(Snow, Orham Pamuk)
martes, 26 de diciembre de 2006
(Snow, Orham Pamuk)
miércoles, 20 de diciembre de 2006
J´suis partieeee....
Je reviendrai à Montréal
Dans un grand Bœing bleu de mer
J'ai besoin de revoir l'hiver
Et ses aurores boréales
J'ai besoin de cette lumière
Descendue droit du Labrador
Et qui fait neiger sur l'hiver
Des roses bleues, des roses d'or
Dans le silence de l'hiver
Je veux revoir ce lac étrange
Entre le crystal et le verre
Où viennent se poser des anges...
(Thibon et Charlebois)
martes, 19 de diciembre de 2006
Qué sepas

Chagua, me han contado que estabas mal hermano. ¿Qué te ha pasado? ¿Qué pasó?
Nunca pudimos hablar mirándonos a los ojos vos y yo, Chagua, desde hace mil años, desde que éramos chicos, chiquititos, será por esa tontería que tus padres y mis padres contaron y volvieron a contar cada vez que estaríamos juntos, a veces delante de gente, en todas las fiestas, mirá que fueron muchas durante muchísimos años, esa leyenda familiar que se difundió y provocaba risas y guiños, que nos horrorizaba. Porque siempre nos molestó Chaguá, aunque lo neguemos, en particular en esos años de la adolescencia, tan frágiles. Eso ya no tiene ninguna importancia, por supuesto, sin embargo hasta el día de hoy nuestras miradas son tímidas, la conversación farragosa, vale, no exagero, tampoco incómoda, sabemos que nunca logramos la intimidad. Vos y yo hubiéramos podido ser amigos, y nunca nos animamos. Unas palabras pronunciadas por mí a los tres nos alejó insidiosamente. Toda una vida, Chagua, cuántas veces habremos pasado tiempo en una cocina tu cuerpo alto agachado y concentrado sobre una mesa preparando las mejores empanadas del mundo, las que te enseño tu mamá y tu tía abuela y que conseguiste superar hasta volverlas arte. Cocinero. Te veo ahora, riéndote de lado, manos a la obra, haciendo bromas sobre mi papá, sobre todos los demás, cantando, ¡cómo te gusta cantar! o simplemente conversando. Hace poco me contó una amiga que cuando tenías dieciséis años eras el chico más hermoso del barrio, ¿sabías? Mis amigas venían a mi casa y se quedaban pasmadas cuando te veían llegar. Todas querían que te presente. Y yo me hacía la tonta. Si eras Chaguá. Qué locas. Miranos ahora, pelotudos grandes con varias vidas de por medio, cinco hijos en total, seguimos esquivando el cariño que hoy te digo, te lo digo mirándote a los ojos. Eras hermoso, por dentro y por fuera, y lo sigues siendo, aunque te quemes y te maltrates, aunque dirijas una violencia desesperada hacia vos mismo, aunque hayas elegido la muerte, una muerte lenta, interrumpida, recurrente que te aleja de todo y de todos. Ya, me dirás que no te importa, qué estás más allá de la vida. No sé, te podría gritar que no es verdad, pero no soy cura, ni médico, soy una chica que ha compartido tu cuna. De la vida ¿qué voy a saber yo? Uno tropieza todo el tiempo, pero ¿no te parece posible que se haya inventado caerse para poder volverse a levantar?, los desgraciados son los que no se caen. Abrir los ojos fue siempre mi antídoto contra la desesperación y la vida humana: su opuesto, sencillamente, humildemente. Chaguá, me han contado que estabas mal, y ahora quisiera que me lo digas vos a mí, mirándome a los ojos. Mirame bien en frente, te escucho.
jueves, 14 de diciembre de 2006
Dichos tucumanos, (intentando hacer un poema)
Callado, como loro recién comprado
(je t´aime tu sais)
lunes, 11 de diciembre de 2006
Chistes
En un comienzo fue el verbo
chiste bíblico
"Descubrimiento de América"
chiste precolombino
Refutación del Capitalismo
x Otto Marx y Fedeguico Engels
chiste alemán
Bombardeo de La Moneda
chiste metafísico
Asesinato de Manuel Rodríguez
Asesinato de los Hnos. Carrera
Asesinato de Pedro Juan y Diego Portales
imperdonables chistes policiales
Ay tormentos rabiosos:
si don Pedro de Valdivia resucitar
se volvería a morir ipso facto
Claro que el propio don Pedro
no lo hizo nada de peor tampoco
Paciencia!
Nicanor Parra
Se murió Pinochet impune, chiste democrático.
domingo, 10 de diciembre de 2006
sábado, 9 de diciembre de 2006
viernes, 8 de diciembre de 2006
Pochocla, ¿me lees? quinta entrega
-Hola, ¿querés tomar algo? Hay agua caliente, recién hervida
-No gracias. ¿Eres argentina?
-Ajá, pero vivo en Francia... es algo complicado. Y vos, ¿de dónde sos?
-Yo, aunque me confundan regularmente con francés, soy mexicano, soy de Puebla, bueno, es complicado también.
-Jajajajajaja, a ver, explicame.
-Nací en Chiapas, pero tengo tiempo en Puebla, allá estudio. Estoy en el DF buscando trabajo.
-Oh qué bien, ¡pero hoy es domingo!
-Sí, nos volvemos esta noche, hoy es día de paseo. Y tú ¿qué haces por aquí?
-Yo me estoy levantando como vos, y es temprano.
-Aquí llega mi padre que vino conmigo, te lo presento.
-Encantada, señores, ¿desayunamos?
Salgo de la pensión de los brazos de mis cómplices entusiastas. Me llevan. Me llevan en su día y sus recorridos. Me hablan, me cuidan, pero sobre todo me ubican, me muestran edificios, jardines, casas, capillas, mercados, me divierten, cuántas veces me habré echado a reír con sus cuentos, me explican la comida en los mercados, me la dan a probar, nos quedamos horas en los mercados, me fascinan, quiero saberlo todo, los nombres, los olores, los gustos, la bebida, se alegran de mis ganas de conocer y me explican las costumbres, me ayudan dándome las claves de la ciudad que me servirán hasta el último día, me entregan su México, me regalan sus voces, sus dichos, su forma de hablar, su historia. Me pasean y estamos contentos, felices de conocernos y charlar sin freno, quejarnos de la contaminación, de la multiplicación de autos, Óscar me dice que quiere un día ver al DF sin carros, por eso estudia gestión de la Ciudad, por eso se entrevistó con el Metro del DF, por eso trabajará allá mejorando los transportes públicos, malhablamos de los yanquis, del trabajo, de los políticos, las mujeres y los hombres, por supuesto que también rehacemos un poco el mundo, y hablamos de la vida que nos espera allá donde vivimos, de la familia, los proyectos, un poco de los sueños. Coyoacán, un barrio situado al sur fue nuestro primer destino: la casa de Frida, el mercado, la plaza, las iglesias, sus calles, sus flores, su gente, luego al norte norte: la basílica de Guadalupe, las iglesias, la vieja, la nueva, los mexicanos de rodillas, ferviertes, nunca he visto a pueblo más católico de mi vida, un catolicismo vivido con el corazón, la cabeza y el cuerpo, vehemente, un pollo asado, un café, un pastel para Sergio, otro café para Inés, el centro, el Zócalo, Bellas Artes, los monumentos, la gente, la energía de ese pueblo que no para, los negocios, todo a pie, Óscar saca fotos, Sergio comenta, ninguno de los tres nos cansamos, caminamos diez u once horas ese día de sol y calorcito rico de otoño, tomamos el metro, peceros, a penas un poco, cuestión de atravesar largas arterias de la ciudad. Regresamos a la pensión, nos despedimos con abrazos y besos, me quieren llevar a Puebla, pero les tengo que decir que no. No puedo salir de la capital, "por suerte no necesitas salir, el DF es autosuficiente" me dice Óscar, mañana me toca solucionar mi problema de pasaporte. Salgo a comer de noche sola con mi cansancio y buen humor, me como un plato enorme de chilaquiles rojos, mis preferidos, tomo mi primera cerveza en México, vuelvo satisfecha con el domingo, con el paseo, con los mexicanos guapos corredores de maratón y maestros en planificación urbana. Se me ocurre en un momento metiéndome en la cama que si actualizo mi pasaporte, acepto la invitación me voy a Puebla y chau hermano, dicen que es tan bonito.
jueves, 7 de diciembre de 2006
Nicanor Parra
Un poco de humor para mi viajero solitario
VIVA LA CORDILLERA DE LOS ANDES
Tengo unas ganas locas de gritar
Viva la Cordillera de los Andes
Muera la Cordillera de la Costa.
La razón ni siquiera la sospecho
Pero no puedo más:
¡Viva la Cordillera de los Andes!
¡Muera la Cordillera de la Costa!
Hace cuarenta años
Que quería romper el horizonte,
Ir más allá de mis propias narices,
Pero no me atrevía.
Ahora no señores
Se terminaron las contemplaciones:
¡Viva la Cordillera de los Andes!
¡Muera la Cordillera de la Costa!
¿Oyeron lo que dije?
¡Se terminaron las contemplaciones!
¡Viva la Cordillera de los Andes!
¡Muera la Cordillera de la Costa!
Claro que no respondo
Si se me cortan las cuerdas vocales
(En un caso como éste
Es bastante probable que se corten)
Bueno, si se me cortan
Quiere decir que no tengo remedio
Que se perdió la última esperanza.
Yo soy un mercader
Indiferente a las puestas de sol
Un profesor de pantalones verdes
Que se deshace en gotas de rocío
Un pequeño burgués es lo que soy
¡Qué me importan a mí los arreboles!
Sin embargo me subo a los balcones
Para gritar a todo lo que doy
¡Viva la Cordillera de los Andes!
¡¡Muera la Cordillera de la Costa!!
Perdonadme si pierdo la razón
En el jardín de la naturaleza
Pero debo gritar hasta morir
¡¡Viva la Cordillera de los Andes!!
¡¡¡Muera la Cordillera de la Costa!!!
sábado, 2 de diciembre de 2006
Paulina, ¿ya que insistes?
Salí de la fonda y me puse a caminar desorientada pero feliz; una señora en un patio tomaba té y me vio perdida. Me invitó a sentarme, sin decir mucho, solo saludos y una calma que me transmitió. ¿Estás buscando algo? "Sí, le respondí, Internet". "Acá al lado, en la papelería, hay una máquina, luego te llevo, ven a sentarte, toma un té". Tenía al lado de su silla un altar lleno de flores, comida, calaveras, botella de tequila, semillas, frutas. Me siento a su lado y tomo mi té. Le pregunto, "¿por qué la tequila?" "Porque mi muerto tomaba, y la necesitará, hace poco se murió, me dice, para irse para allá, la necesitará. Fuimos campesinos hasta que desapareció el campo. La ciudad lo comió". Me quedo callada mirando su altar. Estoy emocionada. Siento presencias. Me toma la mano, me la sujeta un momento largo y me dice que mis hijos me necesitan, que estoy equivocada. "¿Equivocada por qué?" "Umm, yo lo sé, tú sigue tu camino, pero tu lugar no está aquí, está allá, ya te darás cuenta". Sí mi vida está allá pero en ese momento miro su cara arrugada de vida y penas, y le agradezco el té, no quiero entender, estoy en un estado de superviviencia absoluto. "Eres una buena mujer. Piensa en mí cuando vuelvas". Sí, le susurré, "gracias señora, su patio está muy bonito. Qué tenga un lindo día". "Piensa en mí," me repitió, "me llamo Juana, y soy abuela diez veces. Algo sé de la vida". LLega un niño y me lleva al Internet.
Estoy en un taxi re chingón, uno pequeño verde, seguro, y veloz. Me está llevando a la zona rosa. El taxista me habla y yo le cuento mis desventuras. Estoy de buen humor y quiero ser divertida: le cuento con muchos detalles el aeropuerto de Dallas, la actitud de los americanos. Imito mis oficiales preferidos. Se ríe y se ríe. "No puede ser", murmura, "no puede ser"... Estamos conversando de lo más bien cuando entramos a la zona rosa, damos vueltas, este hombre que afirmaba conocerse a la ciudad de México como ninguno, no encuentra la calle y me deja sobre Insurgentes. Me ayuda a bajar los bolsos, me dice: "Por aquí debe estar su calle, perdone, no sé. No la encuentro". "No se preocupe soy desenvuelta, ya encontraré la pensión". ¿Qué remedio? El taxista se despide diciendo que soy algo bruja. Qué no crea que tuve mala suerte, es todo lo contrario me dice. Bueh, puede ser pero ese sábado por la tarde tuve que ir a varias pensiones antes de encontrar una que no esté llena. En este viaje no me saldrá nada fácilmente, una guerra sin tregua. Le Havre, calle Le Havre y Londres. Tiene lugar. Suspiro aliviada. Un chico me muestra la recámara, tiene cama, ducha, ya se sabe, para mí suficiente. Dejo mi puto bolso, mi muy maldita mochila. Ya son las siete de la tarde, tengo ganas de caminar, caminar, caminar. Me recorro la zona rosa de arriba abajo, me camino sus calles con ganas, con empeño, es mi carácter. Comienzo por la Glorieta. Me gusta. Me gustan lo bares, las tiendas, los kioskos, los restaurantes americanizados, los restaurantes para turistas con su personal en la vereda llamando al cliente, los chicos ruidosos, gritando y macaneando por la calle, las peluquerías, la comida por la calle, olores varios y deliciosos, la gente apurada, los jóvenes con gel en el pelo, todos iguales, camiseta negra y jeans, las chicas maquilladas caminando con tacos altos, coquetas, mujeres, los músicos ambulantes, la tonada mexicana, me gusta todo. Es más, me parece familiar y cercano. En el camino las cabinas telefónicas me obsecionan, durante toda mi estadía harán parte de mi paisaje. En cada esquina hay una, las conozco, sé cuando funcionan cuando no, las intuyo. Mojones de mi camino, no puedo resistir al deseo de dejar mensaje, es ya casi un ritual, mi mano se posa sobre el bolsillo trasero de mis vaqueros, saco la tarjeta, uso la tarjeta, qué fácil me resulta, la voz del operador diciendo, "a partir del cuatro de noviembre, para marcar un número larga distancia tendrá que componer el 045. Buzón Telcel, la llamada se cobrará al terminar los tonos siguientes". Clic. Vuelvo a las diez. Estoy tan necesitada de sueño. La cama es demasiado grande, una piscina. Me quedo dormida antes de que mi cabeza llegue a la almohada. Respiro y sueño.
domingo, 26 de noviembre de 2006
viernes, 24 de noviembre de 2006
¡Paulina!, tercera entrega
No he comido en veinticuatro horas, no he tomado café, he dormido tres horas en dos días, me voy a la gran ciudad, y todavía no sé donde iré a parar. Estoy en el camión en dirección del DF. ¡Epa, manejan rápidamente en México! Las calles al mediodía están llenas de gente, autos, comerciantes, mujeres hombres niños, trabajadores, jóvenes, soy la única que no sabe adonde va. Todos van a alguna parte. Se les nota en la cara. Tienen dirección. Las mismas calles de anoche, es que me conozco a Toluca ahora, ya tengo experiencia mexicana, qué contraste. Veo que al lado del motel había un centro comercial y sospecho que hubiera encontrado Internet y café, desayuno, hubiera podido pensar un momento antes de irme a no sé dónde. Pero no, estoy ahorita instalada en frente de una pantalla de televisión en un camión mexicano, con chicos jugando al béisbol encima de mi cabeza y ángeles ayudándolos a ganar el partido. Sigo en ruta.
Observatorio, los pasajeros bajan, y yo, claro, los sigo. Pasamos por un mercado, y siguiendo a los mexicanos apurados y seguros, entro en el metro. Hay tanta gente que no se distingue la estación, una mar de gente, paso por una puerta, hasta ahí estoy segura, después me pierdo entre brazos, bolsos y ruido. Busco tarjeta, compro tarjeta, llamo por teléfono público entre un hombre que grita y una mujer que llora. Joder. No oigo nada. Del mercado instalado en la puerta del metro llega música fuerte, disonante, varios discos juntos, una cacofonía con guitarras y ritmos pop fuertes, tan fuertes que casi no oigo que esta vez el teléfono suena y contestan. Hablo, al fin... Tendré ese día la única verdadera conversación con mi amigo. Tierna y afligida. Un verdadero contacto. "¿Cuando vuelves?", pregunto, "en cuanto pueda", me dice. Se me acaba el saldo. En el tren con el bolso entre las piernas me dirijo al centro de la ciudad. Estamos amontonados a la hora de comer, mucha gente entra y sale del vagón, no se puede respirar. No hace calor sino que tampoco hay aire. Al punto de desmayarme de cansancio y hambre salgo a la calle, camino respirando hondo. Sé que estoy cerca del centro. No aguantaba más. A mi izquierda veo un restaurante pequeño y sencillo, no es restaurante, es comedor, bar, no sé, son unas mesas bien puestas con manteles colorados limpios y un cocinero jovial. La moza tiene una linda sonrisa. Dice un cartel: "Entrada, arroz, milanesa, postre, 28 pesos". Apenas tengo tiempo de sentarme y sin haber pedido nada que ya me están trayendo una sopa, sopa de tacos, arroz solo, milanesa con papas. Y mientras como me pongo a llorar. Me siento algo tonta pero no lo controlo. Sollozo sobre mi plato sin poder retener mis lágrimas. Lloro de felicidad, de cansancio, de los nervios, agradecida por esta comida que es más que rica, deliciosa, que entra en mi cuerpo regresándome a la vida. La verdadera vida, la de el aquí y hoy. El olor, el sabor, las caras del cocinero y su empleada, mirándome sorprendidos, inquietos también, todo veo y siento entre lágrimas. Pero no me importa. Murmuro: "no se preocupen, lloro porque he llegado. Después de un largo viaje, acabo de llegar a México."
miércoles, 22 de noviembre de 2006
Manifestación en el zócalo de la ciudad de México (2 de nov. 2006)
domingo, 19 de noviembre de 2006
¿Poli? ¿Sigo?
...
"En las sombras de la noche,
...
"¿Es tu novio? No, ¿tu enamorado? No, no, ¿tu amante? ¿galán? ¿pretendiente?" "No, Gloria no". "Entonces, ¿qué? ¿Por qué no está?" "He llegado muy tarde. No sé". En serio, no lo sé. ¿Cómo te gusta México? "¿México?" Bajo los ojos y examino mis botas negras sucias por la tierra de la calle. "Recién llego, contesto, México: sos vos, y sos linda y simpática". "Sabes, soy actriz, trabajo en una novela de televisión en el DF, también hago modelaje pero prefiero ser actriz", me cuenta. No me cabe la menor duda. Es hermosa, es viva. Me hace un montón de preguntas sobre París. Me levanto. No doy más. Todos me miran. Gloria insiste en presentarme a sus amigos. Me ayudan con la mochila, el bolso. "Quédate en mi casa, o en la casa de mi amiga. Mañana te llevo donde quieras y lo arreglamos todo". "Te lo agradezco mucho, pero me voy a un hotel, no te preocupes, gracias mil veces, pero me las arreglaré yo. Además, si algún día vas a París..." ¿Estás segura que no te quieres quedar con nosotros? "Sí, por favor, has sido verdaderamente amable."
jueves, 16 de noviembre de 2006
Paulina, la primera parte
Dallas International Airport, USA
-Miss, could you please follow me.
-¿Habla español?
-Sígame por favor
-¿Dónde me lleva? ¿Juan? Se llama Juan.
-Sí. Dentro de un momento un oficial se ocupará de usted.
-¿Qué pasa? Suelteme el brazo.
-Entre aquí, ya la atendemos.
-Tengo una conexión a México dentro de veinte minutos, la estoy perdiendo ¿no? Dígame, Juan, ¿qué voy a hacer?
-Por favor, entre y siéntase, ya dentro de un momento nos ocuparemos de usted.
-Espere, tengo que hacer una llamada
-No puede hacerla, señorita.
-¿Cómo?
Barbara (US American Federal Immigration Officer), no veo su appellido, no tienen apellidos los americanos, la observo sentada a unos metros de mí, debe tener diez años menos que yo, parece incómoda en su uniforme azul oscuro, sus formas de mujer latina demasiado ajustadas en ese corsé oficial, se rasca la cara, tiene unos ojos negros profundos, ¿será de origen mexicano? pasa a la computadora con dos dedos rápidamente la entrevista que me hizo, me mira de vez en cuando con simpatía, estamos juntas desde hace seis horas, tengo hambre, quiero ir al baño, quiero hablar por teléfono, hizo todo lo que pudo para ayudarme, la multa, no puede evitarlo, el papel que firmo: "ilegal". Me quiere poner en el próximo vuelo a la ciudad de México. Faltan mis huellas digitales, me aprieta cada dedo concienzudamente y ya, podré salir. Vi desfilar a tanta gente, con pasaportes sospechosos, visas vencidas, y otros problemas. Mucha gente. ¿Está más tranquila? Sé que quiere sonreír y no se anima. Más que nerviosa estoy cansada, ya es muy tarde para mí, nunca imaginé este retraso inesperado. Le digo: sí menos nerviosa. Póngame en ese avión y estaré bien. La verdad es que estoy preocupada, llegaré a México a la una y pico de la mañana. Y yo sin conocer, sin saber, sin haber dormido, con el bolso amarillo, pesado, mi mochila, la cartera. Bah, pienso, no te angusties antes de tiempo, ya verás cuando llegues. Llegar.
Aeropuerto Lic. Benito Juárez, cd de México, DF. MEX.
No creo en la suerte, no, creo sí, en la mirada de ese taxista prendida a la mía en el retrovisor, al que hablé despacio contándole mi situación, negociando precios, ¿me lleva a Observatorio? "No, no puedo dejarla allá hay mucho peligro, ¿dónde vamos? "La llevo". Después, él poco a poco, hablándome a mí de su vida, Carlos, es abuelo de un chiquito hermoso desde hace unas semanas, se alegra al hablarme de su nieto, y yo oigo su voz mexicana, viendo desfilar las calles brumosas del DF, "ha llovido", constaté, "desde las cuatro señorita, sí mucho." ¿Qué día es?", le pregunto, me siento desorientada, "toda mi familia vive en los EEUU" me comenta, y "por qué no se va", dejo caer con poca convicción: "porque acá, me di cuenta, soy libre". Me callo, libre, me dice, sí, yo me siento más libre en México, más libre que en Francia, EEUU, con toda la ciudad del DF que se estira bajo mis pies, pero mi libertad es otra, es interna, no puedo comentarle, lo miro y lo escucho mientras subimos y subimos, una colina tortuosa y linda al oeste, cada vez más verde y oscura, y detrás del taxi, vibran las luces de la capital, me doy vuelta y diviso la inmesidad de la capital mexicana estirarse al infinito en la noche fría de ese fin de mes de octubre. "Oh qué verde, ¿dónde estamos?, parecen bosques", "Toluca, ahorita llegamos, acá hace frío, ¿trae abrigo?, "ajá sí traigo de todo". Tengo el número del edificio errado, el teléfono suena y suena y nadie contesta. Son las tres y media de la mañana, casi casi he llegado. Falta poco. Quiero dormir. Atiende, pienso, anda.
domingo, 12 de noviembre de 2006
My what a good day for a walk outside!
jueves, 9 de noviembre de 2006
Colonia la Condesa, DF, ciudad de México, el 5 de noviembre de 2006. En un café ruidoso.
(Piropos)
-¿No tomas mezcal?
-En realidad no soporto el alcohol.
-¿Cómo es eso?
-Mi abuela era japonesa
-¡Oh! japonesa, lo del enzima, ¿crees?
-Ajá, puede ser.
-Mirándote, con el mezcal ayudando, sí puedo ver que sos japonés.
-No te burles. Te lo aseguro, y, mi bella amiga, mi abuelo era francés.
-Ya me estás presumiendo. Tenés la barba roja.
-Del lado paterno, mi abuelo era español, mexicano español.
-Ya, qué interesante: o sea que sos un mexicano típico.
-Que las apariencias no te engañen, estás con un mexicano tomando mucho mezcal, tucumana. Y si sigues tomando así, tendré que llevarte a mi casa, sobre el hombro, ya te están brillando los ojos. Los tienes pícaros. Cuidado.
-Ah, sabes, sé tomar, sé cuando tengo que parar.
-Eso dicen hasta que se pasan, mejor, mejor, ya, ves, te estás acercando.
-Me estoy acercando porque no te oigo con tanto ruido. ¡Cómo gritan estos chicos! Siempre cantando ustedes, ¿no?
-Dentro de un ratito no oirás nada. Y tendremos una loca noche de pasión. Ya vas a ver.
-Me haces reír, mexicano, no creas que sea tan fácil. Aguanto bastante. Ya te voy a impresionar cuando salga de aquí marchando derechito.
-Ya lo haces, tienes una belleza inteligente, Inés.
-Sos el segundo mexicano que me dice eso, será un código para algo. Qué significa. No. No respondas. Me quedo con el piropo y ya.
-¿Qué hacemos entonces?, ¿otro?
-Órale, mexicano guapo, otro.
sábado, 28 de octubre de 2006
viernes, 20 de octubre de 2006
Allá
Abrí un ojo, abrí el otro, había algo extraño en la habitación, una luz inhabitual. Una luz que yo conozco de otro lugar, una luminosidad que al reconocerla me señaló que había pasado algo durante la noche. Y ese acontecer yo sabía qué era. Erguí el cuerpo hasta mirar por la ventana, mi cama da contra la ventana, y afuera todo estaba claro, resplandecía de esa luz increíble que da la nieve cuando se ha asentado sobre el pasto del jardín, sobre cada rama de mi cerezo hermoso, cada hoja del laurel que rodea la terracita. Todo estaba cubierto de una manta pulcra y bella, impecablemente blanca y resplandeciente. Todo brillaba. Esa luz la conozco. Anoche hubo una nevada generosa, y esta mañana me sentí rara. Ya van varios días nevando pero siempre bajo el cielo parisino, gris, triste y bajo, que moja; nevada que no se posa, se derrite como agua sucia... Esas nevadas, son las francesas, sin embargo la de anoche viene de otro lugar. Los copos revolteaban esta mañana, y me vinieron unas ganas irreprimibles de salir, así que me he vestido como me solía vestir allá: concienzudamente, no como aquí, apenas un tapado mal cerrado, no allá hay que vestirse en serio, cerrando cada botón, con medias gruesas, con suéter caliente, con botas. He respirado profundamente, he inhalado recuerdos y sensaciones de otros tiempos, la garganta cerrada por la emoción, tiempos menos complicados, más concretos, fue como si me hubieran mandado en una máquina del tiempo a otro lugar, a esa cuidad que se prende y refulge con cada nevada tempranito, que conozco tan bien que podría dibujarla, mis dedos hundiéndose en la nieve. Me he vuelto a sentir niña de repente, y adolescente o más bien joven todo al mismo tiempo, he caminado rápidamente con el olor de la nieve embriagándome y haciendo perder el poco de sentido de la orientación que tengo. Me sentí muy bien. Como si estuviera en mi elemento natural. De vuelta a "casa" después de una jornada larga y cansada. Me di cuenta que la nieve forma parte de mi ser. De mi recuerdos. De mi historia. De lo que soy. Caminando sobre la nieve, he reconocido el ruido de mis pasos, ruido al que echaba de menos. Ahora me doy cuenta. Sensaciones de un más allá que me alcanzaron en un instante. No sé explicarlo, fue algo extraño y doloroso. Me di cuenta hoy que no estaba en casa. Esa nevada tan bella, y que será efímera, nunca dura en Paris me transportó lejos y volvió a traerme aquí a este jardín tan blanco, hoy, tan extraño y tan afín.
domingo, 15 de octubre de 2006
Noche
And make out like I dont understand them
You know what they say
They say, daddy you're a fool to cry
You're a fool to cry
You're a fool to cry
And it makes me wonder why.
Im a fool baby
Im a fool baby
Im a certified fool, now
I want to tell ya
Gotta tell ya, baby
Im a fool baby
Im a fool baby
Certified fool for ya, mama, come on
Im a fool
Im a fool
Im a fool ...
The Rollings
jueves, 12 de octubre de 2006
Probabilidades
lunes, 9 de octubre de 2006
Nota y humor (Liniers)
martes, 3 de octubre de 2006

The smell of white paper is like the scent of skin of a new lover who has just paid a surprise visit out of a rainy garden. "And the black ink is like lacquered hair. And the quill? Well, the quill is like that instrument of pleasure whose purpose is never in doubt but whose surprising efficiency one always, always forgets."
The Pillow Book, Peter Greenaway (1996)
Puede que escribir sea un acto sexual.
domingo, 1 de octubre de 2006
Sos un tango, nene, sos todo un tango en mi vida.
Proyecto Gotan... desde el Koxmoz para el mundo... sí, soy yo… y la voz de mi pensamiento...mis pensamientos... pensamientos del corazón.
Cómo es la clave, cuál el secreto? Para estar en paz por completo, dos pies en la tierra y un relato desde hace rato me tienen sujeto. El mundo es mi suelo, el cielo mi techo, Buenos Aires donde cosecho mis anhelos y mis pasiones, pero solo hay vacío y no estoy satisfecho.
Si hablo de amor... sé que la extraño, de mis actos en vida soy dueño, pero me calla el dolor por el daño, es como un sueño dentro de otro sueño. Apuesto a pleno pero de callado, cada uno en la suya, yo ando rayado, sigo esperando sentado... que esta vez el destino no me deje plantado... que no me deje plantado... no nena.
Escuchame bien... no es chamuyo...es amor.
(Chili Parker)
Me la batió un gomía che, la culpa no fue mía, de amor yo no sé nada, lo mío es la astronomía, vos sabías bien que yo era un mamarracho, vos lo sabias bien...soy un borracho. Así que ya no me reclames, no me esperes flaca ya no me llames, todos lo saben prefiero ser MC, hasta el farolito de la calle en que nací. Tengo una balada para un loco, que la compuse yo, para mí, porque estoy loco, y eso me provocó que en vos pensase, y así un poema nace. Los más hábiles dejamos pasar los abriles, inmóviles para no quedar como giles, así ya no me enamoro de nuevo... así ya no me enamoro de vos de nuevo.
(Apolo Novax)
Pensamientos del corazón … son mi confesión..."¿qué?"... tampoco mi inspiración.
Pensamientos del corazón … son mi confesión..."que sé yo, pero sé que no es chamuyo"... tampoco mi inspiración. ( Bis X2)
(Chili Parker)
... y es así, todos tropezamos con la misma piedra.
(Apolo Novax)
No es chamuyo...es amor.
Gotan project, Confesión
lunes, 25 de septiembre de 2006
Le lit impossible. (Imagen de Marcel Duchamp)

domingo, 24 de septiembre de 2006
Preguntas del domingo
martes, 19 de septiembre de 2006
Dos tucumanos en París
-Te aseguro que la plaza Sta Marta queda por aquí, estamos cerca.
-¿Estás segura que existe?
- Sí, sí, es aquí nomás, pero no entiendo porque no la veo.
-Tranquila Inés, todo bien, tenemos tiempo.
Y meta a recorrer las calles parisinas, bellísimas siempre, de centro a este, de este a norte, creo, ya ni sé, al principio con sol y despreocupación, conversando alegres, mi amigo y yo; me gusta tanto cuando vienen a visitarme, así me hago la parisina bacana, la que debiera conocer. Al comenzar el paseo estuvimos siguiendo unos enormes camiones que echaban música electrónica y un montón de chicos bailando alrededor, camiones que se seguían a poca distancia con músicas discordantes, atronadoras, y mucho buen humor. Un París de fiesta, un sábado, una fiesta extraña, no me pregunten por qué, no sé.
-Perdone señor, ¿sabe dónde queda la Plaza Sta Marta?
-No, nunca la he sentido hablar.
(dando vuelta la cara hacia mi amigo)
-No me mires así, te juro que existe, yo ya fui dos veces, es cuadrada, tiene un café en una esquina, simpática, divina, comeremos rico, ¿estás con hambre?
-Es que ya es tarde.
-Uy, estás con hambre, ya, ya mismo llegamos, ya verás. Por algún lugar debe estar. ¡Oh! el canal, sí que estamos cerca. Ya, falta poco.
Mil veces miramos los planos, preguntamos, anduvimos de acá para allá, les podría decir cuanto tiempo caminamos pero me da un poco de vergüenza, hicimos tantos kilómetros que ya no quedó más que un momento para comer antes del espectáculo que estaba, claro, del otro lado del mundo, allá al sur oeste de París. Y nosotros sin ver siquiera la plaza.
-Perdona, no sé, es como si hubiera desaparecido. Parece un chiste de mal gusto. Tenemos que irnos.
-En cuanto llegue a casa la encontraré con el Google Earth.
¿Google Earth? A eso tienen que resolver mis amigos cuando vienen a visitarme en París. Pobre de mí. Les cuento llegamos a hora al espectáculo, por suerte. A la hora justa, en punto. Sí, bueno, no comment.
lunes, 18 de septiembre de 2006
domingo, 17 de septiembre de 2006
Panam, Panam toujours Panam



« ...Un refrain courait dans la rue,
Bousculant les passants,
Qui s'faufilait dans la cohue
D'un p'tit air engageant.
Les gens sur son passage,
Se regardaient l'air surpris,
Cessaient leurs bavardages :
"Quel est donc ce malappris ?"
Oui, mais l'air était entraînant
Et les mots engageants
Et surtout, il y avait dedans
Du rire à bout portant... »
Piaf
jueves, 7 de septiembre de 2006
miércoles, 6 de septiembre de 2006
Descubriendo Nunca Jamás
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Crónica de fin de verano
viernes, 1 de septiembre de 2006
lunes, 28 de agosto de 2006
De qué color era el caballo verde de...

Pero así es la vida, en el momento en que me levanto, me llamas, y te ríes, qué linda es tu risa amiga, y te cuento que de no haber hablado con nadie, estoy hablando con dos, ¿la ley de quién era ésa?, con tu risa y Carlos, bajamos unos escalones, y no te digo que el viejo empieza a toquetearme, los brazos, me los palpa, los agarra, quiere poner su brazo alrededor de mi cadera, se arrima, eh eh, le digo, no me toque Carlos o no hay café, guarde sus distancias. ¿Qué está haciendo? ¿Le gustaría irse de viaje conmigo? me pregunta. Es que estoy de viaje, Carlos, este es mi viaje. Me siento, la valija sobre mí, muy lejos de mi viejo verde, verde los árboles, verde los lagartos, los pavos reales del parque, tomamos un café, casi callados y Carlos desaparece tan rápidamente como llegó, y yo me río por dentro, no por cierto no les sienta bien el sol a los ovetenses, con tanto verde tanto verde ya me parecía raro a mí. Falta de costumbre.
viernes, 25 de agosto de 2006
Fuegos artificiales en Versailles

Acumulando explicaciones

Voyager: c'est naître et mourir à chaque instant
V. Hugo (Les misérables)
Tout est permis en dedans
Céline (Voyage au bout de la nuit)
jueves, 24 de agosto de 2006
domingo, 20 de agosto de 2006
La redención de Tsotsi

Los actores siempre logran mantener el tono justo, son magníficos, Tsotsi, - (Presley Chweneyagae), Miriam - (Terry Pheto), Butcher - (Zenzo Ngqobe) un psicópata perfecto, Boston - (Mothusi Magano), el intelectual, Die Aap - (Kenneth Nkosi) el amigo de infancia y Zola que también firma parte de la banda sonora de la película.
miércoles, 16 de agosto de 2006
Besos con sal (Joaquín Sabina)



Tus pies bailan un tango con mi pasado,
tus cejas son las rejas de una prisión,
tus labios son el fuego por duplicado,
tu olvido es un descuido de mi pasión.
Tu cuello es una rama para colgarse,
tu mente un crucigrama por descifrar,
tu ombligo anda buscando por donde ocultarse,
tu boca es un milagro de la humedad.
Tus ojos son dos gatos por los tejados,
tu nuca un callejón al oscurecer,
tu pelo es el más negro de los pecados,
tus dientes son agentes de Lucifer.
Hembra y señora
que cada hora
cambia de piel,
golfa y decente
dulce serpiente
de cascabel,
flor de alquitrán,
lluvia que llueve,
besos con sal.
Tu lengua sale en todas mis pesadillas,
tus uñas acribillan mi corazón,
tus pechos dicen que eres una chiquilla,
tus muslos saben que eres mi perdición.
Tu piel es una patria para mis manos,
tu vientre un desayuno con vino y pan,
por tu cintura sale el sol más temprano
y se mueve el verano cuando te vas.
Tu pubis es un delta de agua salada,
tu falda… la más corta de Chamberí,
tu risa es una lágrima equivocada,
tu cama se inventó para no dormir.
viernes, 11 de agosto de 2006
Beso (copiado casi completamente de Juan Manuel Aragón)
Gracias Juan Manuel, por escribir tan bien... perdona haberte robado esto y haberlo transformado... Es tan lindo que ahora es mío.. Si no me perdonás vení a París y te dejo que me retes mucho mucho. Hazme el favor.
viernes, 28 de julio de 2006
Ojalá
Federico Nietzsche
sábado, 22 de julio de 2006
viernes, 21 de julio de 2006
jueves, 20 de julio de 2006
Uno de Charles Bukowski
he sat naked and drunk in a room of summer
night, running the blade of the knife
under his fingernails, smiling, thinking
of all the letters he had received
telling him that
the way he lived and wrote about
that--
it had kept them going when
all seemed
truly
hopeless.
putting the blade on the table, he
flicked it with a finger
and it whirled
in a flashing circle
under the light.
who the hell is going to save
me? he
thought.
as the knife stopped spinning
the answer came:
you're going to have to
save yourself.
still smiling,
a: he lit a
cigarette
b: he poured
another
drink
c: gave the blade
another
spin.
(extracto de The Last Night of the Earth Poems)
Culpa
martes, 18 de julio de 2006
Reflexiones del ángel



(fotos de Asturias)
SUICIDIO EN LAS OLAS de Rosa Trápaga.
Hoy he vuelto, suicida, a mi esquina del altísimo acantilado para fundirme oscilando entre las olas, allí abajo, en la profundidad del abismo. Esas olas, caricias de mi alma, silenciosas — ¡está tan alto!, ¿cuánto tardaría en caer?— que me reconocen, —¡soy yo! les grito desde nuestra distancia insonora— y se me ofrecen dibujando en la arena un abrazo blanco y burbujeante de sal y de algas. Ofrezco mis brazos, manos abiertas al abismo, las olas me llevan al mar y el mar, mi amante secreto, atrapa mi piel cansada con sus manos inexpertas, ven. Me llama, ven, ven… Me envuelve en sus brazos, mi mar, y entonces la soledad se hace tumulto —gotas infinitas, informes—, el dolor se diluye en la sal, efervescente, la vida adquiere sentido en la liquidez del agua, móvil, sorprendente. Inesperada.
Me preño de mar, avanzo imparable hacia la orilla, final renovable, y vuelta al mar, orgasmo de mar en mis pliegues confiados, vaivén de alivio, mezcla de sales —su agua y mis lágrimas— para volver a formarme en un renovado renacer y avanzar hacia la orilla acabándome en el rastro de humedad de cada gota —final interminable— y vuelta al mar, ven. Ven, ven, ven… En el romance carnal que el mar y yo mantenemos desde siempre, mi imposible entrega se disuelve en la efervescencia de sus aguas: frías, suaves y traidoras, cálidas, turbulentas y pacíficas y agresivas, y azules y verdes y grises. En el vacío del horizonte el mar me toma, y yo… aún me daría más.
La voz, sólo palabras, del hombre que me acompaña —a mi lado, pero tan lejos— me despierta al frío de la brisa del mar abierto, pies con pies sobre el suelo rígidamente pétreo y duro. Sus dedos sólidos se enredan torpemente en mi melena alborotada y colocan cada cabello convenientemente sobre los hombros, en su sitio, alineados, alisados, planchados, planos. Me ofrece en su abrazo un susurro de deseo, choque de cuerpos, con el que pretende rescatarme del naufragio. Nuestras bocas se buscan y mis dedos temblorosos desenredan los mechones de sentimientos y los colocan con cuidado en la piel adentro: ordenados, precavidos, cautelosos, controlados. En la complicidad del prematuro anochecer de una tarde de Enero me dejo oscilar entre sus manos expertas, caricias de mi piel, sin ofrecer mis brazos, inerte.
Mi soledad se queda sola, el dolor toma su sitio, la vida pierde sentido, me preño de nada. Mi amante toma mi humedad, charco solitario en la inmensidad del desierto, y yo… aún me daría menos.
Por eso sé que volveré; al suicidio de las olas volveré siempre. Para no dejarme morir.
Gracias amiga por tu Oviedo.
sábado, 8 de julio de 2006
¡Nos vemos!
Paul Morand.
miércoles, 5 de julio de 2006
Insólita silla fuera de lugar

El otro día saliendo del trabajo me compré una silla. Una silla sencilla, cómoda y barata. Entré en la tienda y sin pensarlo la compré, ¿cómo les explico? Hacía tiempo que la necesitaba. Me precipité a pagarla, impaciente que estaba de llevármela a mi casa. Por supuesto que no había pensado en nada más que en mi hallazgo. Salí feliz con la silla en brazos. Qué fácil había sido, cuánto había tardado en comprarla. Qué linda quedaría en mi departamento. Llegué a la estación de tren. Estaba incómoda con mi bulto. La posé a mi lado y me apoyé sobre el respaldo, la miraba, y luego no, hacía como si no exitiera, y el tren que no llegaba, de tanto esperar me cansé, y sin pensarlo me senté. ¿Para que sirve una silla si no? Imagínense, una muchacha esperando el tren sentada sobre una silla en el andén de esa estación desolada y gris de un suburbio industrial del oeste parisino: hice sensación, todo los viajeros sorprendidos me devolvieron miradas alegres, los comentarios dispararon; incrédulos y divertidos, mis compañeros de ruta me saludaron a las carcajadas. Era una foto dada en vivo.