viernes, 12 de mayo de 2006

Café

¿Qué día es hoy? ¿qué día es hoy?¿Qué pasa? ¿Suena el teléfono a esta hora? ¡No me digas!, a ducharse y ponerse a correr de la cocina al salón, del salón al jardín, habrá fiesta en casa. Esta cama tan buena, qué pena que la tenga que dejar. A ver, tranquila, pensemos, organicemos en la cabeza, ..., entre sábanas calientes se piensa extremadamente bien: la torta, los sándwich, limpiar la entrada, qué los chicos lleven los zapatos embarrados al garaje, los globos, los jugos, acomodar, preparar, sí, pero se está tan bien en esta cama caliente, que pienso que me quedaré un poquitín más a pensarlo bien, unos cuantos minutitos más, porfa, qué se piensa muy bien en esta cama..... -¿Mamá?
-¿Ummmm?
-Te traje un café, levántate que es mi cumple hoy.
-¿Café?, ¡CAFE! sí hijo, ¡buenos días!

Doce chicos de doce años. Es una verdadera invasión. Arriba y abajo, están por todos lados, alboroto, risas y gritos. No, no, salgan de ese armario, por favor. No corran. Tiemblan las paredes. ¿Qué es eso? Han puesto música. ¿Led Zeppelín? No lo puedo creer. Chicos, que hay sol, salgan al jardín, la pelota, jueguen con la pelota, afuera, ¡afuera! Madre mía, y eso que no ha empezado la fiesta. No sé, qué haré. Uy. Chicos, en mi cama no se metan. Buenos días, señora, ¿cómo le va? Hola, hola, sí pasen, pasen. Entren por favor. Sí, a las seis. No se preocupen está todo organizado, jaja, sí todo bajo control. Hasta luego. ¿Qué necesito? Ah, sí, un café. ¡Café!

Al fin, el domingo a la tarde, tarde. La casa parece un campo de batalla a la hora de la tregua. Un silencio pesado domina un espacio ya desertado por sus soldados; quedan huellas desparramadas de sus luchas más intensas, marcas por el piso, papeles, globos desinflados, comida, juguetes, ropa, barro, gorros, los chicos se han ido, poco a poco. Recuerdo mirando sentada sobre el sofá, la fiesta en su momento más culminante, la vuelta del jardín, la merienda y la torta, los cantos, la alegría de mi hijo al soplar las velas. Esa mirada llena de luz que me lanzó al comer su torta en compañía de sus amigos. Doce años, y yo siento haber cumplido ciento y veinte hoy. Sentada sobre mi sofá, nadie ni nada me podrá mover de aquí hasta mañana a la mañana, cuando todos partan a la escuela y yo al trabajo. No de aquí no me muevo.
-Mamá, pareces cansada, ¿te hago un último café?
-Sí, hijo por qué no, venga, un tercer café, mira que lo necesito.

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