
«L'âme a la couleur du regard. L'âme bleue seule porte en elle du rêve, elle a pris son azur aux flots et à l'espace.» Guy de Maupassant.
Tu trazo siempre fue preciso, minucioso, perfecto. Quiero acumular adjetivos, Valentina, todo en vos es una fuga hacia adelante con fuerza. Tus ojos de miope te permiten dibujar cada detalle con gozo. El mundo del infinitamente pequeño tan a tu alcance, tu campo predilecto de observación, es más, ves tan bien de cerca que es ya casi trampa. En tu cuarto de adolescente, sobre las paredes, o desparramados me acuerdo de todos tus croquis, dibujos, todo tu amor por los caballos, por la vida, por la belleza. Y luego, los caballos cedieron el paso unos años a los artrópodos, el dibujo exacto de tus insectos exoesqueleto, clasificar, nombrar, dibujar el mundo de los invertebrados, con júbilo, al revés de todos: cuando todos sudaban en clase, vos te reías feliz. No hay caparazón que te resista. Esos dibujos, caballos y otros insectos tomaban vida, se ponían en movimiento. Hablaban de vos. Valentina, nunca has podido medirte, eras y eres todo fuego, rojo, negro, y azúl, buscando respuestas y devorando el mundo, impulsada por tu tremenda energía, formidable e infatigable inteligencia. No hay quién te contenga. Quizás algún miedo a flor de piel pase a veces por tus ojos o la consciencia del tiempo que pasa y de todo lo que te queda por hacer. Estoy segura que tus lágrimas son rabiosas, yo te he visto reír. Estoy segura también que con tu cuerpo, ánimo y ardor, allá para el frente, adelante te encontraré, sí, un poco delante de todos. Y ahora mirando a Franz Marc pienso en vos, y estoy segura de una cosa: tenés el alma azúl. Yo te he visto mirar.
Tu trazo siempre fue preciso, minucioso, perfecto. Quiero acumular adjetivos, Valentina, todo en vos es una fuga hacia adelante con fuerza. Tus ojos de miope te permiten dibujar cada detalle con gozo. El mundo del infinitamente pequeño tan a tu alcance, tu campo predilecto de observación, es más, ves tan bien de cerca que es ya casi trampa. En tu cuarto de adolescente, sobre las paredes, o desparramados me acuerdo de todos tus croquis, dibujos, todo tu amor por los caballos, por la vida, por la belleza. Y luego, los caballos cedieron el paso unos años a los artrópodos, el dibujo exacto de tus insectos exoesqueleto, clasificar, nombrar, dibujar el mundo de los invertebrados, con júbilo, al revés de todos: cuando todos sudaban en clase, vos te reías feliz. No hay caparazón que te resista. Esos dibujos, caballos y otros insectos tomaban vida, se ponían en movimiento. Hablaban de vos. Valentina, nunca has podido medirte, eras y eres todo fuego, rojo, negro, y azúl, buscando respuestas y devorando el mundo, impulsada por tu tremenda energía, formidable e infatigable inteligencia. No hay quién te contenga. Quizás algún miedo a flor de piel pase a veces por tus ojos o la consciencia del tiempo que pasa y de todo lo que te queda por hacer. Estoy segura que tus lágrimas son rabiosas, yo te he visto reír. Estoy segura también que con tu cuerpo, ánimo y ardor, allá para el frente, adelante te encontraré, sí, un poco delante de todos. Y ahora mirando a Franz Marc pienso en vos, y estoy segura de una cosa: tenés el alma azúl. Yo te he visto mirar.
Es todo un sentimiento inspirar a alguien a escribir sobre uno misma...que bueno saber que nuestro reencuentro dejo su marca en ambas.
ResponderEliminarValentina