Cuando supe que sería mujer, además de la intensa felicidad que me causó saberlo, decidí que nombraría a mi hija: Ana, Amelia, Emilia, Inés. Me costó mucho elegir ¡quería dárselos todos! Nació mi niña el día programado por el médico que tenía que salir de vacaciones y no quería esperar más. Nació con dos semanas de anticipación. Tercera y última cesaria.
Nació una niña tan redonda, grandota y gordita, gringa, como los otros. Ojitos azules, y los cachetes del padre. A pesar de todo muchos hallan Emilia muy parecida a mí. Millie es la gran mimada de su mamá. Es mi bebé. Le tengo adoración completa. La miro y me derrito, la molesto con besos y abrazos. Me acuerdo del pediatra donde la llevaba como se quejaba diciéndome, deje de besarla ya, me reía diciéndole que solo se los puede besar un rato, después ya no quieren más besos. Es muy física mi relación con mi hija. Esos cachetes son irresistibles, esas piernitas redonditas, esos brazos sabrosos. Su nariz, tan ñata como la de Guy, me la comería entera. Además como siempre de bebé la vestimos de rosa (las amigas se pasaron cuando supieron que sería mujer) parecía un bombón de azúcar y miel. Ah qué divertido fue vestirla con vestidos, ponerle moños en el pelo, así nomás tampoco vayan a creer que sepa peinar o hacer algo con mis manos, eso sería una equivocación. Mis hermanas saben de esas cosas, yo no...
Pensé, en realidad me habían asegurado, que las mujeres eran diferentes de los varones: no sé sino que Emilia, gritó, lloró, brincó, corrió, se animó, tanto como sus hermanos, bueno menos que Guy pero tanto como Benja, con la diferencia de que es más hábil. Es la más hábil con las manos de los tres. Había soñado con una chiquita dulce que se siente tranquila a dibujar un rato largo o juegue delicadamente con muñecas en su pieza, a mi nunca me pasó, Emilia necesita mi atención completa y total. Millie necesita estar con otros para divertirse. No puede estar sola, se aburre está acostumbrada a la atención de los hermanos y la mía. Le gusta cantar, saltar, bailar, correr, hacer macanas.
Cuando era más chica me llamaban de la guardería donde la dejaba dos mañanas a la semana para decirme que venga a buscarla porque ya no la aguantaban más: si supiera todas los disparates que mandó hoy me decían con cansancio en la voz: se encerró con todos los chiquitos en el baño y no los pudimos sacar hasta que decida abrir la puerta con llave y dejarlos salir. Lo mismo pasaba en casa, me hacía un bochinche de todo y todo me tocaba o rompía, como todos los niños supongo pero uno tiene menos paciencia con el tercero. Nunca la eduqué como lo hice con los varones. A falta de madre con tiempo aprendió (mal) sola, se crió sola, se vistió sola, supo ponerse los zapatos, desabrochar los botones del tapado, arreglar su cuarto, aprendió todo solita, los varones me llevaban mucho tiempo, los deberes con Guy, llevarlos de aquí para allá: ella me acompañaba. Siempre pegada a mí. Además uno se fija menos en las cosas que importan con el primero, a qué momento caminó, cuando le salió el primer diente, etc.., esas cosas esenciales en el primer hijo ya no tienen sentido para el tercero: cada niño es como es... terminan todos siendo adolescentes pelotudos... Hizo siempre lo que quiso, es malcriada y mimada, es impaciente, risueña, súper cariñosa, atencionada, un poco angustiada, al mismo tiempo me pregunta todas la mañanas cómo he dormido y se acuerda si me dolía la cabeza el día anterior y me pregunta si sigue doliendo o no. Te mira a los ojos y dice que bien estás vestida o peinada. Está muy enterada de lo que pasa en la casa y fuera. Sabe que hacen los hermanos, es graciosa, es tierna, es mentirosa, me dice mirándome a la cara que no ha comido nada, cuando tiene pedazos de chocolate que le salen de la boca mientras me habla. Rompe un vaso y me viene a llorar que Benja lo rompió, voy y lo castigo al Benja y ella no se arrepiente, es de terror esa niña. Es coqueta, le gusta vestirse, las barbies, las cosas de niñas, las hadas, las princesas, el color rosa y las tortas de chocolate que le preparo.
Mi gorda recién cumple 6 años y todavía no lee ni escribe, no sé como le irá en la escuela, por el momento se hace conocer como una chiquita entusiasta pero terrible, escucha cuando se le da las ganas, hace lo que le piden cuando le interesa, "le gusta jugar", suspira la maestra y cuando yo la miro sorprendida-¿no es lo norma?-, se sonríe menos enojada y dice sí lo que quiero decir es que le falta educación, no hace lo que uno le pide. Y sí eso ya lo sé... ya tendremos que educarla un poco. Miss Emilia.
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