Día de Reyes y el anuncio de un toque de queda para el Quebec. Vamos a tener que restringir las salidas entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana por un mes. Las medidas impuestas por el gobierno no están basadas en la ciencia: el gobierno quiere dar la alarma sobre la gravedad de la crisis sanitaria en los hospitales de la provincia. Una suerte de terapia de electroshock. Estamos confinados y no podemos reunirnos con nadie; no podemos ver a gente ni dentro ni fuera de casa. Mientras tanto en los Estados Unidos, un grupo de opositores al nuevo presidente saquean el Capitolio en Washington DC, el energúmeno de presidente actual disparatando como es su costumbre, alimentando odio e intolerancia. Dos fracciones de la poblabión viviendo realidades paralelas. Cuál será la verdad, podríamos preguntarnos. La verdad ya no existe si es que ya existió. Mientras tanto en casa, Charlie consagrado rey del día por haber encontrado el pequeño regalo escondido en la masa de la rosca de Reyes como es la costumbre en Francia, tradición que mantenemos desde nuestro regreso. Una tarde entera con los chicos, que vinieron ayudarme con un montón de cosas triviales e importantes, última visita por un tiempo: el mejor regalo que me hubieran podido hacer. Y ese sí que fue verdadero.
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