Conseguimos entrar en el ascensor un poco antes de que despegara, tu voz me dijo, Inés, entra, ven, y yo ya había dejado la tierra firme. Los tejados de Valparaíso bailaban multicolores delante de nuestros ojos, todo se mezclaba, estaba en el aire con un ángel, ingrávida, y deseé que esos segundos duraran y duraran, los dos por encima de la tierra, en el aire, arriba de la ciudad y pensé: ojalá seamos los únicos en este ascensor. No hablaste, sentí a tu lado sin embargo el calor de otro lenguaje; con los ojos pegados a la puerta lancé conjuros de bruja, pero no, entraron dos parejas y un niño. Me arreglé el pelo, me miraste, tus ojos se deslizaron sobre mi cuerpo, no, no estaríamos solos; se puso en marcha el funicular, una obra de otra época, con un ruido antiguo. Los dos juntos miramos afuera, volaban los pájaros, volaban las imágenes, volaba la imaginación, y allá quedó como un suspiro entre las nubes de un cielo azul, frente a un mar extenso y una ciudad loca.
sábado, 29 de marzo de 2008
Ascensor
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Una bofetada de trigo. Un restaurante humilde junto al puerto. Un taxi en el laberinto de los cerros. Un ascensor donde tu cuerpo es el molde de mi mirada. Y cuando falta la luz, en la oscuridad tranquila de las camas australes, tu perfil se ajusta a mis manos con la precision de las bocas que se encuentran. Entre el cielo y el mar, los tejados de Valparaiso; entre tu cuerpo y el mio, engranajes de piel y olores salados.
ResponderEliminarEn la ciudad loca, en sus ascensores, en los autobuses, por las calles de cualquier hemisferio, en los aviones que vuelan desde la tierra hasta la vida, en cuartos de hotel y en las playas que circundan tus huellas, tu cuerpo es la unica razon de mis manos. La verdad de mi mirada es tu relieve, y mi extension solo quiere la sal de tu espacio.
He pensado un rato largo: ¿de qué me habla este hombre con su trigo? Y luego me acordé,¡pero, por supuesto!, la cerveza, las bofetadas, y comenzó mi día con una carcajada de las buenas. Las vueltas en el taxi, para volver al punto de partida, si no te digo que es una ciudad loca, loca, como yo de vos.
ResponderEliminarBesitos,
Este "Ascensor" y el "Nacimiento", no tienen desperdicio alguno. Leyéndolos, me he reenamorado.
ResponderEliminarUn punto en el océano.