara de amargada, una
escapada de Alcatraz triste.
-¡Qué
exagerada!
-La vejez,
amiga, la vejez… Sin poder sonreír, sin poder arreglarme y esconderme con el pelo,
veo esa cara alargada y patética, parezco un retrato del Greco.
-Estás muy
bien, no digas macanas.
-La dureza
de la expresión me asustó. Pero, no es solo eso. La vejez, niña, … al salir de
la tienda, me puse el gorro, la bufanda, me cerré el tapado hasta el mentón. Me
puse los guantes. En la calle, habían salido del colegio un grupito de chicas
con uniforme y tenían la falda enroscada para que se les vean las piernas, el
abrigo abierto, sin gorro. Caminaban alegres. Pasé al lado como un Yeti
apretujada de ropas: una verdadera salchicha nórdica. Había estado tentada de ponerme
las suelas antideslizantes que tengo para el hielo… y me acordé de que todavía
no tenía 65 años… No, si no te digo, la vejez. Estoy hecha un mamarracho. Cara
patética y carácter aprensivo. Uf
-Sos
precavida.
-Qué
precavida ni que mierda, soy vieja y tengo que aceptarlo. Ahora, lo que tengo
que hacer es intentar envejecer con más elegancia.
-¿Y eso? ¿Te
vas a abrir el abrigo en la calle?
-No,
tontita.
-¿Te vas a
rodear de gente mayor para que te digan lo bien que estás?
-Tampoco.
-Entonces,
¿qué?
-Me voy a
quitar los lentes de contacto, eso de ver la realidad está sobrevalorado. Sin
los lentes de contacto, todo está preferible, la gente más bonita y la memoria
a buen uso. Además, no pararé de sonreír, está clarísimo que quedo mucho mejor.
-Ya, más
loca que la mierda, vos, ¿no?
Y sí, ya se sabe.