viernes, 28 de abril de 2006

Ganas de ti

I know it’s coming
(Want you to love me)
There’s going to be violence
I’ve taken as much
(Want you to be)
As I’m willing to take
Why do you think
(The heavens above me)
We should suffer in silence
When a heart is broken
(Eternally)
There’s nothing to break

Azúcar

Sabes, el otro día después de oír tu voz me han venido ganas de salir a caminar, a correr, a que me pegue el viento, me moje la cara la lluvia. Era de tarde y no he sentido el frío, toda envuelta que estaba de vos. He bajado la calle que me lleva al centro, una calle empinada, resbalándome, patinando sobre la vereda mojada. Tan rápida fue la bajada que me puse a reír, sí de esa risa que te gusta tanto, salía fuerte la risa Negro y se la llevó el viento. Había mucho viento o sea que ya la debes estar por recibir. Estaba yo llena de una energía potente te digo, ganada por el sentimiento de privilegio que me dio el regalo de tu voz. Esa voz cálida, rica, dulce, que sale lenta y como arrastrando todo tu norte por detrás. ¡Ay ese norte que adoro! En ella he sentido tu cariño aunque sea lejano, y eso me animó. Me hizo bien. He llegado a mi café habitual. El que está al lado del correo. Uno que uso de base estratégica para mis observaciones cotidianas. Ahí me siento a mirar a la gente, a descansar, antes de volver a partir a mis cosas. El mozo que ya me conoce se acercó y me preguntó que mosca me había picado.- "¿por qué, qué tengo de extraño?" Levantó los hombros con un gesto cansado. -"Usted sabrá", me dijo, y yo me reía sola, sí yo sabía. -"Me trae un café, please, mocito". Me puse a pensar, mirando las luces que han colgado estos días encima de la calle principal, luces de Navidad para alegrar la oscuridad de este mes sombrío, y pensé: qué cosa que una conversación casi banal, de todo y de nada, de jardinería y tonterías, me haya dado tanta fuerza, che, tantas ganas de levantarme y salir corriendo. Tantas ganas de cantar, ¿te canto algo Negro? De ese modo concentrada, recordándote, tomé el turroncito de azúcar entre los dedos y lo puse hasta la mitad en el café, así nomás para empaparlo y cambiarle el color a medias, cerré los ojos y me lo llevé a la boca. La sensación dulce y amarga del azúcar mezclada al café, me reveló en un instante lo que me estaba preguntando desde hace un rato sentada sola pensando en vos. Sos mi azúcar Negro, y ahora estoy toda café.

miércoles, 26 de abril de 2006

Juanitas

"Hay dos clases de juanitas, unas tienen una cosita medio colorada alrdededor del cuello y otras no. Las que tienen esa cosita colorada, son muy venenosas, tanto que si alguien se traga una, inmediatamente caerá muerto, así como lo oye, amigo, redonda y fatalmente muerto.Es por eso que en verano, cuando se junta la familia en la vereda a tomar fresco, se deben evitar los bostezos o abrir la boca desmesuradamente. Está bien que es medio difícil tragarse una juanita por abrir la boca. Pero pongalé que le cae una en el vaso con cerveza que está por tomar, si usted está descuidado y no se da cuenta, capaz que se manda una juanita con esa cosita colorada. Bueno, entonces se muere.Sería muy útil guardar esta hojita del diario hasta el próximo verano y pegarla en la puerta de la casa, al lado de donde se junta la familia, a la noche, a ver pasar las horas, cosa de acordarse. Lo que pasa es que esta nota andaba medio traspapelada y por eso no se ha publicado en enero, que es el tiempo de las juanitas. Pero más vale tarde, ¿no?Hay algunos que cuando salen con esto de las juanitas, en la casa se les ríen y les dicen ya estás con lo mismo, para ellos es esta nota, para que la muestren a los parientes y les digan, ¿han visto que tenía razón?, aquí está, lo dice el diario.Algo más, esto de las juanitas con esa cosita medio colorada no es un dato así nomás, algo que uno pone por poner o una suposición, sino que está científicamente comprobado, es algo que lo saben todos los científicos, no se da a conocer con más amplitud para no alarmar innecesariamente a la gente. Pero que son peligrosas, son peligrosas, de eso no hay duda.Por eso, amigo, cuando llegue el verano, ojo con las juanitas, por si acaso no se trague ninguna, porque no va a esperar a ver si se muere para saber si era de las peligrosas, o sea las que tienen la cosita o no. Pero si llegara a suceder, llame la ambulancia. Urgente."

Juan Manuel Aragón

viernes, 21 de abril de 2006

Voyager est un triple plaisir : l’attente, l’éblouissement et le souvenir.
[ Ilka Chase ] - The Carthagian Rose

miércoles, 19 de abril de 2006

Guy James

Cuando era bebe tenía unos ojos azules impresionantes, se los veía de lejos. Estaban rodeados por una carita redonda, blanca, una cabeza calva, una ñatita chiquitita. Era puro ojos. Un gordo fofo divino que se fue alargando y alargando y alargando. Hoy tiene 11 años mi hijo querido. Hoy tiene mas pelos que ojos, ojos en almendra perdidos en el fondo de una cara marcada por las alergias y el eczema. Párpados hinchados y rojos, con ojeras. Pelo rubión, largo, que tendremos que cortar. A pesar de todo sigue bello mi hijo, alto y flaco, cabezón, rasgos finos. Una belleza clásica. Un ansioso, tímido, generoso y muy hombrecito para su edad. Un enamorado de la belleza, se emociona con un cuadro o una escultura, una mujer bella, un jardín en flor. Se emociona con música. Es puro corazón, es tierno, como cuando viene por la mañanas a abrazarme en la cama, y me susurra ¿mamá estás despierta?" más o menos hijo", llega cerca de mí y me dice: "me gustas en la mañana mami, estás calentita", y me abraza con fulgor, pone su cabeza en mi cuello, y me dice que es su lugar preferido para darme un beso. Y ya para el día...

Cuando era chico, no lo podíamos parar, era hiperkinético, corría Km., sigue deportista, le encanta todo lo que tiene que ver con resistencia. Es ágil, coordinado. Trepa, salta, corre...

Sin embargo, nuestra vida de cambios, de partidas y separaciones, lo ha vuelto aún más tímido, más timorato. No habla mucho. No expresa sus miedos, no muestra nada. Ni sus frustraciones ni su rabia que tiene contenida y a veces sale de forma rara. Le costó aprender francés, le costó irse del Canadá donde estaba su mejor amigo Thierry, le costó adaptarse, se encerró en un mundo menos angustiante, al abrigo de lo que no controla. Mira la TV y entra en un especie de trance del cual le resulta difícil salir. En la escuela solo las matemáticas le resultan fáciles, un especie de juego que no le causa dolor. La lectura, la escritura, hablar en público le siguen costando aunque ya está bien. No entiende de historia, no sabe nada de geografía, no se ubica bien en el tiempo, no sabe ni que día es... es un soñador. Las ciencias le interesan pero solo un momento. Solo le gusta la poesía, tiene buena memoria y se las sabe todas. Cuando va a su clase de dibujo, me cuenta la profesora, que siempre está recitando poesía a los otros como para inspirarlos. Guy recitando poesía, no me lo imagino. Se ha vuelto cuidadoso, lento, "yo hago las cosas a mi ritmo"; es un solitario con amigos. La gente lo quiere. Es muy popular en la escuela porque su personalidad es tranquila. Es Guy, se funde con los otros y sabe compartir. El año pasado lo ayudé mucho, pasando horas con él leyendo y enseñándole francés, historia, geografía,..., y no entendía yo su retirada de las cosas: "te estoy hablando Guy ¿me escuchás?" Su lentitud, sus silencios me sacaban de quicio. Él estaba en algún otro lugar, un lugar donde no tenía que aguantar mi propia ansiedad, o soportar mis saltos de humores, mis cóleras, mis impulsos, mis esperas. Se ponía mal por querer complacerme: "mamá no importa soy muy nulo, soy idiota..." "¡Cómo vas a ser idiota!, tonto, no digas macanas, a ver Guy otra vez..." A pesar de todo me tiene paciencia, me aguanta.

Tiene una buena relación con sus hermanos, muy amigo de Benja, es el líder y lleva el barco. Muy paciente con Emilia, nunca se enoja con ella. Quisiera vivir en un mundo de fantasía donde los Pokemon, u otros seres mágicos, existirían de veras. Le encantan los cuentos donde la gente tiene poderes y existiría un bien todo poderoso contra el mal.

Caminando por St-Germain un día me dijo: "-Mamá me quiero quedar en Francia. "Ah sí ¿por qué?". Porque me gusta la ciudad, las calles angostas y las persianas de todos los colores, la piedra blanca de las casas, la gente en la calle, los castaños en el patio de la escuela, las estaciones marcadas. Lo extraño a Thierry, a la casa del campo del Tata y a Abuela- es graciosa- pero me gusta Francia. Sí, mi hijo, creo que nos vamos a quedar un rato.

Benjamín John, Domingo

Parabim, pim pim ahí viene Benjamín... mi segundo varón, que tuvo suerte de nacer con madre más tranquila y más segura. En un hogar más sereno. Un bebe feúcho, una bolita, unos ojitos raros intensos brillantes entre azul y gris dependiendo del día y de su humor. ¡Ah que gracioso el bebé! Decía la gente al mirarlo. Simpático ¿no? Sí, mi hijo es muy simpático, es un amor, risueño, que quiere dominar la vida como sueña un torero del hacerlo al toro: por los cuernos. Se levantó con energía un día a los 10 meses y se puso a caminar, nada de gatear, sin caerse, caminando con entusiasmo; él gritó su energía a la vida parado sobre sus piernitas redondas, desbordantes de rollitos y su cara alegre, casi una caricatura tan extraordinaria es su sonrisa, sus ganas de estar y jugar. Benja es animado, exaltado, exagerado, conquistador, valiente, obsesionado con las cosas que le gustan, determinado... Un caballo fulgoroso dice su maestra. Benjamín nació segundo, con ganas de robarle al hermano todo mi amor, Napoleón lo llamábamos, porque cuando quería algo, el petizo se ponía a reclamar y caían paredes con su voluntad. Benjamín es hambriento, tiene sed, tiene penas y alegrías que le gusta compartir, ríe, llora como ninguno.


La famille des saltimbanques, 1905, Pablo Picasso.

Para él, la vida es una aventura dramática, teatral, no tiene tiempo de soñar, él quiere vivir intensamente. De lo alto de sus 9 añitos, flaco ya, altísimo, buenmozo, con una mirada cálida debajo de una melena espesa y generosa, con un cuerpo de jugador de rugby, todo quiere saber, ver y experimentar. Todo hace rápidamente, facilmente. Para el deporte es bueno si no requiere demasiada habilidad motor: es medio torpe, pero que fuga!!! Aprende bien, a los 3 andaba a bicicleta a dos ruedas, a los 5 leía, en tres meses hablaba francés, con expresiones y malas palabras por favor, a los 6 se sentaba conmigo afuera y me preguntaba sobre la rotación de la tierra, por qué esto y por qué el otro. Mamá no te parece fascinante que haya tanta vida sobre la tierra, en el cielo como en el mar, ¿qué me decís? nada estaba mirando el hormiguero y me encanta la organización de la vida que tienen, y me pregunto cuántos animales habrán así organizándose que no conocemos." El sabe perfectamente a qué día estamos y que horas son. El prepara sus cosas para el colegio y me dice a mí lo que me falta, es eficiente y buen alumno. Pero para el resto es un despelote, la ropa, los juguetes. Benjamín lo tiene que hacer todo en el momento porque de otra manera pierde interés. Si demanda esfuerzo a largo plazo está en peligro el proyecto, no tiene paciencia. Para el cariño es un bebé, un bebote que reclama atención y caricias todo el tiempo, se acurruca sobre mis rodillas y me abraza a pedirme besos y abrazos. A veces trata de alabarme objetivamente: "Mamá, papá no te lo dice suficientemente pero sos hermosa, "¿ajá?" Sí, a ver mostrame tus ojos, sí sos verdaderamente linda, a pesar de tu edad, ¿no?"

Es fundamentalmente social. Necesita la presencia de otros, necesita verse por los ojos de otros, necesita compartir, preguntar, opinar, hablar, saber, meterse, tiene largas conversaciones con gente en la calle, ¿de qué hablaban? De nada mamá de esto y de aquello. Es encantador, te mira a los ojos, te agarra las manos. Te sonríe, y esa sonrisa hay poca gente que la tiene. Es una fuente de luz. Es irresistible. Es muy popular con las chicas y los adultos. Debe ser porque le gusta conversar. Paradójicamente Benja no tiene muchos amigos, le cuesta entrar en un grupo, no sabe comportarse entre muchos. No puede soportar la soledad, aúlla cuando no está el hermano, pega gritos en la noche, muchos años tuvo terrores nocturnos que nos helaban la sangre. Nunca ha estado sin Guy y no sabe vivir sin él. El hermano es su ídolo total: mayor y con self control, parece maestro de la situación, mientras que él demostrativo siempre asusta un poco a los otros. Benjie como lo llamamos a veces es un coqueto, prepara su ropa con atención y me pelea con malhumor cuando no está limpia tal o tal pilcha. Le gustan sus pañuelitos y sus camisetas... ser cool. Además es divertido y sabe bromas que lo hacen torcerse de risa al hermano. La odia a Emilia. Es todo lo que no aguanta, es exagerada y es una bebe, un poco como él... Tiene ataques de malhumor, de tristeza incontrolables, es una montaña rusa de sentimientos altos y bajos, no se bien como manejarlo, me exaspero con él... Me agota. Por suerte el padre lo maneja perfectamente y lo tranquiliza. ¡Yo lo quiero matar! A ver mamá dice quejón ¿y por qué yo no hablo español? Ya vas a aprender, ¿y cuando? Bueno cuando te mande a la Argentina a pasar un mes con tu abuela que ahora pasará tiempo allá... Así decís, pero sos poco cumplidora... Benjamín no me tentés que mañana te mando...

Emilia Inés Catalina

Cuando supe que sería mujer, además de la intensa felicidad que me causó saberlo, decidí que nombraría a mi hija: Ana, Amelia, Emilia, Inés. Me costó mucho elegir ¡quería dárselos todos! Nació mi niña el día programado por el médico que tenía que salir de vacaciones y no quería esperar más. Nació con dos semanas de anticipación. Tercera y última cesaria.
Nació una niña tan redonda, grandota y gordita, gringa, como los otros. Ojitos azules, y los cachetes del padre. A pesar de todo muchos hallan Emilia muy parecida a mí. Millie es la gran mimada de su mamá. Es mi bebé. Le tengo adoración completa. La miro y me derrito, la molesto con besos y abrazos. Me acuerdo del pediatra donde la llevaba como se quejaba diciéndome, deje de besarla ya, me reía diciéndole que solo se los puede besar un rato, después ya no quieren más besos. Es muy física mi relación con mi hija. Esos cachetes son irresistibles, esas piernitas redonditas, esos brazos sabrosos. Su nariz, tan ñata como la de Guy, me la comería entera. Además como siempre de bebé la vestimos de rosa (las amigas se pasaron cuando supieron que sería mujer) parecía un bombón de azúcar y miel. Ah qué divertido fue vestirla con vestidos, ponerle moños en el pelo, así nomás tampoco vayan a creer que sepa peinar o hacer algo con mis manos, eso sería una equivocación. Mis hermanas saben de esas cosas, yo no...
Pensé, en realidad me habían asegurado, que las mujeres eran diferentes de los varones: no sé sino que Emilia, gritó, lloró, brincó, corrió, se animó, tanto como sus hermanos, bueno menos que Guy pero tanto como Benja, con la diferencia de que es más hábil. Es la más hábil con las manos de los tres. Había soñado con una chiquita dulce que se siente tranquila a dibujar un rato largo o juegue delicadamente con muñecas en su pieza, a mi nunca me pasó, Emilia necesita mi atención completa y total. Millie necesita estar con otros para divertirse. No puede estar sola, se aburre está acostumbrada a la atención de los hermanos y la mía. Le gusta cantar, saltar, bailar, correr, hacer macanas.
Cuando era más chica me llamaban de la guardería donde la dejaba dos mañanas a la semana para decirme que venga a buscarla porque ya no la aguantaban más: si supiera todas los disparates que mandó hoy me decían con cansancio en la voz: se encerró con todos los chiquitos en el baño y no los pudimos sacar hasta que decida abrir la puerta con llave y dejarlos salir. Lo mismo pasaba en casa, me hacía un bochinche de todo y todo me tocaba o rompía, como todos los niños supongo pero uno tiene menos paciencia con el tercero. Nunca la eduqué como lo hice con los varones. A falta de madre con tiempo aprendió (mal) sola, se crió sola, se vistió sola, supo ponerse los zapatos, desabrochar los botones del tapado, arreglar su cuarto, aprendió todo solita, los varones me llevaban mucho tiempo, los deberes con Guy, llevarlos de aquí para allá: ella me acompañaba. Siempre pegada a mí. Además uno se fija menos en las cosas que importan con el primero, a qué momento caminó, cuando le salió el primer diente, etc.., esas cosas esenciales en el primer hijo ya no tienen sentido para el tercero: cada niño es como es... terminan todos siendo adolescentes pelotudos... Hizo siempre lo que quiso, es malcriada y mimada, es impaciente, risueña, súper cariñosa, atencionada, un poco angustiada, al mismo tiempo me pregunta todas la mañanas cómo he dormido y se acuerda si me dolía la cabeza el día anterior y me pregunta si sigue doliendo o no. Te mira a los ojos y dice que bien estás vestida o peinada. Está muy enterada de lo que pasa en la casa y fuera. Sabe que hacen los hermanos, es graciosa, es tierna, es mentirosa, me dice mirándome a la cara que no ha comido nada, cuando tiene pedazos de chocolate que le salen de la boca mientras me habla. Rompe un vaso y me viene a llorar que Benja lo rompió, voy y lo castigo al Benja y ella no se arrepiente, es de terror esa niña. Es coqueta, le gusta vestirse, las barbies, las cosas de niñas, las hadas, las princesas, el color rosa y las tortas de chocolate que le preparo.
Mi gorda recién cumple 6 años y todavía no lee ni escribe, no sé como le irá en la escuela, por el momento se hace conocer como una chiquita entusiasta pero terrible, escucha cuando se le da las ganas, hace lo que le piden cuando le interesa, "le gusta jugar", suspira la maestra y cuando yo la miro sorprendida-¿no es lo norma?-, se sonríe menos enojada y dice sí lo que quiero decir es que le falta educación, no hace lo que uno le pide. Y sí eso ya lo sé... ya tendremos que educarla un poco. Miss Emilia.

Dinan

El beso

Por una vez que pasaba un verano en Tucumán, no me iba a quejar. Casi siempre había ido en invierno, un mes entero todos los años, julio, y siempre había tenido que dormir con cuatro colchas, tiritando de frío, levantarme pisando baldosas heladas, y vestirme a la velocidad de la luz en frente de la estufa que tosía kerosén ¡Esos inviernos! Esa vez era especial, diferente, en el patio de la abuela el griterío de los canarios alborotados rompían el silencio de la siesta, el calor era impresionante, una humedad, una maravilla. Pleno verano. Cómo gozaba yo de ese sol ardiente. Por falta de costumbre no he podido nunca dormir siestas, ni en invierno ni en verano, siempre me instalaba en el patio lleno de flores, me ubicaba cerca de la inmensa jaula de los pájaros, a escucharlos y a percibir los olores tan ricos de arcayuyo, peperina, muña muña, yerba buena, cedrón. Los olores llegaban del jardín por la puerta de la cocina muy abierta para que el aire, escaso, corra. Del patio podía ver las azaleas, divisar los lapachos del jardín, las dos higueras viejas allá a lo lejos, al fondo. Estaba sentada sobre el piso contra la pared la cabeza a la sombra, observándome los pies sucios por haber salido descalza por el barrio a jugar con el perro, pensando que sería la primera vez en mucho tiempo que festejaría mi cumpleaños en verano como correspondía, mis trece, cuando llamaron a la puerta. -Manuel, ¿qué hacés primo? -¿Qué no es tu cumpleaños? -Bueno sí, pero recién a la hora de la leche, la abuela y mi papá duermen la siesta , así que hablá más despacito, che, que la Mamama, se pone de muy mal humor... -¿Qué hacías pipistrela? -Nada, esperaba que se termine la siesta, aburrida. -A ver correte, me pongo a la sombra que estoy con mucho calor, me vine caminando. -Te traigo agua, esperá -Epa, ¿un balde? ¿qué querés ahogarme? -Pero no idiota, es para que pongás tu cabeza en el agua y te refresqués, mi mamá dice que mojando la cabeza uno se siente mejor. -Cómo me hablás pibita, acordate que soy mayor, y sí, es buena idea la del balde, gracias. Mientras Manuel se reía al hundir la cabeza en el gran balde y suspiraba de alivio, yo lo miraba y me sentía feliz con su presencia. Ese primo hermoso venía a visitarme a mí. Siempre he adorado a mis primos, Manuel sin embargo tenía algo especial, su dulzura y sus atenciones conmigo a pesar de sus quince años y medio me gustaban. Me trataba de igual a igual y no como a una prima más chica, una de esas chicas lloronas, como eran mi hermana y mi prima Pilar. No, yo tenía derecho a acompañarlo a bicicleta hasta la cancha y a veces me ponían de gol, porque nunca le tuve miedo a la pelota. Sabía manejar y me llevaba a pasear hasta el cerro a escondidas, robándole la Citroën a mi tía, era nuestro secreto. En realidad en ese viaje, ese inhabitual viaje estival, cada vez que veía a Manuel me sentía rara, sentía cosquillas en la panza, y cuando fijaba él su mirada sobre mí, sentía la sangre subírseme a las mejillas. -¿Quién viene a tu fiesta? -Y todos los primos, creo, no sé bien. -Cuántos cumplís, ¿catorce? Tímida y enorgullecida por su equivocación, no me animé a desengañarlo. No dije nada. Miré al piso. -Che, no voy a poder quedarme, tengo que irme al centro. -No me digás Manuel, qué pena... -Chau, prima hermosa, vení que te de un beso de cumpleaños. Aproximó su cara a mi mejilla y en el momento en que se agachaba para darme el beso, oí que la puerta de la pieza de mi padre se abría y di vuelta la cabeza sintiendo sobre mi boca el roce de los labios de mi primo. Sorprendido Manuel me miró y yo le devolví la mirada. Nos quedamos así un ratito, volvió a asentar sus labios sobre los míos y cerré los ojos. Tuve apenas tiempo de sentir la frescura de sus labios mojados sobre los míos, el sabor de su boca, de ese primer beso glorioso, que recibía una sonora cachetada de mi padre que gritaba enfurecido. Esa cachetada sellaría para siempre mi gusto inmoderado del beso, dándole a pesar del dolor y de la vergüenza, un sabor a prohibido exquisito.

Sin vos

De la gente ausente, lo más molesto, es esa manía que tiene de siempre estar dando vuelta delante nuestros ojos. Uno cree poder romper el asedio de un gesto, y al final, siempre sigue ahí al despertar. Su ausencia tan presente.

tu mirada

En cada esquina me doy vuelta, solo oigo el ruido de mis tacos apurados por las calles resonantes, no te veo, te siento. París gris, me gana, me llama, lo sabes, me atraen sus callejuelas torcidas, curvadas, arriba, abajo, subo y bajo, me esquivo entre los castaños y los plátanos cansados y mientras camino, levanto la cabeza, respiro y sigo. Tu mirada me abriga, sé que estás, continúo mi camino, sin recelo, protegida. Cambio de ritmo. Cada pisada se hace sigilosa sobre la vereda mojada cuando los adoquines sucios deletrean tu nombre y la vida, mi vida, sí, a la que tanto quiero, se dibuja en cada paso.
El tipo estaba sentado en un café pensando un poco irritado en su cumpleaños. 52 años el día de hoy. Noviembre, siempre volvía ese mes pesado y melancólico cuando no se lo esperaba. Qué idea haber nacido un mes cuyos días se iban ineluctablemente acortando, oscureciendo y enfriando hasta llegar diciembre. Alzó la cabeza y observó el cielo gris. Miró los árboles raquíticos, las hojas muertas embarradas por el suelo. Un viento helado entró por su tapado mal cerrado. “Qué mes antipático”, tomó la taza de café con las dos manos para sentir el calor que todavía desprendía la bebida amarga. Acaso su mujer invitaría a algunos amigos a cenar. No habían hablado del tema. Había salido temprano, sin verla, sin darle el beso que la despertaría como siempre cuando se iba a trabajar. En el frío de la calle se sintió solo. Solo frente a la indignación que le causaba envejecer cuando en su cabeza nada o tan poco había cambiado. De repente la vio pasar. Una mujer rubia, alta, elegante con un tapado que le cubría la nuca. Un tapado gris, liviano, que se adaptaba perfectamente a su cuerpo delgado. Un gesto, una manera de andar lo atrajo. La miró pasar por la calle del frente como una visión efímera, una tentación irreprimible. Caminaba apurada a pesar de sus tacos altos. Se levantó para alcanzarla y preguntarle su nombre. Y ¿por qué no? ¿Cuál era el problema?, solo quería verla, acompañarla un rato por la calle, quizás invitarla a un café, no, pensó: mejor, un alcohol que les calentaría ambos el cuerpo y les alegraría el corazón. Se sonrió: es mi cumpleaños, ¿o no? La gana de hablarle se hizo imperiosa. Apuró el paso, la mujer había doblado la calle y por un momento había desaparecido. Trató calcular el camino más lógico, se puso a correr hasta el final de la calle, la divisó cruzando una avenida, se metió como un loco entre dos autos que bocinaron enojados, ignorando la calle, la siguió de lejos pero con los ojos fijos sobre su espalda. La persiguió unas cuatro cuadras. El tipo, ya no pensaba, estaba concentrado sobre su presa, respirando hondo. Qué lindas piernas tenía, no las veía pero el movimiento de su caderas al andar, le daban a imaginar, piernas largas, atléticas, cómo a él le gustaban, la cintura, le miraba la cintura, las ondulaciones de pelo. La mujer entró en un estacionamiento interior y ahí la perdió de vista. Se detuvo para acostumbrarse a la oscuridad ynuevamente la percibió metiendo en el baúl del auto unos paquetes, se acercó a ella, despacio.
-¡Ramón! ¿Qué hacés aquí?
-¡Estela! Tu pelo...
-Sí cariño, acabo de salir del peluquero. ¿te gusta? Me teñí de rubio ¿Qué te pasa? ¿No te gusta? -No nada, me encanta. ¿Ese tapado?
-¿Cómo que tapado? Me lo regalaste hace siete años... Estás raro. Además, ¿qué hacés por aquí? -Te he visto caminar por la calle, te he seguido.
-He invitado a José y Corina, Marcelo, Soledad, todos vienen a comer a casa, apurate, ayudame a poner estos paquetes en el auto que vamos a llegar tarde.
-Sí, bueno, vamos a casa.
-Ah, casi me olvidaba, feliz cumpleaños mi amor, a ver dame un beso.
-Estela... te quería decir, el pelo, me encanta.
-Qué sonso sos. Me alegro. A ver, date prisa.