Camina con los brazos a lo largo del cuerpo sin moverlos, lo que le da un aire de títere de madera con hilos invisibles; tampoco mueve la cabeza lo que acentúa la impresión. Es más, anda en el medio de la vereda y si alguien va a su lado, es posible que se caiga a un costado ya que no se da cuenta que comparte el espacio con otra persona. Pero como no lo hace adrede, uno no le puede guardar rencor. Es algo raro. Habla poco, sospecho timidez. Cuando se le cuenta una noticia, una idea, un comentario sobre algo que uno vio o escuchó, interrumpe malhumorado, espetando que ya sabe todo eso, cortando la palabra al interlocutor, el cuento queda suspendido en el aire, el declarante habiendo perdido las ganas de continuar. O seré yo nomás, no sé. Es algo agarrado de dinero. Los precios de las cosas es una gran preocupación. El precio de la entrada de una milonga, el transporte, no le gusta gastar. No es buenmozo, tampoco simpático, hace un ruidito con la garganta que resulta molesto, algo como un eructo. Sin embargo, compra libros, muchos, uno no puede resentirse con una persona que compra libros y aunque nunca hable de ellos, nunca discuta, los lee. Resulta ser todo un personaje ese compañero de baile, ah sí, porque por inverosímil que pueda parecer, baila y baila muy bien el tango. Y cuando una está en sus brazos dando vueltas, arrincona por un momento las malas impresiones que causan sus mañas y se deja llevar agradecida.
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