domingo, 21 de octubre de 2007

La noche en la isla

La Isla Negra


Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.
Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.
Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba como antes,
cuando aún no existías,
cuando sin divisarse navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban lo que ahora
-pan, vino, amor y cólera-
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.
He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.
He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.
Los versos del Capitán, Pablo Neruda.

3 comentarios:

  1. PEQUEÑA AMÉRICA

    Cuando miro la forma
    de América en el mapa,
    amor, a ti te veo:
    las alturas del cobre en tu cabeza,
    tus pechos, trigo y nieve,
    tu cintura delgada,
    veloces ríos que palpitan, dulces
    colinas y praderas
    y en el frío del sur tus pies terminan
    su geografía de oro duplicado.

    Amor, cuando te toco
    no sólo han recorrido
    mis manos tu delicia,
    sino ramas y tierra, frutas y agua,
    la primavera que amo,
    la luna del desierto, el pecho
    de la paloma salvaje,
    la suavidad de las piedras gastadas
    por las aguas del mar o de los ríos
    y la espesura roja
    del matorral en donde
    la sed y el hambre acechan.
    Y así mi patria extensa me recibe,
    pequeña América, en tu cuerpo.

    Aún más, cuando te veo recostada
    veo en tu piel, en tu color de avena,
    la nacionalidad de mi cariño.
    Porque desde tus hombros
    el cortador de caña
    de Cuba abrasadora
    me mira, lleno de sudor oscuro,
    y desde tu garganta
    pescadores que tiemblan
    en las húmedas casas de la orilla
    me cantan su secreto.
    Y así a lo largo de tu cuerpo,
    pequeña América adorada,
    las tierras y los pueblos
    interrumpen mis besos
    y tu belleza entonces
    no sólo enciende el fuego
    que arde sin consumirse entre nosotros,
    sino que con tu amor me está llamando
    y a través de tu vida
    me está dando la vida que me falta
    y al sabor de tu amor se agrega el barro,
    el beso de la tierra que me aguarda.

    Pablo Neruda (Los besos del capitan).

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  2. EL ALFARERO

    Todo tu cuerpo tiene
    copa o dulzura destinada a mí.

    Cuando subo la mano
    encuentro en cada sitio una paloma
    que me buscaba, como si te hubieran, amor, hecho de arcilla
    para mis propias manos de alfarero.

    Tus rodillas, tus senos,
    tu cintura faltan en mí como en el hueco
    de una tierra sedienta
    de la que desprendieron
    una forma,
    y juntos
    somos completos como un solo río,
    como una sola arena.

    Siguen los versos del Capitán. Un beso, A.V. Hermoso el poema, mi amor.

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  3. Que sigan los versos del capitan.

    LA TIERRA

    LA tierra verde se ha entregado
    a todo lo amarillo, oro, cosechas,
    terrones, hojas, grano,
    pero cuando el otoño se levanta
    con su estandarte extenso
    eres tú la que veo,
    es para mi tu cabellera
    la que reparte las espigas.

    Veo los monumentos
    de antigua piedra rota,
    pero si toco
    la cicatriz de piedra
    tu cuerpo me responde,
    mis dedos reconocen
    de pronto, estremecidos,
    tu caliente dulzura.

    Entre los héroes paso
    recién condecorados
    por la tierra y la pólvora
    y detrás de ellos, muda,
    con tus pequenos pasos,
    eres o no eres?

    Ayer, cuando sacaron
    de raíz, para verlo,
    el viejo árbol enano,
    te vi salir mirándorne
    desde las torturadas
    y sedientas raíces.

    Y cuando viene el sueño
    a extenderme y llevarme
    a mi propio silencio
    hay un gran viento blanco
    que derriba mi sueño
    y caen de él las hojas,
    caen como cuchillos
    sobre mí desangrándome.

    Y cada herida tiene
    la forma de tu boca.

    (Pablo Neruda).

    Siete dias hasta el Pacifico, Ines. Un beso.

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