lunes, 4 de enero de 2021

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Otra vuelta al sol, y que vuelta, hermanos.

Nuestras convenciones temporales son las que son y desde siempre me encanta, el primer día del primer mes gregoriano, respirar y tomar un momento para dar un impulso nuevo a mis deseos, mis propósitos; para despertar ganas que el cansancio del invierno naciente disipó.

Así es que este año, intentaré que mis ojos no vuelen de un lado para otro cuando se supone que estoy concentrada, ¡cuán molesto le resulta a la gente! Se me va la mirada y mis interlocutores se enojan con razón. Cuando bailo o converso, mis oídos trabajando, los ojos se mandan a mudar y no están donde deberían estar. Este año, acordaré mis sentidos para que juntos armoniosamente seamos más conformes. También lograré escuchar mejor. Sin interrumpir. Escuchar el otro hasta que termine su frase, aunque yo ya sepa lo que quiere decir, y dejarlo poner el punto final a su pensamiento. Siendo menos precipitada, le daré más tiempo al espacio para que otra vez haya armonía entre los dos conversando. Tiempo y sitio adecuados para mirar, oír, hablar y por supuesto bailar: sobra decir que al bailar me adelanto un poco en vez de esperar el final del gesto del marcador. Trabajo duro para que se mejore ese aspecto de mi baile (a veces demasiado vehemente).

De la misma manera quiero aprender a caminar mejor. Los pasos más amplios, más eficientes; el pie pisando correctamente el camino, sintiendo todos los músculos y tendones extendiéndose sobre el suelo, sin otro dolor que el del empeño acertado. Los músculos que originan en la pierna hasta el tobillo; los músculos que mueven los dedos del pie; el apoyo del peso. Quiero sentir la posición adecuada de la espalda, la cadera, el movimiento de los brazos. Quiero elegancia y poder olvidarme de mi cuerpo cuando funcionan bien mis pies. Quiero saber caminar largo, todos los días y recorrer el Camino este verano. Quiero cruzar España, quiero verla despacio veinte kilómetros por día a la vez.

Cuando sepa mirar, callar, oír, caminar, algo más que ahora; cuando haya recorrido los 700 km que me propongo estilosamente, quizás cierre el año con los sentidos menos torpes o dispersos y me sienta satisfecha de un año algo más controlado, que aturde menos.

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