Otra vuelta al
sol, y que vuelta, hermanos.
Nuestras
convenciones temporales son las que son y desde siempre me encanta, el primer
día del primer mes gregoriano, respirar y tomar un momento para dar un impulso
nuevo a mis deseos, mis propósitos; para despertar ganas que el cansancio del
invierno naciente disipó.
Así es que este
año, intentaré que mis ojos no vuelen de un lado para otro cuando se supone que
estoy concentrada, ¡cuán molesto le resulta a la gente! Se me va la mirada y mis
interlocutores se enojan con razón. Cuando bailo o converso, mis oídos
trabajando, los ojos se mandan a mudar y no están donde deberían estar. Este
año, acordaré mis sentidos para que juntos armoniosamente seamos más conformes.
También lograré escuchar mejor. Sin interrumpir. Escuchar el otro hasta que
termine su frase, aunque yo ya sepa lo que quiere decir, y dejarlo poner el
punto final a su pensamiento. Siendo menos precipitada, le daré más tiempo al
espacio para que otra vez haya armonía entre los dos conversando. Tiempo y
sitio adecuados para mirar, oír, hablar y por supuesto bailar: sobra decir que
al bailar me adelanto un poco en vez de esperar el final del gesto del marcador.
Trabajo duro para que se mejore ese aspecto de mi baile (a veces demasiado
vehemente).
De la misma
manera quiero aprender a caminar mejor. Los pasos más amplios, más eficientes;
el pie pisando correctamente el camino, sintiendo todos los músculos y tendones
extendiéndose sobre el suelo, sin otro dolor que el del empeño acertado. Los
músculos que originan en la pierna hasta el tobillo; los músculos que mueven
los dedos del pie; el apoyo del peso. Quiero sentir la posición adecuada de la
espalda, la cadera, el movimiento de los brazos. Quiero elegancia y poder olvidarme
de mi cuerpo cuando funcionan bien mis pies. Quiero saber caminar largo, todos
los días y recorrer el Camino este verano. Quiero cruzar España, quiero verla
despacio veinte kilómetros por día a la vez.
Cuando sepa
mirar, callar, oír, caminar, algo más que ahora; cuando haya recorrido los 700
km que me propongo estilosamente, quizás cierre el año con los sentidos menos
torpes o dispersos y me sienta satisfecha de un año algo más controlado, que
aturde menos.
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