lunes, 24 de diciembre de 2007

Días de descanso..

Hagan todos mucha samba y mucho amor. Días feriados, disfrútenlos. Felices, felices, ya saben...



Con Marisa Monte, ¿quién no?

Besos y felicidades.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Feliz cumpleaños Guy


El día que naciste hacía frío en Londres, maldito Londres. Londres gris de cielo bajo. El día más corto del año. La noche más larga. Tenía una barriga inmensa, protuberante porque estabas atravesado, mi amor, todo para fuera. Empezaron las contracciones a las cuatro de la tarde, me acuerdo que me llamó mi amiga Glenys para preguntarme si habías nacido, y yo le conté, entre risas y susto, que estabas por, que ya te anunciabas, que estaba yo esperando que las contracciones se hicieran regulares y fuertes para ir al hospital: Queen Charlotte, bonito nombre, ¿no? Llegué al hospital y me desnudaron, me pusieron en una bañadera para que me sintiera cómoda, la partera me dijo con un suspiro que iba para largo, primer bebé, no estaba dilatando. Mi madre me acompañaba y me contaba cosas, siempre me hace reír mi madre; se extrañaba que me dejaran tanto tiempo sin intervenir. Y qué van a hacer le decía yo, madre, qué van a hacer, además, este niño va a nacer sí o sí, es cuestión de horas, ya.... Me pusieron epidural cuando el dolor se hizo demasiado fuerte, llegó el médico y se decían chistes con mi madre, hasta pienso que recitaron poesía, no estoy segura, sería quizás una canción, tampoco sé en que idioma, mi madre no habla inglés, el médico no hablaba español, no sé, sería yo la que hacía la traducción, ya no recuerdo bien, estaba concentrada en la contracciones de mi cuerpo, que llegaban fuertes, tan fuertes, tu voluntad, Guy querido, en salir... Fue una noche larga, física y hermosa. Saliste a la madrugada de un día frío, de un día de invierno, casi Navidad. Eras perfecto, bebé de cesarea, gordito y rosa, gritando y llorando, perfecto. Te tuve entre mis brazos toda la noche, no querías mamar, querías mis brazos y mi atención. Mi vida, eras tan chiquito, y mírate ahora, trece años del día más feliz de mi vida, no hay un momento de tu nacimiento que no recuerde, tu carita, tu boca, tus ojos, tu puños cerrados, tus gritos, tan fuertes, tus ganas de vivir. Estás lejos mi hijo, mi querido, pero recuerdo tu cumpleaños como si lo viviera. Disfrútalo, yo estoy tan feliz que existas, mi alegría, muchos años de vida. Feliz cumpleaños.

martes, 18 de diciembre de 2007

Shipwreck


'O'ER the glad waters of the dark blue sea,
Our thoughts as boundless, and our soul's as free
Far as the breeze can bear, the billows foam,
Survey our empire, and behold our home!
These are our realms, no limits to their sway-
Our flag the sceptre all who meet obey.

The Corsair, First Canto, Lord Byron.

Il y a des naufrages irrésistibles et merveilleux, n'est-ce-pas? Un bateau qui se déchire dans la fureur de l'eau, qui chavire et s'abîme: débris, épave, écume. L'appel est fort, sa beauté puissante. Je connais l'attrait du gouffre car je l'ai connu avec toi. Je m'y suis précipité. Et cet ultime moment, quand la poupe se dresse impérieuse et sombre doucement, inéxorablement, engloutie dans l'eau, c'est là que notre histoire commence, au moment où tout est perdu, tu le sais, mais que c'est beau, oui beau et intense. Nos deux vies à la dérive qui veulent croire, qui s'accrochent, qui se débattent, un souhait sincère, l'appel au secours. Nous avons presque touché le ciel, un petit moment, nous y croyons, dans un instinct de survie, mais au fond, ce n'est que le dernier souffle avant le silence. Il nous faudra revenir au lendemain des ravages de la passion. Je vois en toi une âme complice, tu es plus que cela mon ami, mon amour, tu as besoin de moi et j'ai besoin de toi; nous étions déjà des naufragés de la vie qui désiraient mourir pour enfin renaître, autres, libres. Tu me demandes s'il reste quelque chose en moi de la tourmente. Il y a des naufrages nécessaires et bouleversants. Tu ne vois donc pas que tu es ma tempête, ma bataille, la secousse et l'espoir, tu es ma libération aussi ; le ciel est clair, l'onde sereine, non, il ne reste rien, sinon l'immensité du large, l'infini du paysage, ton regard à couper le souffle, l'océan inévitable et absolu, mais sache que tu es mon naufrage et qu'il y a des naufrages irrésistibles et merveilleux.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Para Antonio



Te quiero,

Besos

Espíritu navideño

Mis hijos se han ido a pasar la Navidad del otro lado del mundo y aquí estoy pensando en ellos. Cómo entran aquí, les dejo desde ya, y habrá más seguramente, saludos y buenos deseos. Para Guy, Benja, y Miss Emilia una canción que les cantaba cuando eran chiquititos. A todos los que entran, les dejo todos mis deseos de un año 2008 divertido, y lleno de vida y amor.

Jack Johnson la canta bien...

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Final del día de trabajo

So, so you think you can tell
Heaven from Hell,
Blue skies from pain.
Can you tell a green field
From a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?

Did they get you to trade
Your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
Did you exchange
A walk on part in the war,
For a lead role in a cage?
(Pink Floyd, Wish you were here)

-Hola, ¿mamá?
-Benja, estoy en clase, ¿qué pasa mi amor?
-Necesito que pases por el súper después del trabajo y traigas un regalo, hay fiesta en la clase de alemán y me olvidé de decírtelo. Tenemos que intercambiar regalos.
-¿Fiesta? ¿Por Santa Lucía?, ¿en la clase de alemán? pero Benja, es una fiesta sueca, en fin, termino a las ocho, y ... ok, vale, iré cuando termine. Empiecen a comer sin mí.

Por supuesto que a las ocho y cuarto solo queda una cajera para todo el supermercado y la fila es interminable. Miro con incredulidad la cesta del hombre delante de mí, tiene como para un invierno frío, solitario y sueco, el equivalente de una heladera; como estoy cansada la fila parece avanzar a ritmo de caracol francés, o más bien no, como en las películas, la fila se alarga a medida que mi estado de ánimo se funde con mi realidad, cambia, sí, lo veo, se alarga, pienso que nunca saldré de ahí, que es una conspiración para que no coma y no vuelva a casa; la gente se pone a conversar y estoy en la película de Rosemary's Baby, son todos diablos y fantasmas visibles e invisibles que veo y no veo y que me sonríen y me quieren en ese supermercado atrapada, para siempre. De aquí no me iré nunca suspiro en voz casi audible. "Señora", me responde, mi vecina, "el súper cierra a las ocho y media, le aseguro que sí saldrá", no me fío, veo el guardia delante de las puertas impidiendo que entre la gente y abriendo la puerta a los que salen, gota a gota, Dios, mi corazón late un poquito más rápidamente... Quiero volver a casa.

-Son cuatro euros con veinte señora
-Tenga, por favor, señorita
-Ah no, ¿No tiene cambio?

Ay pienso... de aquí no salgo nunca...
Lo único que recuerdo es salir a toda prisa y correr por la noche oscura de mi suburbio, desquiciadamente.

martes, 27 de noviembre de 2007

R. Bolaño, La francesa

Una mujer inteligente
Una mujer hermosa
Conocía todas las variantes, todas las posibilidades
Lectora de los aforismos de Duchamp y de los relatos de Defoe
En general con un autocontrol envidiable
Salvo cuando se deprimía y se emborrachaba
Algo que podía durar dos o tres días
Una sucesión de burdeos y valiums
Que te ponía la carne de gallina
Entonces solía contarte las historias que le
sucedieron
Entre los 15 y los 18
Una película de sexo y de terror
Cuerpos desnudos y negocios en los límites de la ley
Una actriz vocacional y al mismo tiempo una chica con
extraños rasgos de avaricia
La conocí cuando acababa de cumplir los 25
En una época tranquila
Supongo que tenía miedo de la vejez y de la muerte
La vejez para ella eran los treinta años
La Guerra de los Treinta Años
Los treinta años de Cristo cuando empezó a predicar
Una edad como cualquier otra, le decía mientras
cenábamos
A la luz de las velas
Contemplando el discurrir del río más literario del
planeta
Pero para nosotros el prestigio estaba en otra parte
En las bandas poseídas por la lentitud, en los gestos
exquisitamente lentos del desarreglo nervioso
En las camas oscuras
En la multiplicación geométrica de las vitrinas vacías
Y en el hoyo de la realidad
Nuestro lujo
Nuestro absoluto
Nuestro Voltaire
Nuestra filosofía de dormitorio y tocador
Como decía, una muchacha inteligente
Con esa rara virtud previsora
(Rara para nosotros latinoamericanos)
Que es tan común en su patria
En donde hasta los asesinos tienen una cartilla de
ahorros
Y ella no iba a ser menos
Una cartilla de ahorros y una foto de Tristán Cabral,
La nostalgia de lo no vivido
Mientras aquel prestigioso río arrastraba un sol moribundo
Y sobre sus mejillas rodaban lágrimas aparentemente gratuitas
No me quiero morir susurraba mientras se corría
En la perspicaz oscuridad del dormitorio
Y yo no sabía que decir
En verdad no sabía que decir
Salvo acariciarla y sostenerla mientras se movía
Arriba y abajo como la vida
Arriba y abajo como los poetas de Francia
Inocentes y castigadas
Hasta que volvía al planeta Tierra
Y de sus labios brotaban
Pasajes de la adolescencia que de improviso llenaban
nuestra habitación
Con duplicados que lloraban en las escaleras
automáticas del metro
Con duplicados que hacían el amor con dos tipos a la vez
mientras afuera caía la lluvia
Sobre las bolsas de basura y sobre las pistolas abandonadas
en las bolsas de basura
La lluvia que todo lo lava
Menos la memoria y la razón
Vestidos, chaquetas de cuero, botas italianas,
lencería para volverse loco
Para volverla loca
Aparecían y desaparecían en nuestra habitación
fosforescente y pulsátil
Y trazos rápidos de otras aventuras menos íntimas
Fulguraban en sus ojos heridos como luciérnagas
Un amor que no iba a durar mucho
Pero que a la postre resultaría inolvidable
Eso dijo
Sentada junto a la ventana
Su rostro suspendido en el tiempo
Sus labios: los labios de una estatua
Un amor inolvidable
Bajo la lluvia
Bajo ese cielo erizado de antenas en donde convivían
Los artesonados del Siglo XVII
Con las cagadas de paloma del Siglo XX
Y en medio
Toda la inextinguible capacidad de provocar dolor
Invicta a través de los años
Invicta a través de los amores
Inolvidables
Eso dijo, sí
Un amor inolvidable
Y breve
¿Cómo un huracán?
No, un amor breve como el suspiro de una cabeza
guillotinada
La cabeza de un rey o un conde bretón
Breve como la belleza
La belleza absoluta
La que tiene toda la grandeza y la miseria del mundo
Y que solo es visible para quienes aman.

martes, 30 de octubre de 2007

Octubre intenso


Après la pluie le beau temps, dicen en francés. Sí, el frío de octubre fue bravo, en mi casa hemos sufrido un poquito, pero una estrategia de la que no hablé es la de estar todo el tiempo pegaditos. Esa es deliciosa. Nos abrazamos más, nos quedamos acurrucados juntos en la cama hablando despacito, nos contamos cosas, el día, conversamos los brazos de unos bajo los brazos de otros, o enroscados ya no sé. Lindo. Pero, o el cuerpo se acostumbra o el tiempo se mejora, y se termina octubre con mejores temperaturas. Hemos sobrevivido. Y yo les cuento, me voy a pasear un ratito por el otro lado del mundo. Un momentito, unos días de vacaciones. Eso. Un beso.

domingo, 28 de octubre de 2007

Las armas

Estrategia número tres: la cebolla.

O vestirse poniéndose capas y más capas. Lo que tiene la ventaja de poder despojarse de ellas cuando sale el sol y cuando, en la siesta, si tenemos suerte, se pone el tiempo más decente. Claro, si además pudieran no olvidarse mis tres amores esas capas en el patio de la escuela sería buenísimo. Para las tardes o temprano en el día, los cuatro en casa tenemos pantuflas, australianas, insuperables. Y yo un arma secreta.


Tengo un batón rosa, escandalosamente rosa, una cosa tan pero tan rosa que cuando me lo pongo mi cara resplandece, mi entorno también, irradia. Se me ve de lejos, para no parpadear hay que ponerse anteojos de sol. El padre de un compañero de Emilia que viene a buscar a mi hija el miércoles me entrevió detrás de la puerta una vez y le preguntó: "esa cosa de color violento, ¿qué era?" "Mi mamá", dijo calmamente mi hija: "mi mamá en batón". No crean que exagero. No. Mi batón será rosa pero también es una maravilla. Una maravilla que llegó a mi casa como regalo de navidad canadiense. Es largo, es espeso, es suave, muy suave, es caliente. Me lo pongo y ... no tengo frío. Me siento otra. Me muevo relajada por la casa. Un gato no se movería mejor. Mi vida: frío free, impresionante. Me siento tan bien con mi prenda fucsia que tardo, antes del trabajo, en vestirme, espero el último minuto para meterme en la ducha y ponerme ropa normal. Ese bienestar, ese confort, mi felicidad completa se debe notar, dar envidia, porque la otra mañanita, cuando nos moríamos de frío, quién veo aparecer en la cocina: mi hijo Benja vestido de mi batón rosa, con una sonrisa que se le abría de un lado al otro. "-¡Benja! me exclamé, no estás vestido, ¿qué hacés con mi batón?", -"tenías razón, mamá, este batón es una maravilla." "-Sí, pero el batón es mío. Mío. Y vos vas a llegar tarde al colegio." Yo, que no soy de estar en ropa cómoda, me suelo vestir con camiseta y jeans y quedarme con la misma ropa hasta la hora de dormir, ¿me estaré convirtiendo en una Zsa Zsa Gabor del frío? Porque, les digo muy sinceramente, me cuesta sacármelo estos días... Los amigos ya empezaron a hablar.

viernes, 26 de octubre de 2007

Sigue la lucha

Estrategia número dos: el calor interno

"Kalinka kalinka kalinka moya, sadu yagoda malinka malinka moya, eh, eh, eh", sin ninguna duda mis mejores recuerdos de viaje los tengo de mis viajes en tren. Nada superó ese modo de transporte, la buena convivencia, los encuentros, la vida que sucedió en los vagones, las conversaciones, los momentos entrañables e intensos, sí, fueron los viajes más divertidos. Podría escribir sólo sobre ellos. Eran los años 90 e iba de la República Checa, en ese entonces se llamaba Checoslovaquia, a Austria, creo, no me acuerdo muy bien, tomé muchos trenes en esa época, de París, libre y soltera, me iba a cualquier parte, trabajaba y no tenía ninguna obligación, todo es tan chiquito aquí en Europa, las distancias humanas, las diferencias entre kilómetro y kilómetro, enormes, cada país es un universo, con el tren se atraviesan civilizaciones en el tiempo que nos tomaría a nosotros llegar del campo a casa en Argentina. Estaba en un tren y unos muchachos un poco mayores que yo estaban aburridos sentados y hablando, conversaban en un idioma eslavo. Cuando tomé sitio se enderezaron, pasaron una mano sobre el cabello y se pusieron a hablar en inglés. Me miraban de reojo, peroraban casi, y yo, los miraba sin mirarlos. Era todo un circo: coqueteaba sin coquetear, sabía que estaban pendientes. Me puse a leer un libro. Los chicos hablaban cada vez más fuerte, como si se oyeran hablar. Pensé que quizás fueran húngaros, o algo así. No entendía nada de lo que decían hasta en inglés. El tren se paró. No supimos lo que pasó, simplemente se paró. Y nos quedamos mirando por la ventanilla o entre nosotros perplejos sin saber que pasaba. Fueron muchas horas sin saber. Entonces nos pusimos a hablar: la situación era inhabitual, preocupante, una situación sin explicación. Estábamos fuera del mundo. Un no man´s land nocturno y frío. Hacía tanto frío en ese tren de noche que la chaqueta que llevaba no bastaba. Me acuerdo perfectamente. Puedo sentir mi malestar. Creo que los varones lo notaron porque ya no sabía cómo cubrirme, yo con mis botas y mi falda de francesa chic, ya no bastaba con cruzar las piernas, sufría francamente. Uno de los chicos, el mayor de los dos, lo notó y se levantó y tomó de su bolso una botella. La abrió y tiró la tapa para atrás. Lo miré extrañada: "¿por qué no guardas tu tapa?", le dije, "la puedes necesitar", se rió fuerte, y me contestó que en su país una vez que se abría una botella había que terminarla, nunca se le ocurriría a nadie volverla a tapar. Una botella de vodka. Me dice el chico con voz dulce: "toma un vasito, morena que pareces necesitarlo", y tomé la vodka, creo que era la primera vez que tomaba vodka sin hielo sin jugo de naranja sin nada. Me entró un poco de calor y los chicos se alegraron. Se pusieron a cantar, y más tomábamos más cantaban, se reían, hablaban y poco a poco se armó una fiesta, me acuerdo que durante horas contaron chistes. Los otros pasajeros vinieron a ver que pasaba, una húngara, una pareja checa, una señora alemana, no sé quien más. "¿Cómo te llamas, morena?, me dijo el mayor, Inés, le contesté, ¿eres italiana?, preguntó, no, soy argentina contesté, y se miraron entre ellos, Argentina, ¡qué lejos! dijeron, sí les dije lejos y diferente. Y vinieron más chistes, el sentido del humor es lo más importante en nuestro país dijo el proprietario de la botella; bebamos por las mujeres argentinas, dijo el más joven, son bellas y coquetas, me reí, y tomamos, Kalinka, kalinka, kalinka moya... Sabes Inés lo que significa Kalinka me susurró con aire de misterio el mayor, no, respondí, ni la menor idea, es una baya, un árbol del norte, del frío, en esta canción se habla de dos árboles y del amor, el hombre le pide a la mujer de dormir con él... porque es linda y hace frío..¿por qué viajas sola?, me preguntó el menor, porque me peleé con mi amigo, contesté, ¡oh!, ¡pena de amor! Eso es grave, dijo de repente, serio. Entonces tienes que tomar otro vasito, dale, tomátelo, te hará bien. Y meta a la vodka. La verdad es que ya no sentía frío, ni me importaba nada, y les pedí a mis nuevos amigos que me ensañaran a bailar a la rusa. Me lo mostraron en el pasillo para la alegría de todos, unas voces preciosas, y así aprendí los pasos rudimentarios del baile tradicional ruso, y aplaudimos y nos reímos, y tomamos más. Terminamos la botella sin problemas unas horas más tarde. No hubo que volver a taparla. Eran rusos, uno también era de Ucrania, judío, me dijo, no es lo mismo, me miraron como si me confiaran un secreto. Yo a esa hora, después de lo vasitos de mis compañeros, solo podía decir: Kalinka, kalinka, kalinka moya... Y qué vivan la bayas rusas y la ginebra, el gin y la vodka. Olé.

Cada vez que tengo frío, pero frío en serio como en ese tren nocturno, pienso en la primera vez que tomé vodka y me sirvo una copita y pienso que los rusos, sí que saben. A mis chicos les sirvo chocolate caliente, todavía les queda por descubrir un montón de cosas... El efecto no es el mismo, pero cada cosa en su tiempo.

Kalinka

jueves, 25 de octubre de 2007

Declaración de guerra

Una ola de frío poderosa se abatió estos días sobre París y como vivimos en una casa fría, las razones no vienen al caso y serían largas de explicar, mis hijos y yo hemos decidido luchar: hemos establecido una serie de estrategias para pelearle y no dejarnos ganar por la desesperación de las mañanitas demasiado difíciles, o las meriendas congeladas, los deberes con manos gélidas--soplando sobre los dedos no basta-- y poder vivir aquí sin sufrir, hasta que el tiempo mejore o encontremos una solución más técnica, digamos.

Estrategia número uno:
el movimiento perpetuo.

Hacer ejercicios es una solución, flexiones y movimientos de calentamiento con los brazos que suben y bajan, sin embargo nos hemos dado cuenta que el entusiasmo inicial suele disiparse después de un corto plazo. Hemos preferido la opción: «dejarnos llevar por la música». Tenemos todos aquí nuestra música preferida. Benjamín por su carácter y su forma de moverse es difinitavamente James Brown y ponemos:



Oh yeah, baby... Lo vieran bailar al petiso. Entramos en calor solo mirándolo.

Guy, es más rock:



Can't stop moving!con los Chilis.

Mi Mimi es una tierna: ella baila sin parar de lo más bien con Aretha:



Así, así, empezamos...

Y yo que amo todo tipo de música de africano al cubano, pasando por la China, y volviendo por Colombia, cualquier ritmo movidito me va. Hoy les pongo una canción y una voz que me hace recordar una fiesta a la que fui hace poco y que me permitió bailar como hacía tiempo que no bailaba ... Yo la morena, jeje.



Zucchero!

Sigo mañana...

martes, 23 de octubre de 2007

Y ahora que sé...

A Saint Germain se puede subir fácilmente en auto, sea por el sur, el oeste, el bosque, existen varias entradas: se puede entrar pero no salir. Es curioso. Viniendo de un mundo dibujado por ingenieros más que por historia, no me explicaba como podía suceder. No me había dado cuenta que no había lógica y sobre todo que existían menos bajadas que subidas. Es así. Aquí no es tan sencillo, uno entra pero después hay que conocer perfectamente la ciudad para volver al punto de partida, hay que saber donde dar la vueltita, donde tomar esa calle que, rodeándola, bajará de nuevo, un poco más allá, encontrando una de las tres bajadas, las tres malditas bajadas que me costaban tanto hallar cuando apenas llegué. Dios, las perdidas que me habré dado buscando el mismo camino que a la ida. La vuelta a casa siempre me llevaba por quién sabe donde y me venían unos nervios locos pensando que no podría nunca más volver. Además de ser desubicada, claro. Todo en auto. A pie es otra historia. Eso cuando era el tiempo de la primera vez. Hubo tantas primeras veces en Francia para todo. Hace cinco años. Cinco años de aprender, aprender a hacerlo the French way in France. O sea que ayer cuando volvía del supermercado y vi que había un atasco espantoso, que me quedaría sobre la Nacional unos veinte minutos por ser el camino directo, di ahí nomás una vuelta agresiva al volante y me metí por la primera calle que doblaba a la derecha, entré y contorneé las calles del barrio sur. Me di cuenta que ahora no me podía perder. Saint Germain era mía. No hay una calle que no conozca. No hay una casa que no haya visto, una esquina que no haya de alguna forma caminado o doblado. Ya no hay un camino que no llegue a mi casa. Qué cosa. Me gustó volver a explorar el barrio cerca del bosque. Pasé despacio mirando y me di cuenta que esas calles formaban parte de mi geografía personal. Me vi, las primeras semanas después de llegar, parada delante de la estacion de tren pensando como había hecho para llegar hasta ahí. Me vi entrar en una calle a contramano, y de repente consciente de mi equivocación, queriendo retroceder discretamente sin poder hacerlo por no saber como poner la marcha atrás del autito, pidiéndole ayuda al primero que pasara. Siempre había tenido marchas atrás al revés de la quinta, para abajo. Y en ese auto, francés, era subiendo la palanca un poco más a la izquierda de la primera. Me vi tener que salir del auto y preguntar al primero si me podía explicar... Tanto camino he hecho en Francia para sentirme en casa. Tantas vueltas he dado para ubicarme en ella y en la vida aquí. Ayer con el auto volviendo a mi casa, me di cuenta que pasando por las calles de Saint Germain, me estaba despidiendo de una ciudad que aprendí a conocer a las duras. Me voy, me voy porque quiero irme, pero sé que dejo una linda ciudad que aprendí a querer y a la que quiero, mucho.

domingo, 21 de octubre de 2007

La noche en la isla

La Isla Negra


Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.
Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.
Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba como antes,
cuando aún no existías,
cuando sin divisarse navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban lo que ahora
-pan, vino, amor y cólera-
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.
He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.
He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.
Los versos del Capitán, Pablo Neruda.

viernes, 19 de octubre de 2007

Última vez

¡¡Vamos, vamos, Argentina!!


lo escribo bajito porque los franceses no están muy contentos estos días, pudor y discreción entonces...



martes, 16 de octubre de 2007

Mi noche con los Jaivas

Los Jaivas vinieron a Montreal para el Festival de Jazz en el año ya ni sé. Después del trabajo fui a encontrarme con ellos y una amiga que los conocía de París y todos juntos, muy alegres, nos fuimos de restaurante nocturno en restaurante nocturno, de bar en bar, por todo el Este de Montreal. Estuvimos muchas horas conversando, comiendo, y después... es que no me acuerdo. Fue una noche muy larga, divertida, y musical.... hace rato que estoy sentada delante de la pantalla intentando acordarme, pensando y pensando y no hay caso: mucho humo en la cabeza. Lo pasamos bien, eso sí. Simpatiquísimos che. Amorosos conmigo. Yo les tengo mucho cariño. Saludos chilenos a todos.



domingo, 14 de octubre de 2007

Semi final

Marc Chagall

París en octubre se presenta maravilloso, días soleados, un ambiente festivo, las hojas doradas y coloradas de los plátanos parisinos, puntitas de fuego en las calles grises y blancas de la ciudad luz, refuljan esperando este domingo, este domingo argentino. Anoche Francia entera suponía otro resultado, no había un bar que no estuviera lleno, no había una calle que no vibrara. La gente andaba alocada por la calle. Sin embargo, lo que los franceses no sabían todavía era que este año París habla español, con acento argentino, come carne y toma vino en los cafés, baila a otro ritmo, canta: "vamos, vamos" ... Es así, este año es nuestro, París celeste y blanco, París Buenos Aires, París Tucumán, San Juan, Rosario... París al sur. París nos favorece, anima, nos quiere. Ahora nos toca a nosotros apoderarnos de la ciudad, besar su suelo, con la pelota ovalada, agradeciendo su amabilidad. París es nuestra este año y los 80 000 espectadores del Stade de France en Saint Denis, gritarán de un solo corazón, vamos vamos chicos. Qué si lo podemos. Lo creemos. Yo lo creo.

sábado, 13 de octubre de 2007

Dos chicas sentadas en un café mirando pasar a la gente en silencio.

-Che, Inés, decime con sinceridad, ¿qué es lo primero que miras en un hombre? ¿La cara, las piernas, los ojos, el culo, el porte?
-¿Yo? Umm, no sé
-Cómo que no sabes, algo te llama la atención.
-Lo primero que miro son las manos. Me gustan las manos de hombre.
-¿Las manos? Ah, qué raro. ¿Qué manos?
-Ninguna en particular, me tienen que gustar. Pensalo, es fundamental, ¿no?
-Bueno, sí, puede ser...

De repente callan. El silencio es diferente: la imaginación vuela.

domingo, 7 de octubre de 2007

Uf, qué nervios



¡¡Vamos, vamos Argentina!!


Cantado por miles de miles de espectadores en el Stade de France en Saint Denis.




miércoles, 3 de octubre de 2007

Para Antonio

Matías Pinto d'Aguiar, pintor chileno, Viaje a Robinson Crusoe, 2006

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo

sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volverte a encontrar
y ojalá nada más

no me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol

ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo
de tu más reciente desesperación

no
la cosa es muchísimo más grave

cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estás reescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y vos en cambio sabés que eso no sirve
quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regarlo mirándolo

quiero decir que estás sacudiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede el armazón de mi verdad sin proezas

quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte
este precipicio de la pobre vida

como ves es más grave
muchísimo más grave
porque con estas o con otras palabras
quiero decir que no sos tan sólo
la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero

porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora
y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida

una bahía donde los barcos
llegan y se van
llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van

pero vos,
por favor,
no te vayas.

Mario Benedetti, Mucho más grave


Benedetti a veces me sorprende y me conmueve de una forma...

domingo, 30 de septiembre de 2007

viernes, 28 de septiembre de 2007

Frase del día.

Argentinos me han pedido que cante una copla yo, y como soy argentina no puedo decir que no.
Me invitaron a ver el partido. ¿Qué hago? ¿Voy?

Del diario.

El segunda línea de Argentina, Carlos Ignacio Fernández Lobbe, le pone pimienta a las declaraciones. Sobre un posible cruce en cuartos de final con los All Blacks dijo: "Si tenemos que jugar contra los All Blacks, necesitaríamos que todos tuviesen diarrea y poner francotiradores en el estadio, y además que nos saliera de nuestra parte el mejor partido de nuestras vidas". Está claro como el agua. Argentina quiere hacer todo lo posible contra Irlanda, para que sea Francia quien juegue contra los All Blacks en Cardiff.

Este tipo sabe de que habla. Sí señor. Vamos primero a vencer a los irlandeses, mandar los franceses a Cardiff jugar contra los All Blacks y nosotros ganar acá en París, cerca de mi casa. Ajá. Qué les parece. A mí: bien.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Le repos du guerrier

La vida como un campo de batalla: "Chicos, hagan los deberes; Guy no tires tus cosas en el piso; ¡Benja no grites! Epa, no pegues a tu hermano; a ducharse banda de roñosos; gordita: terminá de comer tus chauchas mi amor; apúrense chicos es tarde; no ensucien la mesa que acabo de limpiar; ¡a dormir! es tardísimo; estoy agotada solo con escribirlo: pobres, la generala en comando de las tropas luchando todos los días para mantener el orden y la paz, cuidando también que los soldados cumplan con sus deberes y obligaciones, preocupándose por su salud, y el reposo del guerrero. Luchar, pelearse, combatir, ¿a eso se resume mi vida? "Ma force à lutter s'use et se prodigue; jusqu'à mon repos, tout est combat" escribía Alfred de Musset. No no, claro que no. Hay otras cosas. Muchísimas más. A ver lo pienso.
Después de la batalla, admitiendo derrota, en la unión de las fuerzas, los soldados se relajan, y nos reímos, bailamos, conversamos, cómplices, fraternales y a gusto en la tranquilidad del reconocimiento, en casa circula mucho amor.
Hace mucho tiempo ya, J.-J. decía de mí burlón que le hacía pensar a un soldadito rebelde-- mon petit soldat-- y cuando le preguntaba porqué me contestaba que mi actitud con la vida era una de enfrentamiento con todo y contra todo, sobre todo contra mí misma, y rebelde porque lo mío era la resistencia, una resistencia malhumorada, era una sublevada de la vida. No sé si tendría razón, lo que sí es verdad es que me falta resignación, esa capacidad de aceptación de las adversidades, o más sencillamente docilidad y mejor genio. Y eso desde chiquita. Tenía ocho-nueve años cuando decidí irme de casa. Preparé una mochila con comida, tenía un poco de plata, no sé de donde, ropa para cambiarme, miré horarios de tren, me iba, me mandaba a mudar. Quería un cambio, una nueva vida, un terremoto, algo, no quería conformarme con la que tenía. No era infeliz en mi casa, tampoco del todo feliz, qué pasaría no me acuerdo, tenía nueve años y quería comenzar algo nuevo. Le dejé una nota a mi hermana, salí temprano, y me fui. Era la primera vez que salía sola por la ciudad. Por supuesto que no llegué lejos, me paré en un cine, y me quedé todo el día ahí, la libertad a los nueve es algo limitada. Al final del día regresé a casa, con un poco de amargura por la injusticia de no poder vivir esa aventura del todo.
Ahora pienso que luchar, pelearse y protestar es también esforzarse, abrirse paso. Y si lo hacemos es que sospechamos que vale la pena ¿no?
Y aparece por la puerta Benja protestando, quejón, como siempre y por todo, irascible, ... ay dios. Le digo, Benja, me he puesto los anteojos y sabes qué, ahora veo el azul profundo, el color exacto de la belleza absoluta de tus ojos, y solo por eso, mi querido, me los voy a poner todos los días. ¿Me entendés? Ahora contame lo que te anda pasando.

lunes, 24 de septiembre de 2007

De mimos y mimos



Para Marta Inés. Te va a gustar.



Para Antonio, ¿ves? también mimo.



Tango maestro.

Dalí- 1: Ganas de embromar a Antonio.



Dalí- 2: je n'arrives pas à choisir celui que je veux, il y en a trois, alors, j'ai pensé à Velázquez. Voilà.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Humildad

Benja quería que le cosiera dos insignias sobre su bolso de escuela: una cabeza de muerto colorada sobre fondo negro, otra que dice INDEPENDENT con letras casi góticas. Las miré un momento y le contesté que no sabía coser, pero que lo intentaría. ¿No sabes coser, mamá? No muy bien, hijo, sino que sé poner un botón, y quizás de forma desprolija acortar unos pantalones. No sé coser, no. Y me dejó pensando. Pobre, con madre inútil. Porque tampoco sé cocinar. Cocinar bien, digo. Claro que sé hacer de comer, pero como Jennifer que uno sale de su casa pensando que ha estado en un jardín de flores, con música en segundo plano, algo así como el paraíso, así no sé. El flan de dulce de leche me sale más o menos bien, las milanesas, el chile con carne, tampoco para salir suspirando. ¿Tejer?, un poquito, casi nada, empiezo y no sé terminar. Bordar ni hablemos. Okey pienso no soy ama de casa consumada: cuando me acuerdo de las mamás que hacen disfraces o miles de cosas para los hijos en las fiestas, obra de teatro, para la escuela, me deprimo. Entonces seré una mamá deportista. Bueno... Tampoco puedo llevarlos a jugar al tenis. No sé jugar al tenis. Todavía no he decidido si debía tomar la raqueta con la derecha o la izquierda. Nadar, digamos que no me ahogo, hasta ahí. El fútbol, el básket, el badminton, el ping pong, el esquí me muero de miedo y voy despacio, todo lo hago más o menos: soy un desastre. Me gusta caminar. A mis hijos no. Por suerte la bici no es complicada, una vez que uno aprendió, dicen que ...
Sé llevarlos al parque, sentarme con un libro al sol mientras juegan. Les tiro la pelota de baseball y se me va para abajo. Mamá, me explica mi hijo, tirala así, con más puntería. No. Soy totalmente incompetente. Como la chicharra de Lafontaine me voy a poner a cantar y nada más: ¿seré una mamá artista? Me encanta cantar pero la verdad es que me olvido de la letra de las canciones y cada vez que lo intento se ponen mis hijos de rodillas suplicantes para que pare. Tampoco sé tocar de un instrumento. Bailar, sí, me gusta bailar, pero como aprendí baile clásico, no sé bailar salsa, ni cumbia, ni tango, ni mambo, cuando ponen música rock, me muevo bonito, eso sí. No pinto ni dibujo. Las fotos me salen así nomás. Nunca aprendí a ocuparme de un jardín. No tengo ni la menor especie de idea sobre plantas y flores. Inepta absoluta. Nunca he podido contar un chiste, me parto de la risa antes de terminar, me olvido, nadie entiende nada, y se aburren esperando que me acuerde de como iba. Mi vecina sabe de tapicería por ejemplo y restaura sus muebles antiguos. Una maravilla. La otra, sabe hacer joyas, preciosas. Tengo una amiga que sabe de olores. Crea perfumes. Es elegante, sabe vestirse. Todos tenemos un don especial, algo que hacemos bien o con entusiasmo ¿quéno? Vamos, algo, alguito tendré que me hace especial. Me parece que me voy a quejar a mi madre, una reclamación formal.
¡Sí, algo sé!: soy fantástica para desatar nudos. No hay nudo que me resista. Uf, pensé que no encontraría nada antes del final de este texto. Puede ser chiquito o grande. Apretado, en un collar o en cualquier cosa: les aseguro, soy buena, muy buena. Mis hijos quedan pasmados, cuando me ven.
Otra cosa sé hacer, sé querer, apreciar, gozar de la vida y sus pequeñas cosas, hago que la vida sea un teatro fabuloso, divertido y también dramático. Soy curiosa y lo trasmito a mis hijos, qué quizás ellos aprendan a hacer algo, mejor que yo. Ojalá.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Se terminó hoy el verano


...

My girlfriends run off with my car,
And gone back to her ma and pa,
Telling tales of drunkenness and cruelty.
Now I'm sitting here,
Sipping at my ice cold beer,
Lazing on a sunny afternoon.

Help me, help me, help me sail away,
Well give me two good reasons why I oughta stay.
cause I love to live so pleasantly,
Live this life of luxury,
Lazing on a sunny afternoon.
In the summertime
In the summertime
In the summertime
Acá el video: (The Kinks)



miércoles, 19 de septiembre de 2007

Pierrette et le pot...

Estoy convencida que he puesto el diez euros en el bolsillo del jean: pálpome, nada. Pero estoy segura. Como ya no veo muchas cosas las hago al tacto o al controlar el peso, me explico, si falta algo en mi cartera, lo sé porque la cartera no cae igual sobre el hombro, lo sé por el peso, y otras cosas por el olor, o por los automatismos como los de los números de teléfono, ya que no distingo los números. Igual para el código de la tarjeta de banco. Así estamos: con todos los sentidos súperdesarollados. Bueno, me fío de mis instintos. Sigo segurísima. Es más, recuerdo el gesto de ponerlos en el bolsillo. Busco en todos mi pares de jeans, y nada. ¿Qué se han hecho? Tampoco es tanto, sin embargo pienso: diez euros. Con diez euros compro pan durante diez días seguidos. Me voy al cine, sola, y al salir me pago un café "expresso" negro y caliente. Con diez euros me puedo comprar ese collar largo y fino con piedritas de color ámbar que he visto en la vidriera al lado del supermercado, y hasta me quedaría un poco de suelto. Hablando de compras, con diez euros me da para comprar cinco kilos de manzanas, vaya chanchada de manzanas me podría mandar, o dos bifes y dos tomates, o un pollo asado entero, que asan en esos asadores ubicados sobre la vereda que se pueden oler a kilómetros en las tardes de otoño cuando se regresa a casa. Ese olorcito, no me lo voy a olvidar nunca. Ah, y un vinito bueno. Sí, eso estaría bien. El otro día Benja me pidió una remera, con diez euros lo podría sorprender. Bueno, no sería la que me pidió él, la de fútbol a cuarenta euros, con Manchester United escrito encima. No, sería una remera normal, pero nueva. Me alcanza para dos revistas literarias, ¿dos? quizás, o para un libro, no llego a comprarme el CD, pero los puedo mirar y ponerme a soñar con música. O como en la farmacia, acercarme a los perfumes. Con diez euros no puedo comprarme ni una botellita chiquita chiquita, nada, apenas un jabón, o una crema buena, estoy exagerando con diez consigo champú, crema, y esos globitos de aceite que se meten en la bañadera. Me pongo un par de velas y me creo en un Spa. O también, podría pagar la multa de estacionamiento que me han puesto el otro día, oh, pero eso sería portarse bien, además la multa no es de diez sino de once euros, seguro que buscando monedas en el fondo de la cartera... Y sí, podría usarlos para las fotocopias, y el correo, los focos que andan faltando en el pasillo, qué aburrido, de todos modos no están en ninguna parte. Si no eran los jeans, ¿era el pantalón negro? En cuanto los encuentre, me compro una torta, gorda y rica, de frutillas, y nos la comemos todos esta noche. Y nos vamos a chupar los dedos...

lunes, 17 de septiembre de 2007

Titanic


De los hijos de mi padre soy la primera. No habré nacido varón pero salí igualita a él. Idéntica. Es buenmozo mi padre ¡eh! Tenemos hasta el mismo color de ojos. Por suerte no he heredado sus bigotes, ni tampoco, desdichadamente, sus buenos dientes y su vista. No, salí con su cara, su pelo, su color, y su mal carácter y nada más. Mi madre, Aragón de ojos negros y grandes, se acuerda de mi abuela paterna que decía que nosotros, los Negrete, teníamos ojos "normales". Y con ese recuerdo estalla una risa impetuosa. Mi madre cuando ríe se oye: tiene una risa magnífica. Y así pasó la expresión de Elena a la posteridad. No, tiene mi padre, y tengo yo, ojos achinados y pequeños. Tampoco son en almendra como mi bella hermana María Justa, no, solamente achinados. Por eso en casa mi padre me llamaba china, o negra, dependiendo de su humor. Ahora bien, estoy en el consultorio de la oftalmóloga y me dice: "le explico: es como la punta del iceberg..." Me quedé pensando en el océano, imaginando el agua ondulando, inmóvil en su extensión y en permanente movimiento, y en el medio algo que sale y que no es del todo lo que se ve: así veo yo. No veo nada claro, ni de cerca ni de lejos, ni de los costados, ni por encima ni por debajo. He perdido en algunos meses tanta visión que no tuve otra que ir de rodillas para no perder el camino, a que me atiendan. "Cuando era joven, continúa la médica, su vista noséqué compensaba su vista nosécuanto*, ajá acepto yo, y cuando con el cansancio de los ojos, --forma bonita de llamar la presbicia--, en su caso, brutal, tengo que admitir, ha perdido la posibilidad de compensar, eso ha tenido por consecuencia que perdiera de una misma vez la vista de lejos y de cerca. Además tiene un ligero problema de astigmatismo..." Yo, hace rato que no la oigo más, me he perdido en su idioma chino, me vino un terrible malhumor y la verdad es que me quiero morir. Estoy en el medio del agua y me ahogo. Maldición de las maldiciones, la medíca, los ojos y los icebergs. Me siento como el Titanic. Nunca he usado anteojos y me rehúso a pensar que... Pregunto con cara de culo: ¿tendré que usar tres pares de anteojos? ¿Me van a sacar los ojos y dar unos nuevos? ¿Puedo vivir sin ver? Porque doctora, le cuento, yo prefiero mil veces no ver nada a usar anteojos de forma permanente". Y la médica un poco sorprendida, se ríe. Yo no. Ver, sí, bueno, algo se necesita, ¿no? Además no puedo seguir con los dolores de cabeza que me han empezado a atacar de forma diaria desde hace un par de semanas. El proceso de aceptación no es evidente. Cuando llego a la óptica para que me preparen los anteojos, me pongo a llorar. Odio los anteojos, me quedan mal, me pesan sobre la nariz, quedo como Nana Mouskouri, quedo seria y me parezco a una maestra de escuela: qué horror. Me dice el pobre hombre, que tampoco entiende bien lo que me pasa, todo el día fue tan excesivo, "vamos señorita, no es para tanto, estoy seguro que si usa este marco va a quedar sexy y todo". Lo miro con tristeza: ¿sexy, yo? ¿Con anteojos? ¿Usted cree? Caminando de vuelta a mi casa, he pensado en la buena vista de mi padre, la risa de mi madre y mi querida abuela con sus ojos normales, y toda yo hundiéndome en el océano. Ya. Así la vida. Ah, y ¡qué vivan los impresionistas caray!

*(la hipermetropía latente se compensa con un esfuerzo de acomodación"),

domingo, 16 de septiembre de 2007

Bésame, bésame mucho.


Óscar Alemán, una versión argentina.


Tino Rossi, una versión francesa.


Los Beatles, una versión... bueno una versión que me gustó.

martes, 11 de septiembre de 2007

Primer aniversario: papel.

No existo más, puesto que ya no tengo papel.
El Maestro y Margarita, Mikhaïl Boulgakov

Pasando por la calle Maurice Denis yendo al centro, he mirado un rato largo el museo a la izquierda, arriba de la calle, un museo que considero como mío, un espacio bello con un jardín que desciende salpicado de estatuas sorprendentes, bancos, flores, árboles y césped, y una vista que da sobre la otra colina, al sur de la ciudad, más humilde, adonde vivo yo. Subiendo lo he mirado un rato largo; me gusta su forma, su color. Cuentan que era un antiguo hospital que pertenecía a la parroquia y que el pintor Maurice Denis lo usó a partir de 1912 como su estudio, estaba abandonado y deteriorado. Se lo apropió y lo terminó comprando, también lo restauró. Están dando como te conté una exposición de esculturas africanas contemporáneas. Esculturas primitivas no, sino obras que reflejan la realidad de África de hoy, artistas jóvenes e interesantes, que crean arte. Un arte que sin embargo se cuela a la vida, a lo cotidiano, la guerra, la muerte. Usan materiales recuperados además de barro, piedra, madera, bronce. La tierra se mezcla al hierro. La madera al cemento. La arcilla al cartón. Las estatuas que han colocado en el jardín son imponentes y fuertes, adentro del museo se pueden ver obras, máscaras, objetos transformados y esculturas de todo tipo y tamaños.
Recordé hoy la instalación espectacular del senegalés Henri Sagna que me había impactado mucho. La verdad es que después de ver su plástica, no pude ver nada más. Hoy me acordé de la pared recubierta de tela blanca en una esquina de una sala pequeña, un lienzo teatral sobre el cual se veían mosquitos, hechos de tela, trozos de botellas y alambre, que daban vueltas sobre una cabeza de muerto, boca abierta inclinada muy ligeramente hacia el cielo, un cielo rodeado de enfermedad, y muerte.
El mosquito escribe Sagna junto a su firma ataca indiferentemente a todos, sin distinción de raza, edad, estatus social o color. La obra se llama Ponction y es del 2005, es hecha de papier mâché. Ponction en francés tiene doble significado: uno de la operación quirúrgica, el otro que habla de un dolor breve e intenso. Eso fue absolutamente lo que sentí.
Con papel: árboles y agua, Sagna imaginó una realidad donde los mosquitos con proporciones monstruosas, cuyas patas interminables se alargan y se aglutinan sobre la cara de sus víctimas, mostraría alegóricamente los males que tocan la humanidad, el mosquito siendo la enfermedad, y también el hombre. Al adelantarme, el museo a mis espaldas, se me coló a la pierna una hoja de papel que volaba por el aire. La miré, y la tomé entre mis manos. El papel, que se usa tanto, demasiado, que me gusta en todas sus variaciones, colores, texturas y que tengo en casa para transcribir palabras, que uso para leer, se quedó en mis manos todo el tiempo hasta regresar a casa y colocarlo sobre mi escritorio. Era una página de un cuaderno de un estudiante, notas de escuela, mojada por la calle y el piso, embarrada, sin sentido, con letra cuidadosa de niño aplicado: un momento de vida, cómo estas cartas que te escribo a vos. Palabras de papel que se van apilando y que hablan de amor. Así es que de África a Saint Germain, pasando por la calle, mis recuerdos y tu presencia a mi lado en ese recorrido, la hoja se quedó en mi mano en forma de una bola. Y ahí sigue delante mío abriéndose poco a poco como una flor.


SONETO XCVIII

Y esta palabra, este papel escrito
por las mil manos de una sola mano,
no queda en ti, no sirve para sueños,
cae a la tierra: allí se continúa.

No importa que la luz o la alabanza
se derramen y salgan de la copa
si fueron un tenaz temblor del vino,
si se tiñó tu boca de amaranto.

No quiere más la sílaba tardía,
lo que trae y retrae el arrecife
de mis recuerdos, la irritada espuma,

no quiere más sino escribir tu nombre.
Y aunque lo calle mi sombrío amor
más tarde lo dirá la primavera.

Pablo Neruda

(Maurice Denis)

sábado, 8 de septiembre de 2007

Une journée particulière

1. Me desperté con el sol sobre la cara, fue lindo, extendí la mano, no había nadie, y sobre todo, sorpresa, estaba en París.
2. El chico que me crucé el otro día por la calle tenía el pelo oscuro y pantalones claros, pero..., y cuando vi él que tenía la camisa azul, los ojos verdes, tampoco, en la esquina había otro...
3. Sonó el teléfono. Corrí. Y no. Me quedé un rato mirándolo, por si acaso. Y no.
4. Es asombrosa la cantidad de palabras que empiezan con A. y con V. en el diario. ¿Será una conspiración?
5. Estoy convencida que la mayoría de las canciones de amor fueron escritas pensando específicamente en mí. Increíble.
6. Una amiga me comentó que se iba al Maryland. Ajá, le respondí. Las pulsaciones de mi corazón latían un poquito más rápidamente cuando nos despedimos.
7. ¿Cuándo empiezan las vacaciones de otoño este año, mamá? Dentro de exactamente cincuenta y tres días, hijo. ¿Por qué?

jueves, 6 de septiembre de 2007

Lección

Cuando levantó la copa que estaba sobre la mesa y se la llevó a la boca, lo miré con atención, bebió y se le abrieron los ojos, entre rechazo y sorpresa. Ya iban varias veces que me lo pedía y siempre le contestaba que no estaba listo, que no era tiempo. Ese día, lo dejé, curiosa de ver su reacción.
-¡Mamá!
-Sobre todo no digas nada. Aguantate, es tu primera vez, no te puede gustar. La primera vez es torpe, es el encuentro. Puede ser memorable pero casi nunca es buena. Así para el vino, y para muchas más cosas, mijo, ésta es una bebida que se aprende a tomar. Se aprende, entendés.
-Pero, ¡mamá!
-Nada, ni una palabra. Tomate un otro sorbo, esta vez, cerrá los ojos. Qué te crees que así de sencillo, qué se hace como partiendo una naranja en dos y exprimiéndola, en un día. No, mi querido, el vino toma tiempo, años, ahora cerrá los ojos e imaginate las uvas en los viñedos, enfilados en un campo verde bañado por un vientito que viene del océano, acariciado por lluvias, el sol, los hombres trabajando, cuidándolas, imaginate las uvas creciendo, pensá que allá existen grandes variaciones de temperatura entre el día y la noche. Pero, ¡cerrá los ojos Guy!, transportáte, tenés que viajar hasta allá al sur, a Chile y saber que los veranos son secos, los inviernos fríos. ¿Ya estás? ¿Ves los cerros allá a los lejos? Ahora podés tragar. Guy, mirá el color, es ¿rojo?, ¿violeta?, ¿opaco?, ¿límpido?, son cosas que hablan de lo que estás tomando. Todo tiene su importancia. Poné tu nariz dentro de la copa, ¿olés algo dulce? Ahora dale vuelta al vino en la copa, un poco y olélo de nuevo, ¿ha cambiado? ¿No? Si tomás y dejás el vino sobre la lengua unos segundos, ¿te pica? ¿es como la pimienta? O quizás con un gustito a madera, o vegetal. Tomá menos, pero tomá mejor. En ese vino de la cepa Carmenere, hay algo de un gustito de moras, arándanos, tierra húmeda, frutas maduras, ¿sí? Ves como caen las gotas por la copa, también es algo que se mira. Hay que mirarlo, olerlo y tomarlo. Complicado, ¿no? Más se sabe de las cosas y más se las aprecia. Cuando empieces a tomar, a los veinte años, aprenderás sobre el equilibrio entre frescura, acidez, el cuerpo. No serás un poquito francés por nada.
-Pero mamá, dejame hablar por favor, papá ya me hizo probar, no es la primera vez, es sólo que este me gusta menos, es demasiado fuerte, me gustán más sedosos. Nada más. Uf.
- ¿Tomás vino con tu papá?
- No, tanto como tomar no. Me da a probar, un sorbo, a veces con un poco de agua, para que aprenda, me dice. Mamá, no me gusta, pero tampoco me desagrada.
-Ah, bueno, Guy, qué cosa. ¿O sea que no es tu primera vez?


domingo, 2 de septiembre de 2007

Lou Reed

[...]
Laurie se tristemente stai ascoltando

Sappi una cosa al di sopra di tutte le altre
Tu sei tutto ciò a cui ho veramente pensato
Mentre la TV rimbalzava le urla

I fiocchi di neve cinerei
Le sirene urlanti
Tutto ciò che desideravo eri tu da stringere
Corpi congelati nel tempo che spicca un salto
Uccelli in fuoco
Una cosa sto pensando
Laurie se tristemente stai ascoltando
Ti amo
Laurie se tristemente stai ascoltando
Ti amo

(Laurie, Sadly Listening)

sábado, 1 de septiembre de 2007

Todo es relativo

A los franceses les gusta salir a la calle a las cinco de la tarde, pasean, se saludan, compran, lo sé porque siempre que salgo a esa hora, mi hora preferida, qué cosa, me encuentro con la mitad del planeta. Sin embargo no deja de sorprenderme y pienso: qué hace toda esta gente fuera, ¡fuera todos, es mi hora!, la que me gusta a mí; por costumbre será, a esa hora se llenan las calles de mi pueblo y me sorprendo de que el desierto se haya en unos días apenas convertido en mar: Agosto fue tan tranquilo. Nadie de nadie en ninguna parte. Silencio y lluvia. En este momento están los germanois exaltados preparando la "rentrée", expresión francesa que significa la vuelta, y que marca el inicio del año escolar, de la entrada del otoño y sobre todo el fin del verano y de las vacaciones. Con ellos regresó el sol, aunque no el calor, ese no vino nunca, no importa, las adolescentes, ya no saben cómo mostrar el bronceado, desnudándose lo más posible, en el límite que permite los veinte grados de un Agosto extraño, frío y lluvioso. Pero claro los que fueron al mar... Límites que sólo la coquetería comprende. Todo es relativo. A los dieciocho tampoco a mí me hacía frío en pleno invierno canadiense cuando me ponía una mini para ir a bailar, hay cosas que no se explican.

Llegando a mi casa me encuentro con un huésped incongruente. Una cosquilla sobre el pie me hace mirar hacia bajo y veo, HORROR TOTAL, un ratón escapándose detrás de mi escritorio y esconderse. En menos de un cuarto de segundo estoy parada como una boluda sobre la silla pensando, ¿ahora qué hago por dios, todos los santos, y la misma virgen? Salgo disparando a la cocina y vuelvo con una escoba, tengo la firme intención de perseguir mi nuevo compañero y correrlo al jardín, de dónde probablemente viene y debe imperativamente volver, no es el bienvenido en mi casa; es más, mi mente escandalizada imagina en algunos minutos, múltiples pesadillas sobre la posibilidad que se escondan otros o que quizás exista una vida animal subterránea de la que yo no sepa nada, ay, qué angustia, qué asco, me siento completamente abandonada de todos, me odio por sentirme ignorante y cobarde, es la primerísima vez en mi vida que me pasa. Estoy pensando abandonar la casa. Sacar unos cuantos artículos de primera necesidad e irme, partir, cerrar la puerta y chau hermano. Adiós, ganaste ratón, es tuya, te la dejo. Pero no, me encierro en mi cuarto e intento pensar: ¿pensar?, ¡ni que nada!, lo único que consigo hacer es llamar por teléfono, solamente a gente fiable, de confianza, a las que puedo hacer una crisis de histeria sin perder la cara. Eso hago y cuando me calmo, retomo pose humana y responsable, solo entonces llamo a mis hijos. De repente hablando con ellos no tengo miedo, les explico que no es nada, un ratoncito de apenas unos centímetros, chicos: no comen a nadie, me río por teléfono, hago bromas, hablo de los elefantes que se esconden detrás de las margaritas cuando ven un ratón, me siento una gigante por unos segundos, bajo a la cocina y llena de seguridad busco al ratón. Cuando aparece de nuevo desorientado y perdido, lo pillo y lo tiro más allá del jardín, a la calle, para que no pueda nunca de nunca más volver. Me miro en el espejo y pienso, sí todo es relativo.

Cefaleas y catarsis

O como Antonioni me ayudó a controlar el dolor de cabeza.

Cerrando los ojos, recostada, recordé la última escena de Zabriskie Point, con guitarra de Pink Floyd incluida. De darle una representación visual al dolor no me ha curado sino que me sentí mucho mejor. Mucho. Una alegoría analgésica y catártica. Qué bien.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Magia

"The floods is threat'ning my very life today.

Gimme, gimme shelter or I'm gonna fade away

...

Love, sister, it's just a kiss away, it's just a kiss away

it's just a kiss away, it's just a kiss away

It's just a kiss away, it's just a kiss away "

Gimme Shelter, The Rolling Stones

El mundo está lleno de magia esperando tranquila, pacientemente, que nuestra inteligencia se afile. O quizás el mundo es la magia, ángeles y demonios confundidos, el yin el yan, el sí y el no, signos que aparecen y hablan, conversan llegándonos como poemas anónimos, así diría Julio Cortázar, el músico de las letras, y le dan sentido a la vida, al pasado y a lo que acontecerá; papeles volando por la calle, junto a las paredes, contando cuentos y haciendo aparecer hilos conductores, irrefutable prueba de que, en mi vida, magia y realidad se entrecruzan constantemente, sin drama, con naturalidad. No es una cuestión de creer o no creer, es así: yo puedo caminar sobre el agua. Viendo dos películas aparecieron casualidades fecundas que las volvieron fantásticas y llenaron de color mi mente: The Departed, (Los Infiltrados) de Martin Scorsese, y C.R.A.Z.Y., de Jean-Marc Vallée, dos historias distintas pero enlazadas por la música, protagonista indiscutible, paisaje cambiante que les da peso o, más bien, una modulación particular a las realidades que acompaña; conectadas también por la búsqueda de la identidad que describen, el bien y el mal, como en la película de Scorsese, un cuento-ópera tragicómico y brutal, quizás la más scorsesiana de sus películas recientes, violenta, sangrienta, descarada, con la mafia irlandesa en el Boston de los últimos treinta años; o en C.R.A.Z.Y., donde un joven, el cuarto de cinco hijos en una familia trabajadora de Montreal, se busca en el Québec de los setenta intentando definirse en un mundo que se transforma a una velocidad determinada por la "revolución tranquila"; su identidad, su patria, su sexualidad; están también la figura del padre y la música, siempre la música de fondo, con la filigrana de Patsy Cline, ¡ah!, Patsy, vínculo inocente en mi experiencia de espectadora maravillada por los efectos electrizantes de su presencia, su huella por la trama de dos películas que me gustaron. Hablemos de casualidades y diferencias.

Scorsese y Vallée empiezan sus películas con una voz en off, dos principios memorables: un juego de luz, penumbra y, por supuesto, música. La silueta y, sobre todo, la voz de Jack Nicholson (Frank Costello), un jefe de la mafia irlandesa del sur de Boston, marca el tono de la película de Scorsese: aquí no hay ni bien ni mal, o tal vez sí, creo que es una fabula moderna; “hablemos del poder, de la voluntad, de la fuerza, dice Costello, que seas policía o criminal es irrelevante frente a un revolver cargado”. Este “poema” empieza con la intención de provocar, se trata de un thriller policíaco que describe la doble vida de dos jóvenes infiltrados, uno en el mundo del crimen y el otro en el departamento de policía, con el propósito opuesto de atrapar y proteger a Costello, y, en esa simetría de intenciones, van perdiendo la noción de quienes son, el reconocimiento de su lugar y de sus identidades, manejados por el personaje de Nicholson, histriónico y maravilloso, auténtico eje del relato. Los paralelismos entre los dos jóvenes dan a la historia una nota de falso equilibrio. La voz de Costello habla desde la sombra de ese mundo escondido de los gángsteres, contrapunto de la vida cotidiana en las calles de Boston. Los Infiltrados es un poema épico urbano, duro, terso, espléndido. Una película en la que no es importante que los elementos sean verosímiles, dirigida y editada con un ritmo tan palpitante y loco que consigue un efecto de suspense intenso y que el espectador entre en ese mundo hechizado por la construcción de los personajes.

"I don't want to be a product of my environment. I want my environment to be a product of me. Years ago we had the church. That was only a way of saying - we had each other. The Knights of Columbus were real head-breakers; true guineas. They took over their piece of the city. Twenty years after an Irishman couldn't get a fucking job, we had the presidency. May he rest in peace. That's what the niggers don't realize. If I got one thing against the black chappies, it's this - no one gives it to you. You have to take it.

Vallée, por su parte, comienza CRAZY con la voz de Zachary, el personaje principal, narrando su propio nacimiento y, de nuevo, es un pasaje desde la oscuridad hasta la luz: el 25 de Diciembre de 1960, Zachary Beaulieu nace y muere. Los médicos lo reaniman, vivirá y para todos, en particular para su madre, mujer mojigata y cariñosa, Zachary será especial, un regalo de Dios, tendrá el don de curar, con solo concentrarse podrá detener las hemorragias, así lo creerán todos y por un tiempo también lo creerá él. Con una intensidad emocionante, la cámara captura en un plano opaco la conmoción de su llegada a la vida en un Montreal que está cambiando, secularizándose, entrando rápidamente en la modernidad que estuvo contenida por las instituciones religiosas. "Je veux juste être comme tout le monde", dice, pero Zachary será diferente.

El director de C.RA.Z.Y. dijo en una entrevista que solo hubiera podido ambientar su película en Québec, quizás también en Boston. Cuidado, no cualquier Boston sino la ciudad irlandesa, la católica, la trabajadora: la misma Boston donde se desarrolla la película de Scorsese. Las provocaciones contra las instituciones católicas se multiplican en ambas películas. En la de Scorsese, Nicholson/Costello se burla y respeta al mismo tiempo – es parte de su cultura-, de curas y monjas; en la de Vallée, lo religioso representa la nota mágica, la única poesía en esa película anclada en lo real, porque está relacionado con el cariño maternal y tiene el extraordinario poder de la subjetividad. Las escenas en la iglesia con el joven Zachary alucinando son musicales, surrealistas, una forma de escapar de la realidad opresiva.

Se canta en la iglesia, se canta en la casa, se canta todo el tiempo: al padre de los cinco varones Beaulieu, le encanta cantar. « Emmenez-moi jusqu’au bout de la terre, emmenez-moi au pays des lumières ». Todos los años se repite el momento en que el padre, un hombre de fuerte presencia, espectacular, fanático de Aznavour, cantará su canción para la familia. Más allá del tema de la diferencia, C.R.A.Z.Y. es fundamentalmente una historia de amor entre un padre y su hijo. Un hijo que intenta conquistar ese amor, y cuando cree haberlo perdido rompe su disco preferido, CRAZY de Patsy Cline.

"Worry

Why do I let myself worry

Wond’rin’

What in the world did I do"

Del mismo modo, el policía “infiltrado” que trabaja para Costello, al llamar por teléfono al gángster para darle informaciones, utiliza la contraseña Hi Dad, Hola papá. Frank Costello se ocupó de ese joven huérfano, pagó sus estudios, encauzó su porvenir. Es una relación interesada pero, al mismo tiempo, la única relación que tuvo Colin Sullivan (Matt Damon) con alguien que se pareciera a un padre. Un padre filosófico y burlón, cruel y poderoso. Siempre excesivo.

Ambas películas tienen diálogos ágiles, punzantes, irónicos, cáusticos, y aquí terminan las semejanzas. Las historias reflejan dos mundos distintos: la una el crecimiento íntimo y personal durante la infancia y la juventud; la otra es un cuento social y moralmente desmedido. La música ocupa un lugar privilegiado pero de forma diferente; en Scorsese, acompaña a la imagen, la embellece, concede un tono a la realidad social, Patsy Cline con Sweet Dreams crea la atmósfera, modula la imagen dándole relieve.

"Sweet dreams of you

Every night I go through

Why can't I forget you and start my life anew

Instead of having sweet dreams about you"

En CRAZY, Vallée la usa como protagonista, es una parte de la historia, las mismas canciones resuenan constantemente, forman parte del paisaje. Hay una escena involvidable donde un Zachary adolescente canta y baila en su habitación Space Oddity al unísono con la voz de David Bowie procedente de un disco; en ese momento su estado de ánimo es la música, con la que se funde en comunión unificadora. El trabajo de los directores es magnífico y el excelente criterio con el que usan la música constituye, indudablemente, una de las riquezas de las películas. Igualmente, fue la música la que las reunió en mi mente con una extraña mezcla de emociones, vitalidad y personajes. Y si es verdad que la música puede darle alas al pensamiento, era solo cuestión de, libre e imprevisiblemente, dejarse llevar por ella. Más le prestamos atención a las coincidencias y más se producen, ¿no?

Zachary Beaulieu en C.R.A.Z.Y.