lunes, 25 de enero de 2021

Los 100 años de Ferron

 

Jacques Ferron se suicidó. No lo sabía. Fue un shock enterarme por mi padre que, de paso por mi casa para dejarme un paquete, me agradeció el video que le había mandado. Un video de un pintor famoso de aquí, Marc Seguin, que no solo ilustró un cuento de Ferron sino lo leyó enterito y parado delante de una cámara, convocado por la biblioteca nacional de Quebec la cual quiso rendir un homenaje al escritor que el 20 de enero hubiera cumplido 100 años. El video dura más o menos 10 minutos. Es sobrio y el pintor lee el cuento lentamente. Lo que está bien. Se lo mandé a mi padre porque Jacques Ferron era su amigo además de haber sido, en los últimos años, su paciente. Pensé que le gustaría oír la prosa de ese escritor complejo. El cuento es simpático. La reacción de mi padre me sorprendió. 

Mi padre anda sensible. Ya lo explicaré.

Me contó que se mató tomando píldoras; me dijo, entre dos puertas, rapidito, que lo había anunciado en un libro que le dedicó.

Gracias, hija por el video

¿te gustó?

Sabes que me dedicó un libro, ¿no?

Sí, papá, por supuesto.

Ahí anuncia que se matará.

La voz de mi padre estaba conmocionada y algo, en el fondo, resentida.

Yo siempre pensé que se había muerto de viejo, siempre me pareció viejo. Las últimas veces que lo vi, estaba tan alejado del mundo, de los seres humanos, que daba la impresión de una desconexión completa con su entorno.  Por otra parte, era un hombre que siempre me miró a los ojos al hablarme. Lo conocí cuando era muy chica. Apenas cinco años tendría, esa es la edad a partir de la cual me acuerdo de las cosas, si habrá sido antes no lo recuerdo. Íbamos a su casa lejos de Montreal a pasar largas tardes de verano. Me acuerdo estar absolutamente aterrorizada por los gansos que se acercaban cuando llegábamos a su casa que quedaba arriba de una colina en el campo. Me acuerdo de que su mujer, la segunda creo, Madeleine, era muy dulce con nosotros y obligaba a sus hijos, pobres, a ocuparse de Paulina y yo.  Lo que hicieron siempre brillantemente.

Me fijo en la enciclopedia hoy y veo que murió a los 64. Me impresionó saberlo. Casi mi edad. Lo vi por última vez en 1983-1984, un año antes de su muerte. Estábamos en torno de la mesa de comedor de mi padre. Lo veo como si hubiera ocurrido ayer, me pregunta: Inés, ¿qué quieres hacer en la vida? En ese entonces, sin sentir vergüenza, le dije que quería escribir. Vi sus ojos entristecerse. Luego de un suspiro, añadió que al escribir me fijara en escribir frases, párrafos, diálogos que siempre puedan tener dos interpretaciones. Ahí estaba la clave.

Yo le tengo un inmenso cariño a Jacques Ferron y a su familia. Yo era una niña y era un amigo de mi padre, poco o nada sabía del escritor, el polemista, el médico, el político que fue y que dejó su marca en esta provincia. Ese hombre complicado, humano, comprometido, fascinado por su pueblo, su gente, su historia, que escribió tantos cuentos importantes en su escritorio de médico donde recibía a sus pacientes cobrándoles casi nada porque no tenían dinero, fascinado por la locura… me queda ese consejo que no usé de forma adecuada hasta ahora sino que siempre recuerdo.

(Sigue.)

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