lunes, 12 de marzo de 2007

Poemas de lunes

Ha vuelto el lunes, inevitablemente.

Elena Martín Vivaldi.

PUENTE DE SOLEDADES

Hay tantas realidades escondidas,
ocultas por la niebla de las horas sin tiempo.
Hay una, dos palabras, millones de palabras
que esperan la sorpresa de unos labios.
Pájaros que no encuentran
la mano, casi rama,
que les señale el nido,
Hay murmullos sin bosques
para aquietar sus lenguas divididas;
calles sin ese árbol
que les siembre una antorcha
de amarilla nostalgia,
ríos preguntando un cauce,
mares, que no descubren, eterno, un horizonte,
con la antigua sospecha de sus olas.
Vientos desheredados, sin refugio,
en busca de veletas y balcones
donde dejar su aliento y su llamada.
Estrellas sin un cielo
para clavar su asombro errante y mudo.
Hay caminos perdidos,
que ignoran el destino de sus pasos.
Y hay corazones que se quedan solos,
llama encendida, nombres sin respuesta,
suplicando a la vida.

Hay voces en la tierra
recorriendo esperanzas.



Y este para A.V.


SI NO FUERA

Si no fuera por la herida,
frontera de mi dolor.

Si adentro -jardín cerrado,
alto cielo, luz, canción-

no levantaras tus brazos,
árbol de ensueño: si no

fuera porque te contemplo
resplandeciente hacia el sol,

y tus hojas -¿son las aves?-
tiemblan. Eterno rumor.

¡Que no se apague tu verde
constancia, mi árbol! Que yo

pueda arder en tu amarilla
mirada. Siga tu voz,

azul llama de mi noche
desierta. Viento y color.

¡Que siempre sienta tus ramas
-ay, recuerdo- dentro de mi corazón!

1 comentario:

  1. Sera la noche preambulo de ti,
    tendra el aroma quieto de tu presencia
    y el arbol sera cobijo del deseo,
    oscuridad, sombra que refugia
    la caricia y la mano,
    el beso y los labios que besan.
    Vendra el amor y pronunciara tu nombre.

    Bajo la umbria de la copa,
    el lupulo alegre rozara tu boca
    dejando olor a pan y sabor a cerveza,
    a alcohol joven que gotea embriagador
    por el alambique de carne,
    hondo y caliente, como un Sol
    que se sumerge y te busca.

    Y cuando resucite la luz,
    cuando los colores inventen
    las hojas y los pajaros,
    cuando el mundo despierte y
    quiera mirarte, asombrada la vida
    por la lluvia de tu pelo
    y el oleaje tranquilo de tu pecho,

    cuando la belleza se aflija
    por no llamarse Ines,
    una rama vencida de fruta
    dara sombra a los arcos de tus cejas,
    rozara la tentacion calida de tu vientre
    y, como una nube saturada,
    rociara de blanco tibio tu cuerpo.

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