sábado, 23 de enero de 2021

Uno (teatro y emoción)


Ante todo,decir que me gusta su voz, tiene un tono que me remueve el alma, su voz tiene esa energía que me hace pensar que es un alma hermana. Es gracioso, no puedo escribir sobre Mani sin llorar, así como he llorado al ver sus obras. Es un fenómeno extraño. Me toca, es inexplicable cuánto me llega a un nivel emocional más que cerebral. Me emociona él, me emocionan sus frases, como las dice, me emociona su teatro, incluso como se mueve, hasta un punto que yo misma no me explico. Luego me gusta su inteligencia.
Mani Soleymanlou es un dramaturgo, un actor, un joven (ya no tanto supongo) que está en mil proyectos, tiene mil ideas y en el 2011 presentó una pieza de teatro que llamó Uno. Uno, como la primera… Desde esa fecha escribió nueve piezas de teatro, la última lleva el número cero. No sé cuándo vi la primera obra, sé que estaba sola en un teatro chico, en el centro sur de Montreal, un lugar donde no solía ir a menudo.  La turbación fue tan fuerte que tuve que quedarme sentada varios minutos al terminar la pieza antes de poder poner cara humana, estaba completamente sobrepasada por la emoción. Algunas frases de su monólogo me persiguieron mucho tiempo, frases contundentes, cortas, que transmitían en pocas palabras un mundo, un condensado de una realidad, un estado de ánimo que resonó muy fuerte conmigo. En el teatro me hablaba a mí, de mí.
Me acuerdo haber pensado esa vez que no es tanto lo que se oye sino lo que no se oye que importa en el teatro y le da esa dimensión de universalidad. Porque, aunque pensé que solo yo podría comprender su texto, su historia, me di cuenta de que la obra resonaba con mucha gente, gente que no había vivido cosas similares.  
Un niño nacido en Teherán crece en París, lo transportan luego a Toronto para acabar en Montreal varios años después. Habla de su historia y de como la vivió. Habla de su idioma, habla de sus idiomas, esos que se fueron colocando sobre la lengua materna, de sus culturas mixtas, cada vez más entrelazadas en su cabeza y corazón con el paso del tiempo y las experiencias vividas en sus diferentes países, habla de fantasía y de realidad, sus recuerdos de una infancia feliz que quedan como momentos fotográficos en la casa de su abuela o de los veranos pasados en Irán. Habla también de cómo lo miran desde aquí, pero también desde allá. Habla preguntándose quién es exactamente. Por su origen le recuerdan constantemente que viene de otra parte cuando ya no es de otra parte, sin ser exactamente de aquí.
Por la pandemia, los teatros están cerrados y toda la cultura está en pausa. Mani Soleymanlou presentó hace muy poco, por Internet, una nueva versión de Uno.  La vi por segunda vez y si la emoción estaba más controlada, me acordé de por qué me había gustado tanto la primera vez. Y volví a llorar. Las preguntas que se hacía me las he hecho yo. Algunas no están resueltas todavía, pero algunas seguirán metamorfoseándose y habrá que seguir pensando. Él sigue creando.

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario