-
- Toda la noche he dormido contigo
- junto al mar, en la isla.
- Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
- entre el fuego y el agua.
- Tal vez muy tarde
- nuestros sueños se unieron
- en lo alto o en el fondo,
- arriba como ramas que un mismo viento mueve,
- abajo como rojas raíces que se tocan.
- Tal vez tu sueño
- se separó del mío
- y por el mar oscuro
- me buscaba como antes,
- cuando aún no existías,
- cuando sin divisarse navegué por tu lado,
- y tus ojos buscaban lo que ahora
- -pan, vino, amor y cólera-
- te doy a manos llenas
- porque tú eres la copa
- que esperaba los dones de mi vida.
- He dormido contigo
- toda la noche mientras
- la oscura tierra gira
- con vivos y con muertos,
- y al despertar de pronto
- en medio de la sombra
- mi brazo rodeaba tu cintura.
- Ni la noche, ni el sueño
- pudieron separarnos.
- He dormido contigo
- y al despertar tu boca
- salida de tu sueño
- me dio el sabor de tierra,
- de agua marina, de algas,
- del fondo de tu vida,
- y recibí tu beso
- mojado por la aurora
- como si me llegara
- del mar que nos rodea.
domingo, 21 de octubre de 2007
La noche en la isla
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PEQUEÑA AMÉRICA
ResponderEliminarCuando miro la forma
de América en el mapa,
amor, a ti te veo:
las alturas del cobre en tu cabeza,
tus pechos, trigo y nieve,
tu cintura delgada,
veloces ríos que palpitan, dulces
colinas y praderas
y en el frío del sur tus pies terminan
su geografía de oro duplicado.
Amor, cuando te toco
no sólo han recorrido
mis manos tu delicia,
sino ramas y tierra, frutas y agua,
la primavera que amo,
la luna del desierto, el pecho
de la paloma salvaje,
la suavidad de las piedras gastadas
por las aguas del mar o de los ríos
y la espesura roja
del matorral en donde
la sed y el hambre acechan.
Y así mi patria extensa me recibe,
pequeña América, en tu cuerpo.
Aún más, cuando te veo recostada
veo en tu piel, en tu color de avena,
la nacionalidad de mi cariño.
Porque desde tus hombros
el cortador de caña
de Cuba abrasadora
me mira, lleno de sudor oscuro,
y desde tu garganta
pescadores que tiemblan
en las húmedas casas de la orilla
me cantan su secreto.
Y así a lo largo de tu cuerpo,
pequeña América adorada,
las tierras y los pueblos
interrumpen mis besos
y tu belleza entonces
no sólo enciende el fuego
que arde sin consumirse entre nosotros,
sino que con tu amor me está llamando
y a través de tu vida
me está dando la vida que me falta
y al sabor de tu amor se agrega el barro,
el beso de la tierra que me aguarda.
Pablo Neruda (Los besos del capitan).
EL ALFARERO
ResponderEliminarTodo tu cuerpo tiene
copa o dulzura destinada a mí.
Cuando subo la mano
encuentro en cada sitio una paloma
que me buscaba, como si te hubieran, amor, hecho de arcilla
para mis propias manos de alfarero.
Tus rodillas, tus senos,
tu cintura faltan en mí como en el hueco
de una tierra sedienta
de la que desprendieron
una forma,
y juntos
somos completos como un solo río,
como una sola arena.
Siguen los versos del Capitán. Un beso, A.V. Hermoso el poema, mi amor.
Que sigan los versos del capitan.
ResponderEliminarLA TIERRA
LA tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mi tu cabellera
la que reparte las espigas.
Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequenos pasos,
eres o no eres?
Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándorne
desde las torturadas
y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca.
(Pablo Neruda).
Siete dias hasta el Pacifico, Ines. Un beso.