Érase una vez un conde, guapo, que vivía en un lejano país, allá lejos, lejísimos, que iba y venía montado sobre su caballo metálico hasta que un día se le cruzó por el camino una bruja que lo hechizó y... desde entonces vive suspirando, casi encerrado, escuchando música...
-Éso de escuchar música, ¿fue por causa del hechizo?
-Bueno, no, la música siempre la escuchó, solo que con el hechizo... bueno, no, nada, vale, saco lo de la música.
-Mamá, podés sacar lo del caballo metálico, tampoco está bien.
-¿No te gustó?
-No.
-Era para hacerte sonreír. ¿No te ha hecho sonreír?
-No.
-Uy.
-Podrías hacerlo ir y venir en un auto Ferrari, rojo, espectacular.
-Te gustan las Ferrari, ¿desde cuando?
-Ay mamá... ¿a quién no? Por supuesto que me gustan las Ferrari, y las Lamborghini, las Alpha Romeo, algunos BMW y...
-Ok ok, no sabía que te interesaban los autos.
-Sí.
-Sigo con mi work in progress, ¿o qué?
-Sigue, sigue por favor.
-Ya me has distraído, ya ni sé lo que quería decir.
-Seguramente algo le pasará al conde ¿no?, tampoco puede vivir encerrado y suspirando.
-Uhm, sí, tenés razón. Se me ha atrevasado la imagen de la Ferrari y no tiene nada que ver. Ya no sé.
-Yo te ayudo si quieres. Ayer he visto un programa en la televisión donde gente se moría calcinada por fuego que provocaban en ellos mismos, auto combustión, y no se explican como lo hacen.
-¿Cómo? Qué programas miras...
-Esta gente se prende fuego desde el interior, se queman ellos mismos, fascinante.
-Ay hijo, eso son macanas.
-Bah, solo quería ayudarte, porque tu cuento, tal como está...
-Ya, autocombustión, estamos locos.
-Mami, sigue con tu cuento, yo me voy a mi cuarto. Cuando lo termines me llamas, ¿eh? Suerte.
-Sí, sí.
-Éso de escuchar música, ¿fue por causa del hechizo?
-Bueno, no, la música siempre la escuchó, solo que con el hechizo... bueno, no, nada, vale, saco lo de la música.
-Mamá, podés sacar lo del caballo metálico, tampoco está bien.
-¿No te gustó?
-No.
-Era para hacerte sonreír. ¿No te ha hecho sonreír?
-No.
-Uy.
-Podrías hacerlo ir y venir en un auto Ferrari, rojo, espectacular.
-Te gustan las Ferrari, ¿desde cuando?
-Ay mamá... ¿a quién no? Por supuesto que me gustan las Ferrari, y las Lamborghini, las Alpha Romeo, algunos BMW y...
-Ok ok, no sabía que te interesaban los autos.
-Sí.
-Sigo con mi work in progress, ¿o qué?
-Sigue, sigue por favor.
-Ya me has distraído, ya ni sé lo que quería decir.
-Seguramente algo le pasará al conde ¿no?, tampoco puede vivir encerrado y suspirando.
-Uhm, sí, tenés razón. Se me ha atrevasado la imagen de la Ferrari y no tiene nada que ver. Ya no sé.
-Yo te ayudo si quieres. Ayer he visto un programa en la televisión donde gente se moría calcinada por fuego que provocaban en ellos mismos, auto combustión, y no se explican como lo hacen.
-¿Cómo? Qué programas miras...
-Esta gente se prende fuego desde el interior, se queman ellos mismos, fascinante.
-Ay hijo, eso son macanas.
-Bah, solo quería ayudarte, porque tu cuento, tal como está...
-Ya, autocombustión, estamos locos.
-Mami, sigue con tu cuento, yo me voy a mi cuarto. Cuando lo termines me llamas, ¿eh? Suerte.
-Sí, sí.
Me parece que el conde se encendió y quedó humeando y ahumado por ahí. He llamado al equipo de socorro pero... como es un país lejano, siguen buscándolo.
ResponderEliminarMuchos besos, Bank.
Me haces sonreir Inés. He estado algo ausente pero me alegra mucho volver por aquí y encontrar tus cuentos y tu ternura. A mí me encantó el caballo metálico, la música, la bruja y la naturalidad del diálogo. No cambies nunca guapísima. Un besazo enorme.
ResponderEliminar