miércoles, 19 de abril de 2006

El beso

Por una vez que pasaba un verano en Tucumán, no me iba a quejar. Casi siempre había ido en invierno, un mes entero todos los años, julio, y siempre había tenido que dormir con cuatro colchas, tiritando de frío, levantarme pisando baldosas heladas, y vestirme a la velocidad de la luz en frente de la estufa que tosía kerosén ¡Esos inviernos! Esa vez era especial, diferente, en el patio de la abuela el griterío de los canarios alborotados rompían el silencio de la siesta, el calor era impresionante, una humedad, una maravilla. Pleno verano. Cómo gozaba yo de ese sol ardiente. Por falta de costumbre no he podido nunca dormir siestas, ni en invierno ni en verano, siempre me instalaba en el patio lleno de flores, me ubicaba cerca de la inmensa jaula de los pájaros, a escucharlos y a percibir los olores tan ricos de arcayuyo, peperina, muña muña, yerba buena, cedrón. Los olores llegaban del jardín por la puerta de la cocina muy abierta para que el aire, escaso, corra. Del patio podía ver las azaleas, divisar los lapachos del jardín, las dos higueras viejas allá a lo lejos, al fondo. Estaba sentada sobre el piso contra la pared la cabeza a la sombra, observándome los pies sucios por haber salido descalza por el barrio a jugar con el perro, pensando que sería la primera vez en mucho tiempo que festejaría mi cumpleaños en verano como correspondía, mis trece, cuando llamaron a la puerta. -Manuel, ¿qué hacés primo? -¿Qué no es tu cumpleaños? -Bueno sí, pero recién a la hora de la leche, la abuela y mi papá duermen la siesta , así que hablá más despacito, che, que la Mamama, se pone de muy mal humor... -¿Qué hacías pipistrela? -Nada, esperaba que se termine la siesta, aburrida. -A ver correte, me pongo a la sombra que estoy con mucho calor, me vine caminando. -Te traigo agua, esperá -Epa, ¿un balde? ¿qué querés ahogarme? -Pero no idiota, es para que pongás tu cabeza en el agua y te refresqués, mi mamá dice que mojando la cabeza uno se siente mejor. -Cómo me hablás pibita, acordate que soy mayor, y sí, es buena idea la del balde, gracias. Mientras Manuel se reía al hundir la cabeza en el gran balde y suspiraba de alivio, yo lo miraba y me sentía feliz con su presencia. Ese primo hermoso venía a visitarme a mí. Siempre he adorado a mis primos, Manuel sin embargo tenía algo especial, su dulzura y sus atenciones conmigo a pesar de sus quince años y medio me gustaban. Me trataba de igual a igual y no como a una prima más chica, una de esas chicas lloronas, como eran mi hermana y mi prima Pilar. No, yo tenía derecho a acompañarlo a bicicleta hasta la cancha y a veces me ponían de gol, porque nunca le tuve miedo a la pelota. Sabía manejar y me llevaba a pasear hasta el cerro a escondidas, robándole la Citroën a mi tía, era nuestro secreto. En realidad en ese viaje, ese inhabitual viaje estival, cada vez que veía a Manuel me sentía rara, sentía cosquillas en la panza, y cuando fijaba él su mirada sobre mí, sentía la sangre subírseme a las mejillas. -¿Quién viene a tu fiesta? -Y todos los primos, creo, no sé bien. -Cuántos cumplís, ¿catorce? Tímida y enorgullecida por su equivocación, no me animé a desengañarlo. No dije nada. Miré al piso. -Che, no voy a poder quedarme, tengo que irme al centro. -No me digás Manuel, qué pena... -Chau, prima hermosa, vení que te de un beso de cumpleaños. Aproximó su cara a mi mejilla y en el momento en que se agachaba para darme el beso, oí que la puerta de la pieza de mi padre se abría y di vuelta la cabeza sintiendo sobre mi boca el roce de los labios de mi primo. Sorprendido Manuel me miró y yo le devolví la mirada. Nos quedamos así un ratito, volvió a asentar sus labios sobre los míos y cerré los ojos. Tuve apenas tiempo de sentir la frescura de sus labios mojados sobre los míos, el sabor de su boca, de ese primer beso glorioso, que recibía una sonora cachetada de mi padre que gritaba enfurecido. Esa cachetada sellaría para siempre mi gusto inmoderado del beso, dándole a pesar del dolor y de la vergüenza, un sabor a prohibido exquisito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario